12 ago 2011

Las calificaciones soberanas no serían un indicador tan confiable

Por Matt Wirtz

Las mayores firmas de calificación de crédito de Estados Unidos no han previsto de forma efectiva el riesgo de que un gobierno deje de pagar su deuda, según un análisis de The Wall Street Journal de 35 años de datos.

La reciente rebaja en la calificación de la deuda de EE.UU. por parte de Standard & Poor's Corp. de AAA a AA+ puso de manifiesto el rol clave de las clasificadoras de riesgo: ayudar a los inversionistas a evaluar la probabilidad de una cesación de pagos, o default, para que puedan calcular la tasa de interés que deben cobrar para compensar ese riesgo.

Pero cuando se trata de deuda del gobierno, o soberana, las calificaciones —que van desde AAA a CC— no son buenos predictores de si un país va a incumplir sus compromisos, muestran los datos. Las calificadoras tuvieron un desempeño particularmente malo en los 12 meses previos a la cesación de pagos de un gobierno, cuando los inversionistas más necesitan de un referente.

De las 15 cesaciones de pagos de gobiernos que S&P ha seguido de cerca desde 1975, por ejemplo, la firma asignó una calificación de B o más alta a 12 de los países un año antes del default. S&P, sin embargo, afirma que una calificación de B tiene sólo una probabilidad promedio de 2% de entrar en cesación de pagos dentro de un año. En otras palabras, S&P subestimó drásticamente el riesgo de cese de pagos a un año en 80% de esos casos.

De forma similar, de los 13 gobiernos calificados por Moody's Investors Service en el año previo a una cesación de pagos, 11 fueron clasificados como B o más alto. Tres obtuvieron la calificación Ba, el término de Moody's para BB, que implica una tasa de default de 0,77% a un año.

Las calificaciones de grado de inversión —es decir de BBB o más— asignadas a bonos soberanos han superado la prueba del tiempo: ningún gobierno ha caído en default 15 años después de obtener una clasificación AAA, AA o incluso A.

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Las clasificadoras sostienen, asimismo, que su sistema está diseñado para medir el riesgo de incumplimiento de deuda relativo entre países más que la probabilidad real de un cese de pagos, y que el ritmo mesurado de sus decisiones promueve la estabilidad. "Si la gente dependiera sólo de los (seguros contras cesaciones de pago) para establecer su prima de riesgo... subirían y bajarían como un yo-yo", afirma John Chambers, presidente del comité de calificaciones soberanas de S&P.

"Es un sistema de calificación relativo y las clasificaciones más bajas tienen más cesaciones de pagos que las más altas", señaló Elena Duggar, funcionaria de crédito de la filial de riesgo soberano de Moody's.

Pero los gestores de fondos de renta fija afirman que el historial de las firmas de calificación hace que sus notas sean indicadores poco confiables a la hora de elegir inversiones en mercados volátiles.

Aunque las calificaciones de la deuda de empresas han sido, en general, mejores predictores de una cesación de pagos, las clasificadoras también han sido blanco de críticas en este aspecto. Tanto Moody's como S&P calificaron a Enron Corp. y Lehman Brothers Holdings Inc. con grado de inversión inmediatamente antes de sus colapsos.

"Nuestro desempeño histórico en calificaciones corporativas no financieras y ordenamiento de calificaciones ha sido muy sólido, en especial en esta recesión", indica Ken Emery, vicepresidente senior del grupo de políticas crediticias de Moody's. "El 95% de las cesaciones de pagos corporativas tenían una calificación de B1 o más baja un año antes", insistió

Sin embargo, las firmas también les pusieron sus máximas calificaciones a valores hipotecarios, lo que allanó el camino a la crisis financiera que explotó en 2008.

Para darles a sus calificaciones lo que llaman "estabilidad", las agencias tienden a concentrarse en indicadores estáticos que cambian lentamente, como balances de cuenta corriente.

