10 jun 2011

El Banco Mundial insta a los países en desarrollo a enfriar sus economías

Por Ian Talley

WASHINGTON (Dow Jones)--Los países en desarrollo necesitan que sus economías vuelvan a concentrarse en evitar un sobrecalentamiento y el daño asociado a las alzas de los precios de los bienes básicos, para preservar un sólido crecimiento y evitar un aterrizaje forzoso, advirtió el martes del Banco Mundial.

Tras la crítica etapa de la recuperación, los mercados emergentes "deben centrarse ahora en retornar la política monetaria a una situación más neutral y reconstruir los colchones fiscales que permitieron a los países en desarrollo responder a la crisis con políticas anticíclicas", dijo Andrew Burn, gerente de Macroeconomía Mundial y principal autor del informe perspectivas económicas mundiales del banco.

En algunas de las mayores economías en desarrollo -como China, India y Brasil, que se encuentran en sus límites de capacidad de producción- las autoridades deberían acelerar los aumentos de las tasas de interés, reducir el gasto del gobierno y, en ciertos casos, apreciar sus monedas.

Las proyecciones del banco para el crecimiento sólo se modificaron marginalmente frente al informe de enero. El crecimiento global para 2011 fue revisado levemente a la baja a un 3,2%, mientras que la expansión para 2012 y 2013 se mantuvo sin cambios en un 3,6%.

El banco indicó que los mayores riesgos para el panorama global son la posibilidad de un continuo aumento en los precios de los alimentos, otra serie de alzas en los precios del petróleo y los persistentes problemas de déficit fiscal y de deuda soberana en las naciones ricas. La agitación política en Medio Oriente y el desastre natural en Japón han afectado moderadamente el crecimiento mundial pese a los importantes efectos que tuvieron en los mismos países, señaló la entidad.

La proyección para el crecimiento en países de altos ingresos ahora se redujo al 2,2% para este año, frente a la estimación del 2,4% de enero, y para 2012 se calcula en un 2,7%. El banco elevó al 6,3% sus expectativas de crecimiento de los países en desarrollo para 2011, frente a las estimaciones de un 6% de enero, e incrementó marginalmente la de 2012 a un 6,2%.

Pese a la resistencia que mostraron los países emergentes durante la crisis y el sólido crecimiento, que superó con creces las magras perspectivas de las economías avanzadas, los países en desarrollo se han expandido a tal ritmo que están poniendo en riesgo su futuro crecimiento.

"Muchas economías en desarrollo están operando por encima de su capacidad y corren el riesgo de sobrecalentamiento, sobre todo en Asia y América Latina", sostuvo Hans Timmer, director del Grupo de Análisis de las Perspectivas de Desarrollo del Banco Mundial. "La política monetaria ha respondido, pero puede que las políticas fiscales y de tipo de cambio tengan que ejercer un papel más importante para controlar la inflación", añadió.

Por su parte, Justin Yifu Lin, primer economista y primer vicepresidente de Economía del Desarrollo del Banco Mundial, manifestó que "otro aumento de los precios ya elevados del petróleo y los alimentos podría frenar significativamente el crecimiento económico y perjudicar a los pobres".

9 jun 2011

La UE exige planes económicos más ambiciosos a sus miembros

Por Laurence Norman

BRUSELAS (EFE Dow Jones)--El brazo ejecutivo de la Unión Europea dijo el martes que los planes económicos presentados por los estados miembros reflejan en gran medida los objetivos de política acordados aunque con frecuencia son poco ambiciosos y carentes de detalles concretos.

En la que será primera de las recomendaciones anuales sobre política monetaria a los estados miembros en el marco de las nuevas normas de gobierno económica más estrictas de la UE, la Comisión Europea insistió en que hay que hacer más para garantizar la sostenibilidad de las cuentas públicas de los estados miembros.

"La Comisión no desea imponer la austeridad a los europeos. Pero el hecho es que las cuentas públicas insostenibles están limitando nuestro potencial de crecimiento", dijo la Comisión en un comunicado. "Por eso es esencial un recorte duradero de la deuda pública y los déficit".

