26 ene 2009

La crisis de España deja a los inmigrantes en la encrucijada

Por Thomas Catan

MANCHA REAL, España—El desempleo de España subió a 13,9% en diciembre, su mayor nivel en ochos años y el más alto en toda la Unión Europea. En este pueblito sureño, eso significa que el cultivador de aceitunas José Morillo está contratando a españoles y rechazando a los extranjeros que trabajaron para él durante el auge económico del país.

La mitad de los recolectores de Morillo solía ser inmigrante, ya que los españoles se rehusaban a ejecutar labores de baja remuneración. Este año, sólo uno de sus 11 trabajadores no es de España y la ciudad más cercana está llena de inmigrantes que duermen en la calle o en albergues de las iglesias. "Hay muchos carpinteros y artesanos de la ciudad que están cosechando aceitunas este año", señala Morillo desde su propiedad cerca de Mancha Real. "Llamé (a los extranjeros) que vinieron a otras cosechas para decirles que no vengan este año porque no hay trabajo".

Los esfuerzos del gobierno para abrir más oportunidades de trabajo a los españoles han tenido un impacto limitado. Los anuncios en las estaciones de metro y en los buses de las grandes ciudades prometen pagos para los inmigrantes legales que decidan volver a casa: si aceptan dejar España por al menos tres años, el gobierno hará un pago único de los beneficios de desempleo a quienes tengan el derecho de recibirlos, 40% al momento de dejar España y 60% al llegar a su país. El pago promedio es de cerca de US$14.000. En los dos primeros meses del programa, el año pasado, sólo participaron 1.400 inmigrantes.

La competencia por empleos en esa zona productora de aceitunas y en todo el país ilustra el drástico declive de España que durante varios años fue la estrella económica de Europa. La actividad del país creció a una tasa promedio anual de casi 4% al año entre 1997 y 2007, alrededor del doble del promedio de los países de la zona euro.

Después de adoptar el euro en 1999, España adquirió la estabilidad económica de un país rico. Los inversionistas ya no se preocupaban de la deuda nacional o los posibles riesgos cambiarios.

Un auge de la construcción ayudó a generar durante esa década más empleos que cualquier otro país en la zona euro. Más de cinco millones de inmigrantes llegaron al país y la población registrada, que se había mantenido estable hasta 2000, saltó un 15% para 2008.

El año pasado, las fuentes de crédito barato que alimentaron el auge español se secaron. Lo más probable es que la economía haya entrado en recesión en el segundo semestre de 2008 y la Comisión Europea espera que el PIB se contraiga 2% este año. El número de desempleados subió en 609.100 en el cuarto trimestre, elevando el total a 3,2 millones de personas. En noviembre, la tasa de desempleo era casi el doble del promedio en la zona euro, de 7,8%.

Más allá de España, las perspectivas económicas para la zona euro continúan lúgubres. Una encuesta entre gerentes de compras realizada por la firma de investigación Markit Economics muestra que en enero la actividad del sector privado se contrajo en toda la región, aunque a un ritmo más lento que en diciembre.

Durante el auge económico en España, los inmigrantes eran bienvenidos. En 2005, el gobierno otorgó una amnistía a más de 500.000 personas que vivían en el país ilegalmente. Hoy, estos inmigrantes son vistos como un creciente problema social. Muchos de los inmigrantes de España son de África o Latinoamérica y ven las perspectivas de encontrar trabajo en sus países de origen cada vez más difíciles. España está entrando en "un territorio desconocido", dice Fernando Eguidazu, economista y vicepresidente del Círculo de Empresarios. "Hay un grupo de cinco millones de inmigrantes en una situación de crisis y contracción económica. No sabemos cómo se va a solucionar esto".

Muchos trabajadores extranjeros migraron a la provincia andaluza de Jaén. La región es la principal productora de aceite de oliva de España y responsable de una quinta parte de la producción mundial. Mientras la economía prosperaba, jóvenes españoles abandonaban el campo en busca de mejores trabajos en la construcción, bancos y oficinas. Ahora, los españoles se están poniendo en fila para recolectar aceitunas por 53 euros (US$68) al día, el sueldo acordado con los sindicatos. Debido a que muchos productores son pequeños agricultores, suelen dar trabajo a amigos y parientes necesitados, dice Pedro González, de Jaén Acoge, una entidad de beneficiencia que ayuda a los inmigrantes.

Como el trabajo en la construcción ha decaído, miles de trabajadores extranjeros han viajado a la región de Jaén. En diciembre, llegaron 3.000 personas, según datos de Cáritas, una organización de caridad de la iglesia católica. "La situación es dramática", dice Juan Carlos Escobedo, director regional de Cáritas. "Hemos visto una verdadera avalancha de personas".

El único recolector extranjero en los olivos de Morillo este año es Najim, un argelino que no revela su apellido y que ha trabajado en las cosechas de aceitunas de Jaén durante los últimos ocho años. Trabajó para Morillo el año pasado. "Yo le dije que no viniera", dice Morillo. "Pero me dijo que estaba durmiendo en la calle y terminé aceptando: Bueno, entonces ven", le dije.