El problema es que indicadores más volátiles como flujos de depósitos bancarios y el entorno político son mucho más relevantes para determinar si los países en riesgo efectivamente dejarán de pagar su deuda, sostiene Robert Abbad, analista de Western Asset Management Company, que administra un portafolio de US$35.000 millones de deuda de mercados emergentes.

Fuente: WSJ

11 ago 2011

En medio de la crisis, los bonos de EE.UU. siguen siendo seguros

La rebaja de la calificación de crédito de Estados Unidos desató el lunes una ola mundial de ventas que culminó en la mayor caída en una jornada del Promedio Industrial Dow Jones desde la crisis financiera en 2008.

En escenas que evocaron los sucesos de hace tres años, las ventas aumentaron conforme pasaban las horas y los inversionistas se vieron obligados a colocar más capital para respaldar sus apuestas. Las acciones de los bancos fueron las más castigadas y la de Bank of America cayó 20%.

El Dow Jones perdió 634,76 puntos, un 5,55%, a 10.809,85 unidades, su cierre más bajo desde octubre del año pasado y su sexto mayor descenso en puntos de la historia. El desplome fue parte de una caída generalizada de las bolsas, los bonos de empresas y las materias primas industriales.

El Bovespa, el índice de acciones líderes de la Bolsa de Sao Paulo, cayó casi 10% antes de un leve repunte. Cerró con un descenso de 8,1% que fue acompañado de una baja del real, que alcanzó su menor nivel en dos meses.

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"Es probable que impere la mayor incertidumbre desde 2008", opinó Eric Pellicciaro, gestor de fondos de la división Fundamental Fixed Income, de BlackRock, que administra unos US$612.500 millones. "Hay una sensación general de que las opciones políticas son pocas... Hay una sensación de que la austeridad fiscal llega en el peor momento posible".

Los inversionistas huyeron hacia los refugios tradicionales: oro, las monedas de países aparentemente seguros como Suiza e, irónicamente, la deuda del Tesoro estadounidense cuya calificación Standard & Poor's rebajó el viernes. Para la mayoría de los inversionistas, los bonos del Tesoro parecieron una opción mucho más segura que las acciones.

El rendimiento de los bonos del Tesoro alcanzó mínimos no vistos desde enero de 2009, uno de los meses más sombríos de la recesión estadounidense.

Los operadores dijeron que la inquietud sobre la economía y la crisis de la deuda europea superaron cualquier preocupación vinculada a la rebaja de Standard & Poor's. "Los activos menos riesgosos disponibles siguen siendo los papeles del Tesoro estadounidense", señaló Ashish Shah, jefe de crédito global de la firma de inversión AllianceBernstein. "Aunque sea más riesgoso que antes, todavía es el activo de menor riesgo", opinó.

El alza en el precio del bono de referencia a 10 años hizo caer al rendimiento, que se mueve en la dirección opuesta, a 2,339%. Ante la demanda de inversionistas a largo plazo como aseguradoras y fondos de pensiones, el rendimiento del bono a 30 años bajó a 3,666%. Los rendimientos de las notas a dos años tocaron nuevos mínimos debido a que los inversionistas demandaron deuda pública a menor plazo.

El rendimiento a dos años llegó a estar por debajo del rango superior de la tasa de referencia de la Reserva Federal (Fed) de entre cero y 0,25%, lo que sugiere que los inversionistas esperan que el banco central no realice cambios al menos durante ese plazo. El rendimiento a dos años terminó el día en alrededor de 0,256%.

Los temores respecto a los titubeos de la economía de EE.UU. y la posibilidad de que la crisis de la deuda europea se salga de control han ahuyentado a los inversionistas. Muchos se preocupan ante la posibilidad de que la rebaja de Standard & Poor's pueda socavar todavía más la confianza de los consumidores y empresas de EE.UU.

Los inversionistas especulan con que el deterioro de los mercados podría llevar a la Fed a tomar cartas en el asunto, tal vez en su reunión fijada para hoy.

Una opción, dicen, es que la el banco central cambie la composición de su portafolio, reinvirtiendo su dinero en los papeles públicos de mayor plazo.