Según las nuevas normas de gobierno de la UE, los estados miembros deben remitir los planes de cuentas públicas y reforma económica a la comisión para mayo. Se intenta con esto evitar que se repita una crisis de deuda como la actual permitiendo a la Comisión una mayor supervisión de las políticas nacionales y la coordinación a nivel de la UE de las prioridades económicas y fiscales.

Pero la Comisión se mostró crítica con muchos de los programas.

"Los planes nacionales a menudo carecen de ambición", dijo la Comisión, que agregó que "los programas varían significativamente en cuanto a la especificidad de las acciones previstas... Muchas de las medidas propuestas son vagas".

La Comisión fijó una serie de prioridades para los gobiernos. En cuanto a los temas fiscales, se especifican las medidas para reducir los déficit públicos y las reformas fiscales.

En cuanto a los mercados laborales, está el aumento de la edad de jubilación, la reducción de los planes de jubilación anticipada, el recorte de los impuestos a las nóminas y asegurarse de que los salarios se vinculan a la productividad.

Las recomendaciones se debatirán en una reunión de ministros de Finanzas y líderes de los estados miembros este mes. El Consejo Europeo tiene potestad para rebajar las propuestas de la Comisión.

8 jun 2011

Solucionar los problemas de la zona euro es posible pero exige un sacrificio

Por Mark Whitehouse

Los 17 países de la zona euro están lejos de reunir las condiciones ideales para compartir una moneda. La crisis financiera de Europa podría brindar una oportunidad para mejorar eso.

Los serios problemas de deuda de Grecia y otros países europeos, que los acreedores, ministros de Finanzas y el Fondo Monetario Internacional intentan contener, ponen en evidencia lo que muchos economistas consideran como un defecto fundamental en la zona euro: las diferencias en ciclos económicos, idiomas, normas y competitividad pueden hacer que los costos de su moneda común superen los beneficios.

Sin embargo, la falla no necesariamente es letal. La crisis de la deuda ha desatado un ímpetu por reformas que podría hacer más viable la unión. Las sugerencias de los economistas incluyen nuevas reglas sobre el gasto fiscal, la supervisión bancaria unificada y un fondo mayor para emergencias financieras. Todas requerirían que los gobiernos europeos sacrifiquen un poco más de autonomía.

"Si Europa asimila estas lecciones... entonces el euro emergerá de la crisis fortalecido", sostiene Barry Eichengreen, un economista de la Universidad de California, en Berkeley.

Las uniones monetarias prometen a sus miembros un mundo más próspero, en el cual las transacciones, el comercio y la inversión a través de fronteras nacionales se vuelen más fáciles. Pero compartir una moneda también exige que los países renuncien a sus políticas monetarias independientes. Eso puede ser un problema si una economía necesita estímulo mientras otra está sobrecalentada.

Desde los años 60, los economistas —notablemente Robert Mundell, conocido como el padre del euro— desarrollaron un marco para decidir si las ventajas de las monedas comunes superan los costos. La teoría resultante del "área monetaria óptima" se reduce a un puñado de pruebas. Los ciclos económicos de países que comparten una moneda deberían estar más o menos sincronizados. Sus trabajadores deberían moverse libremente a través de las fronteras de los demás países, para compensar cualquier desequilibrio en la demanda laboral. Sus salarios y precios deberían ser flexibles, para corregir diferencias en la competitividad.

Cuando el euro fue lanzado en 1999, sus fundadores ignoraron en gran medida la teoría. Esperaban que el euro ayudase a las economías a sincronizarse y quisieron imponer estrictos controles sobre la política fiscal de los gobiernos. Hasta cierto punto, sus esperanzas se han cumplido: la correlación de crecimiento entre Alemania y otras economías de la zona euro ha aumentado marcadamente desde que adoptaron la moneda común.

Sin embargo, la última década también ha expuesto las debilidades de Europa como un área monetaria óptima. El ascenso de China como destacado motor manufacturero internacional, por ejemplo, empujó a las economías de la zona euro en distintas direcciones. Alemania, que le vendía a China las máquinas de alta precisión necesarias para sustentar su crecimiento, experimentó un auge de exportaciones. En tanto, países que se concentraban en artículos de menor costo —principalmente España y Portugal— acumularon amplios déficits comerciales, en gran medida porque no podían recortar los salarios lo suficientemente rápido para competir. Como consecuencia, pidieron prestado dinero para cubrir la brecha entre lo que consumían y lo que vendían, un factor que contribuyó a sus actuales problemas de deuda.

