9 ago 2011

A Bernanke no le quedan muchas cartas bajo la manga para estimular la economía

Por Jon Hilsenrath

Desde que comenzó la crisis financiera en agosto de 2007, el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, ha estado sacando conejos de su sombrero. Recortó las tasas de interés a casi cero, imprimió US$2,3 billones (millones de millones) para comprar bonos del Tesoro estadounidense y deuda hipotecaria y diseñó una sopa de letras de programas de rescate para los mercados de papeles comerciales, los fondos que operan en el mercado de dinero, los bancos europeos desesperados por dólares y otros engranajes del sistema financiero global en aprietos.

El objetivo: contener los efectos de la crisis financiera.

Ahora que las bolsas están convulsionadas y las perspectivas económicas se tornan más sombrías, Bernanke se debe estar preguntando, en momentos en que se prepara para una nueva reunión del comité de mercados abiertos del organismo, si aún le queda algún conejo por sacar.

La respuesta es sí. Pero algunos son muy pequeños, otros pueden morder y el presidente del banco central es renuente a sacarlos hasta no estar seguro de que la audiencia está preparada.

Si puede ayudar a la economía, por poco que sea, la trayectoria de Bernanke muestra que lo intentará. Pero también está decidido a no acelerar la inflación, que ahora ronda el 2% que la Fed se puso como meta, más de lo que ya lo ha hecho.

La preocupación respecto a generar temores inflacionarios, junto a las divisiones en el seno del banco central, hacen improbable que Bernanke se disponga a anunciar una nueva y masiva ronda de compra de valores. Ese es el conejo grande que podría morder.

Las rondas anteriores estuvieron destinadas a mantener las tasas de interés de largo plazo bajas e impulsar la inversión y el gasto, pero emitir muchos dólares ejerce una presión alcista sobre los precios y bajista sobre la cotización del dólar. Aunque el relajamiento cuantitativo tiene sus detractores, Bernanke es uno de sus defensores. Pero estaba más dispuesto a ensayar la opción el año pasado, cuando la inflación era más baja.

Como dijo la semana pasada Donald Kohn, el ex brazo derecho de Bernanke en la Fed, el banco central probablemente quiere esperar hasta estar seguro de que la inflación se está desacelerando antes de iniciar una tercera ronda.

Los siguientes son algunos de los conejos más pequeños. El problema es que ninguno hará mucho para estimular la economía.

- Prolongar el "período extendido". Desde 2008, la Fed ha asegurado a la población que no subirá las tasas de interés de corto plazo por un "período extendido", lo que quiere decir al menos varios meses. El banco central podría aprovechar el comunicado al final de su próxima reunión para decir que va a mantener su vasto portafolio de valores por un período extendido. Un mensaje tranquilizador en este sentido podría ayudar a los mercados.

- ¿Qué tan largo es largo? La Fed ha estado prediciendo una recuperación bastante convencional, lo suficientemente robusta en los primeros años posteriores a la recesión como para reducir paulatinamente el desempleo y elevar las presiones inflacionarias. ¿Pero qué pasa si esta recuperación es distinta y el desempleo permanece alto y la inflación contenida por un período más largo del previsto en los modelos de la Fed?

Si los pronósticos de la entidad en cuanto a crecimiento y desempleo son demasiado optimistas, y los riesgos de inflación son bajos, entonces la orientación que la Fed ofrece respecto al futuro de las tasas de interés tendrá que ser revisada. Quizás las tasas se mantendrán bajas por más que un simple "período extendido". Una decisión así podría mantener bajas las tasas de interés de largo plazo y promover el gasto y la inversión.

- Bajar el piso. En octubre de 2008, en medio de la tormenta posterior al colapso de Lehman Brothers, la Fed comenzó a pagar intereses a los bancos que mantuvieron dinero en reserva en el banco central. La idea es que la tasa de interés fuera un piso: ningún banco prestaría por menos de lo que pudiera obtener en la Fed. Para muchos, el 0,25% que la Fed está pagando es la mejor tasa disponible para inmovilizar dinero de corto plazo. Pero eso puede estar impidiendo que los bancos pongan a trabajar ese dinero en la economía. Para alentar a los bancos a prestar el dinero, el banco central puede bajar la tasa si quisiera, aunque no mucho.

Fuente: WSJ