Para algunos, eso explica porqué los bonos del Tesoro a 30 años han tenido un desempeño relativamente bueno. "El mercado está tratando de adelantarse a la Fed", dijo Alan Mittleman, del banco de inversión francés Société Générale.

Mientras algunos se sintieron tentados a comparar las últimas jornadas con los peores momentos de la crisis financiera, muchos inversionistas pusieron énfasis en las diferencias.

En 2008 y 2009, las ventas se concentraban en las acciones financieras y los bonos hipotecarios. En esta ocasión, los temores son mayores y tienen que ver con el riesgo de una recesión y e incumplimiento de los prestatarios europeos.

Fuente: WSJ

9 ago 2011

A Bernanke no le quedan muchas cartas bajo la manga para estimular la economía

Por Jon Hilsenrath

Desde que comenzó la crisis financiera en agosto de 2007, el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, ha estado sacando conejos de su sombrero. Recortó las tasas de interés a casi cero, imprimió US$2,3 billones (millones de millones) para comprar bonos del Tesoro estadounidense y deuda hipotecaria y diseñó una sopa de letras de programas de rescate para los mercados de papeles comerciales, los fondos que operan en el mercado de dinero, los bancos europeos desesperados por dólares y otros engranajes del sistema financiero global en aprietos.

El objetivo: contener los efectos de la crisis financiera.

Ahora que las bolsas están convulsionadas y las perspectivas económicas se tornan más sombrías, Bernanke se debe estar preguntando, en momentos en que se prepara para una nueva reunión del comité de mercados abiertos del organismo, si aún le queda algún conejo por sacar.

La respuesta es sí. Pero algunos son muy pequeños, otros pueden morder y el presidente del banco central es renuente a sacarlos hasta no estar seguro de que la audiencia está preparada.

Si puede ayudar a la economía, por poco que sea, la trayectoria de Bernanke muestra que lo intentará. Pero también está decidido a no acelerar la inflación, que ahora ronda el 2% que la Fed se puso como meta, más de lo que ya lo ha hecho.

La preocupación respecto a generar temores inflacionarios, junto a las divisiones en el seno del banco central, hacen improbable que Bernanke se disponga a anunciar una nueva y masiva ronda de compra de valores. Ese es el conejo grande que podría morder.

Las rondas anteriores estuvieron destinadas a mantener las tasas de interés de largo plazo bajas e impulsar la inversión y el gasto, pero emitir muchos dólares ejerce una presión alcista sobre los precios y bajista sobre la cotización del dólar. Aunque el relajamiento cuantitativo tiene sus detractores, Bernanke es uno de sus defensores. Pero estaba más dispuesto a ensayar la opción el año pasado, cuando la inflación era más baja.

Como dijo la semana pasada Donald Kohn, el ex brazo derecho de Bernanke en la Fed, el banco central probablemente quiere esperar hasta estar seguro de que la inflación se está desacelerando antes de iniciar una tercera ronda.

Los siguientes son algunos de los conejos más pequeños. El problema es que ninguno hará mucho para estimular la economía.

- Prolongar el "período extendido". Desde 2008, la Fed ha asegurado a la población que no subirá las tasas de interés de corto plazo por un "período extendido", lo que quiere decir al menos varios meses. El banco central podría aprovechar el comunicado al final de su próxima reunión para decir que va a mantener su vasto portafolio de valores por un período extendido. Un mensaje tranquilizador en este sentido podría ayudar a los mercados.

- ¿Qué tan largo es largo? La Fed ha estado prediciendo una recuperación bastante convencional, lo suficientemente robusta en los primeros años posteriores a la recesión como para reducir paulatinamente el desempleo y elevar las presiones inflacionarias. ¿Pero qué pasa si esta recuperación es distinta y el desempleo permanece alto y la inflación contenida por un período más largo del previsto en los modelos de la Fed?