La falta de supervisión unificada del sistema bancario en la zona euro creó un problema que los teóricos de la zona monetaria no lograron prever. Las relajadas reglas de préstamos les permitieron a los bancos en Irlanda, Alemania y otros lugares sumar grandes cantidades de deuda de alto riesgo, desde hipotecas a bonos de gobiernos como el de Grecia. El costo de rescatar a esos bancos ha llevado las finanzas de Irlanda al límite y ha elevado los problemas financieros de Grecia desde un tema local a una amenaza sistémica.

Los funcionarios europeos ya están implementando reformas pero los economistas creen que pueden hacer más. Para empezar, los países necesitan un colchón financiero para cuando se queden fuera de sintonía frente al resto de la zona euro. En última instancia, mucho dependerá de la voluntad de los gobiernos europeos de resignar cierta soberanía. De lo contrario, esta crisis probablemente no sea la última.

Fuente: WSJ

7 jun 2011

Prepárense: aquí viene el yuan

Por Tom Orlik

La muralla está empezando a agrietarse.

Durante años, China le ha puesto trabas a la entrada y salida de capital de su economía, la segunda mayor del mundo. Ahora, el gobierno de Beijing está promoviendo una campaña para que el yuan juegue un rol protagónico en el escenario global y, como consecuencia, están apareciendo fisuras en esa monumental barrera financiera.

Un yuan que sea utilizado más ampliamente en el comercio internacional y en las inversiones podría llegar a desafiar la supremacía del dólar, corregir algunos de los desequilibrios que plagan la economía china y la global y obligar a un Estados Unidos derrochador a vivir dentro de sus posibilidades.

No será una transición fácil. Hay poderosos intereses creados en China que están satisfechos con el status quo y que intentarán frenar cualquier intento de reforma. Pero los cambios que China ha implementado hasta ahora han generado ímpetu tanto dentro como fuera de sus fronteras y podrían resultar demasiado fuertes como para ser resistidos.

Durante más de una década, el hermetismo del capital chino ha sido una característica definitoria de la economía global. Ha aislado al país del flujo internacional de capital, lo que le ha permitido salvarse de la crisis asiática de 1997 y salir prácticamente ileso de la crisis financiera estadounidense de 2008.

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Además, al negarles a los mercados de divisas un papel en la fijación del tipo de cambio, el gobierno ha podido mantener el valor del yuan en un nivel artificialmente bajo, alimentando un auge exportador que ya dura 30 años. Dado que los ahorradores chinos no pueden llevar su dinero al extranjero, los bancos han ofrecido bajas tasas de interés, manteniendo el costo del capital para la industria a precios bajísimos y apuntalando una ola de inversiones.

Shenzhen es un buen ejemplo: la que en 1979 era una aldea de pescadores es ahora una ciudad de 14 millones de habitantes construida alrededor del cuarto puerto de mayor tráfico del mundo. El capital de bajo costo subsidió la construcción de infraestructura de transporte y energía, fábricas y plantas de ensamblaje. Un yuan subvaluado, combinado con la mano de obra barata, le dio una ventaja competitiva a sus empresas frente a rivales extranjeros.

Pero la manipulación del tipo de cambio y las tasas de interés bajas tiene un costo. El capital barato se ha traducido en un exceso de capacidad en el sector industrial y burbujas en el mercado inmobiliario. La gestión del tipo de cambio en un momento de superávit comercial ha resultado en la acumulación de reservas descomunales en moneda extranjera: US$3,04 billones (millones de millones) para los que China tiene pocas opciones aparte de reciclarlos como créditos baratos para Estados Unidos.

Una de las primeras brechas en la restrictiva política china se produjo en julio de 2009, con un plan para permitir que las importaciones y las exportaciones se transaran en yuanes. En el primer trimestre de 2011, US$ 55.000 millones del comercio chino (7% del total) se transaron en yuanes. Para fines de abril de 2011, los depósitos en yuanes en el sistema bancario de Hong Kong habían subido a 511.000 millones de yuanes (US$79.000 millones), aproximadamente nueve veces los de julio de 2009, cuando fue lanzado el programa.

