11 jun 2009

Una nación ambiciosa que tiene que volver a tierra

por Victor Mallet

José Luis Rodríguez Zapatero, el presidente del Gobierno español, ha encontrado un nuevo eslogan –menos ladrillo y más ordenadores – para describir las políticas que espera que saquen a la novena economía mundial de su peor recesión desde la muerte de Franco en 1975.

Tras 14 años de crecimiento ininterrumpido, España se enfrenta en la actualidad a un doble desafío: primero, su propia y espectacular burbuja inmobiliaria ha estallado, aumentando las filas de desempleados y dejando a la vista la excesiva dependencia de la economía del sector de la construcción; y segundo, su economía abierta se ha visto golpeada por la crisis global.

Al igual que la mayoría de sus homólogos del mundo industrializado, Zapatero optó en un principio por administrar una importante dosis de estímulos fiscales –70.000 millones de euros a distribuir entre todos los sectores, desde las obras públicas a las ayudas para la compra de vehículos– en un intento por evitar una seria depresión.En Madrid abundan las obras en carreteras que, si bien resultan molestas, crean muchos puestos de trabajo.

Mariano Rajoy, el líder de la oposición, ha descartado las medidas anti-crisis de Zapatero calificándolas de caóticas. “No existe ni orden ni coherencia”, criticó en una entrevista con Financial Times. También condenó el incremento “insostenible” de la deuda nacional de España y exigió un periodo de austeridad.

Pedro Solbes, el cansado ministro de Economía y defensor de la ortodoxia en los presupuestos, intentó en vano frenar el gasto del Ejecutivo y fue finalmente excluido del gabinete en abril. Miguel Angel Fernández Ordóñez, el gobernador del Banco de España, también fue objeto de las críticas de los ministros por expresar su preocupación sobre el gasto público, el sistema de pensiones y el rígido mercado laboral.

Pero tanto Elena Salgado, la sucesora de Solbes, como el propio Zapatero han reconocido que España dispone en la actualidad de poco margen de maniobra y tiene que seleccionar bien los gastos.El país perdió su ráting triple A de Standard & Poor's en enero, y sufre uno de los giros presupuestarios más extremos de Europa, pasando de un superávit del 2,2% del producto interior bruto en 2007 a un déficit el próximo año que se estima en el 10% de PIB.

La nueva estrategia del gobierno –aparte de menos viviendas y más ordenadores, Zapatero también quiere menos petróleo y más energías renovables – se basa en la fortaleza de España en tecnologías de energía solar y eólica, y supone el reconocimiento oficial tardío de que el viejo modelo de crecimiento basado en la construcción está agotado.

“Cambiar el modelo energético mundial es el reto más significativo que afronta la humanidad en esta generación, no sólo por su impacto sobre el cambio climático sino también por sus efectos sobre el modelo económico”, declaró Zapatero en una reciente entrevista con Financial Times y otra prensa económica.

Tanto los inversores españoles como los extranjeros coinciden en que el Gobierno no puede rociar indefinidamente la economía con dinero prestado, y señalan que ha llegado la hora de que España cambie de estrategia, ahora que se ha puesto a la altura de la mayoría de sus vecinos europeos.

“El modelo de crecimiento que hemos tenido durante los últimos quince años se ha agotado. Nuestro crecimiento se basaba en industrias como el sector servicios, con poco valor añadido y una escasa necesidad de formación”, explica Pedro de Esteban, director gerente para Europa de Carlyle, el grupo de capital riesgo. Las cifras ponen de manifiesto lo que pasa cuando un modelo como ése deja de funcionar.

El desempleo en España alcanza ya los 4 millones, más del 17% de la población activa, un dato muy superior al del resto de la Unión Europea. El paro ha afectado sobre todo a los inmigrantes que llegaron al país en los últimos años y encontraron un empleo en los sectores de la construcción y del turismo.

Todo apunta a que el PIB experimente una caída del 4% durante este año, previsiones en cualquier caso mejores que las de la demanda interna, seriamente afectada por la drástica caída de las importaciones.Los economistas opinan que la recesión del país se prolongará más que en el resto de Europa y podría llegar hasta finales de 2010.

La actual situación supone un duro golpe a la confianza española en la escena internacional. Durante años, el rápido crecimiento del país llegó a convertirse en una forma de publicitar los beneficios de pertenecer a la UE. España crecía a un ritmo superior que sus países vecinos.

Charles Powell, del Real Instituto Elcano, asegura que, a partir de 2013, y después de haber sido durante mucho tiempo receptora neta de fondos de la UE, España podría terminar siendo un contribuyente neto.

Todo parece indicar que la economía de España no crecerá a un ritmo tan rápido como en años anteriores, pero, en opinión del presidente Zapatero, el país cuenta con ventajas que podrían ayudar al país a salir reforzado de la crisis.

Entre éstas se encuentra un sistema bancario relativamente sólido, poco afectado por los activos tóxicos de EEUU, que sin embargo se ha visto abrumado por la severidad de la crisis inmobiliaria, que ha obligado al Banco de España a intervenir en Caja Castilla La Mancha. El país también presume de contar con empresas punteras en energías alternativas y en sectores como las infraestructuras, el turismo, la moda y la electrónica de defensa.

A pesar de las importantes divisiones políticas entre la derecha y la izquierda, existe un amplio consenso entre los líderes empresariales, que creen que las actuales ventajas económicas dejarán de tener sentido a largo plazo si no se introducen reformas estructurales en la economía.

El mercado laboral español, rápido en la creación de empleo en épocas de crecimiento y en su destrucción en momentos como éste debido al alto índice de contratos temporales, es uno de los principales objetivos de las reformas, aunque las fuerzas sociales no se ponen de acuerdo sobre la mejor solución. También despierta polémica el grado de autonomía de las 17 comunidades.

Las regiones más ricas se quejan de los subsidios que reciben las más desfavorecidas. Por otra parte, el sistema judicial no está adaptado a una economía moderna. El nivel de escuelas y universidades es deficiente en comparación con otros países industrializados. El sector privado no invierte lo suficiente en I+D. “No creo que estemos peor que otros países y pienso que podemos recuperarnos en poco tiempo.

Sin embargo, a medio plazo, sí soy más pesimista sobre nuestras perspectivas, a menos que se establezca un diálogo sobre las reformas necesarias para hacer frente a los problemas estructurales que tenemos”, explica de Esteban.

Dada la actual situación del sector inmobiliario, es lógico que Zapatero deje de ver crecimiento en el ladrillo y apueste por la asignación de ordenadores a los alumnos. La cuestión es si las escuelas y el mercado laboral mejorarán lo suficiente para que los estudiantes puedan sacar partido de los ordenadores y consolidar la prosperidad que tanto trabajo le ha costado conseguir a España.

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