Si los pronósticos de la entidad en cuanto a crecimiento y desempleo son demasiado optimistas, y los riesgos de inflación son bajos, entonces la orientación que la Fed ofrece respecto al futuro de las tasas de interés tendrá que ser revisada. Quizás las tasas se mantendrán bajas por más que un simple "período extendido". Una decisión así podría mantener bajas las tasas de interés de largo plazo y promover el gasto y la inversión.

- Bajar el piso. En octubre de 2008, en medio de la tormenta posterior al colapso de Lehman Brothers, la Fed comenzó a pagar intereses a los bancos que mantuvieron dinero en reserva en el banco central. La idea es que la tasa de interés fuera un piso: ningún banco prestaría por menos de lo que pudiera obtener en la Fed. Para muchos, el 0,25% que la Fed está pagando es la mejor tasa disponible para inmovilizar dinero de corto plazo. Pero eso puede estar impidiendo que los bancos pongan a trabajar ese dinero en la economía. Para alentar a los bancos a prestar el dinero, el banco central puede bajar la tasa si quisiera, aunque no mucho.

Fuente: WSJ

8 ago 2011

El Congreso de EE.UU. amenaza con reducir la ayuda al Banco Mundial

Por Sudeep Reddy

Un esfuerzo de legisladores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos destinado a reducir los aportes entregados al Banco Mundial y a otros bancos de desarrollo está planteando dudas sobre la influencia de ese país en las instituciones financieras internacionales.

Un subcomité de asignaciones de la cámara baja tomó medidas para reducir el financiamiento como parte de un esfuerzo más amplio de congresistas republicanos para reducir la ayuda al extranjero.

El debate se produce en un momento en que el gobierno del presidente Barack Obama busca incrementos del presupuesto a medida que depende de instituciones internacionales para lidiar con una serie de problemas en el mundo, desde la crisis fiscal europea a la hambruna en el Cuerno de África. Con la ayuda directa de Washington limitada, las instituciones financieras— en las cuales EE.UU. es un accionista principal— se han transformado en un canal significativo para influir en asuntos internacionales.

"Con la situación presupuestaria estadounidense como está, se van a ver cada vez más de esas iniciativas", consideró Arvind Subramanian, un investigador del Instituto Peterson de Economía Internacional y ex funcionario del FMI. Si los recortes propuestos sobreviven el proceso de discusión en el Congreso, vaticinó, "socavarán severamente el liderazgo de EE.UU y la capacidad del país para influir en los temas internacionales".

EE.UU. ayudó a crear el Banco Mundial y el FMI luego de la Segunda Guerra Mundial y luego fue fundador de bancos regionales de desarrollo, incluyendo al Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Utilizando capital provisto por los países accionistas, los bancos hacen préstamos a las economías en desarrollo y utilizan algunos de sus ingresos para proveer ayuda a los países más pobres del mundo.

EE.UU. es el único país que tiene un lugar en las juntas directivas de todos los bancos multilaterales de desarrollo, lo que le da una influencia desproporcionada en el diseño de sus políticas. En el Banco Mundial, por ejemplo, Washington tiene derecho a veto sobre los cambios en su administración y tradicionalmente ha elegido al presidente de la institución.

La Casa Blanca busca elevar la financiación anual para un fondo de ayuda, parte del cual está destinado a los programas de los bancos de desarrollo en los países más pobres, a US$3.700 millones desde US$2.300 millones. Los republicanos, por su parte, quieren reducir la cifra a US$1.600 millones.

El gobierno del presidente Obama también ha prometido a los bancos de desarrollo acceso a US$60.000 millones en nuevo capital, el cual sería su primer incremento en financiación en una década.

Funcionarios de la Casa Blanca dicen que la reducción en la financiación podría poner en riesgo la posición del país. En el caso del Banco de Desarrollo Africano, por ejemplo, las acciones de EE.UU. podrían ser compradas por otros pases, como China.Lael Brainard, el subsecretario del Tesoro para asuntos internacionales, dijo que no financiar las instituciones implicaría que las perspectivas de seguridad nacional de largo plazo de EE.UU. "se verían entorpecidas en países frágiles".

Fuente: WSJ