También se están relajando las limitaciones a las salidas de capital. El mes pasado, el gobierno de Shanghai anunció planes para permitir a los residentes de la ciudad invertir en el extranjero.

Pero una apertura más sustancial requerirá progresos en dos áreas: un tipo de cambio que se acerque a su valor de equilibrio y tasas de interés fijadas por el mercado. El yuan sigue subvaluado, pero dos factores sugieren que está mucho más cerca del valor de mercado que antes: se apreció 20% en términos reales desde 2005 contra una canasta conformada por las monedas de sus principales socios comerciales, y el superávit de cuenta corriente chino cayó a 5,2% del Producto Interno Bruto en 2010 frente a 10,1% en 2007.

Mientras tanto, las tasas de interés chinas todavía son fijadas por el gobierno. Pero el Banco Popular de China (PBOC)está intentando hacer progresos, aprendiendo de la historia económica del país.

Al comienzo de la era de las reformas, el gobierno designó a Shenzhen como una zona económica especial donde poner a prueba las políticas de libre mercado antes de expandirlas al resto del país. Ahora, Hong Kong servirá como un lugar similar de experimentación para las reformas del sistema financiero del país.

El rendimiento de la deuda denominada en yuanes que se opera en Hong Kong ya lo fija más el mercado que la tasa de referencia impuesta por el PBOC.

Los pasos siguientes

Ahora se acumula la presión sobre China para que abra más los canales a sus mercados de capital. La cuestión es si el cambio será rápido o lento. Los líderes del país parecen optar por la ruta cautelosa. El objetivo de convertir a Shanghai en una capital financiera internacional para 2020 era ampliamente asumido como el plazo de facto para abrir el capital. Pero su rápido progreso el pasado año ha aumentado las expectativas de que se adelante.

Si China acelera el cronograma, las implicaciones son enormes. Una tasa de interés más alta significará una expansión más lenta de las inversiones, lo que a su vez reduciría el apetito del país por las materias primas y desaceleraría el principal motor interno del crecimiento.

Un yuan más caro limitará la demanda por las exportaciones que han impulsado el explosivo crecimiento de la costa este del país. Los fabricantes de textiles, juguetes y herramientas (productos cuyos márgenes de ganancia son mínimos) serían los primeros en sucumbir. Los fabricantes de tecnología de punta como Hon Hai Precision Industry Co., que fabrica el iPad de Apple, ya decidieron trasladar sus plantas de producción al interior del país, para encontrar mano de obra más barata.

El próximo paso en el desarrollo del yuan sería adoptar un rol como moneda de reserva pero requerirá avances más sustanciales. Una cuenta de capital todavía fuertemente controlada por el gobierno implica que la moneda china no puede cumplir la principal función de las reservas: un activo líquido al que los bancos centrales pueden recurrir para estabilizar el valor de su moneda local.

La puerta hacia las reformas no está totalmente abierta pero tampoco está cerrada con llave.

Fuente: WSJ

6 jun 2011

La Fed no cambia de curso pese a los temores económicos

Los funcionarios de la Reserva Federal no tienen prisa en responder a recientes indicios de que el crecimiento económico de Estados Unidos ha encontrado nuevos obstáculos, a pesar de rumores en los mercados financieros de que la Fed podría comenzar un nuevo programa de compras de bonos del Tesoro de EE.UU. para alentar la expansión.

El banco central ya ha comprado más de US$2 billones (millones de millones) de bonos hipotecarios y bonos del Tesoro. Las compras tienen por meta mantener bajas las tasas de interés reduciendo la oferta de valores en manos privadas y empujar los inversionistas a sectores como las acciones para alentar los negocios y los consumidores.

El presidente de la Fed, Ben Bernanke, indicó en abril que el obstáculo para una mayor "relajación cuantitativa", como se la conoce, es muy alta y los funcionarios de la Fed no han hecho nada para indicar que la previsión de Bernanke haya cambiado conforme los datos económicos han empeorado en semanas recientes.

En una conferencia de prensa en abril, Bernanke dijo que las recompensas que vendrían con compras adicionales se habían vuelto poco atractivas. "No está claro que podamos conseguir mejoras sustanciales en (el empleo) sin algún riesgo adicional de inflación", dijo.

Los funcionarios de la Fed en general han sostenido ese punto de vista. En comentarios de la semana pasada, el presidente de la Fed de St. Louis, James Bullard, dijo que la Fed estaba entrando en un periodo en el cual habrá una pausa en la estrategia de la Fed, lo cual significa que la Fed no tratará de hacer subir o bajar las tasas de interés. Charles Evans, presidente de la Fed de Chicago y firme partidario de programas anteriores, dijo a comienzos del mes pasado que la Fed ya había hecho "suficiente".

En comentarios el miércoles, la presidenta de la Fed de Cleveland, Sandra Pianalto, dijo que la actual postura de la Fed era apropiada y agregó que la recuperación probablemente continuaría, aun cuando el crecimiento "puede ser frustrantemente lento a veces".

Bernanke ha argumentado que las anteriores compras de bonos han funcionado, pero ha tenido un costo político para la Fed. Los críticos en el Congreso y el exterior dicen que la Fed está atizando la inflación en todo el mundo.

"No quieren hacer una tercera relajación cuantitativa", dijo Vincent Reinhart, economista que previamente dirigía la influyente división de asuntos monetarios de la Fed. La última ronda de relajación cuantitativa, que representará US$600.000 millones en compras de bonos, concluirá a finales de junio.

Un impulso por parte del Congreso, mediante gasto de déficit adicional, también parece improbable. Los republicanos han preparado una agenda basada en reducción de gastos y probablemente serían renuentes a apoyar nuevos intentos por estimular el crecimiento con política fiscal. Nuevas reducciones de impuestos también encararían una difícil recepción, dada la actual atención de Washington en reducir el déficit de largo plazo.

El gobierno del presidente Barack Obama quiere un mayor gasto en infraestructura en el cercano plazo, pero funcionarios del gobierno, sensibilizados por el divisivo legado de la ley de estímulo de 2009, no lo llaman estímulo.

El gasto en infraestructura, además de educación y programas de investigación y desarrollo ya propuesto por Obama, son "políticas que tienen el potencial de tener impacto en la creación del empleo pero también tienen la capacidad de aumentar nuestra competitividad", dijo Brian Deese, subdirector del Consejo Económico Nacional.

El ánimo actual podría cambiar si la economía se deteriora. Bernanke ha indicado que la perspectiva de inflación tendrá un papel clave en sus decisiones acerca de política monetaria. La creciente inflación podría obligar a la Fed a elevar las tasas de interés. Una tasa de inflación menguante podría obligar a estudiar el comienzo de un nuevo programa de relajación cuantitativa.

La Fed inició su último programa de relajación cuantitativa en 2010 en medio de inquietudes de que EE.UU. estaba deslizándose hacia una deflación, o precios para el consumidor menguantes. La conducta de los mercados de bonos no indica que la deflación sea una preocupación seria ahora mismo. Los precios de los TIPS, bonos del Tesoro protegidos contra la inflación, indican que los inversionistas esperan una inflación de 2,8% en cinco años, sustancialmente más de lo que era el caso en agosto, cuando la Fed comenzó a hablar acerca de una nueva ronda de relajación cuantitativa. Entonces, la inflación esperada estaba en una trayectoria menguante, de 2,8% a menos de 2,2%, en un par de meses.

La inflación medida es también mayor de lo que era el año pasado. Cuando la Fed inició el programa en noviembre, los precios al consumidor estaban con un alza de 1,1% frente al año anterior, muy por debajo de la meta de 2% de la Fed. En abril, subieron 3,1% frente al año anterior.

"No creemos que sea para nada probable, pero las cosas podrían cambiar", dijo Michael Pond, estratega de bonos de Barclays Capital, sobre las probabilidades de otra ronda de relajación. "Si el crecimiento se modera muy por debajo de su tendencia y además de eso hay una merma de la inflación y las expectativas de la inflación, es ciertamente posible. En este momento no es un asunto que esté sobre la mesa".

—Carol E. Lee contribuyó a este artículo.

Fuente: WSJ