29 ene 2010

Los cerebros detrás del colapso financiero

Hace unos días, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, propuso nuevas normas para mantener a raya algunas de las actividades más arriesgadas (y rentables) de Wall Street. Uno de los blancos son las reservadas operaciones de corretaje entre bancos que utilizan altos niveles de apalancamiento, o dinero prestado, para hacer grandes apuestas sobre el mercado.

Wall Street asegura que las regulaciones no son necesarias, y desde que se desató la crisis financiera, la mayoría de bancos ha disminuido su exposición a esta clase de operaciones. Pero cuando la recesión empezó a propagarse con toda su fuerza en 2007, muchos de ellos se convirtieron en las primeras víctimas, perdiendo en conjunto miles de millones de dólares en cuestión de días.

En su nuevo libro 'The Quants' (algo así como Los quants), el reportero de The Wall Street Journal, Scott Patterson, sugiere cómo un grupo de matemáticos e ingenieros informáticos se apoderó de gran parte del sistema financiero (y los daños que infligieron en el colapso económico de 2007).

Extractos del libro 'The Quants', sobre cómo una banda de matemáticos e ingenieros informáticos casi destruyó Wall Street:

El 6 de agosto de 2007, Peter Muller, un operador de Morgan Stanley y fundador del fondo Process Driven Trading, PDT (negociación dirigida por procesos), estaba cerca de Boston visitando a un amigo. Al mando de la unidad en su reemplazo estaban Mike Reed y Amy Wong, ambos veteranos de PDT, desde cuando el grupo no era más que un experimento teórico y sus operadores una banda de jóvenes genios de las matemáticas que se la pasaban ensayando modelos en computadoras.

En Wall Street eran conocidos como los quants (o inversionistas cuantitativos): operadores e ingenieros financieros que recurrían a complejos conceptos matemáticos y computadoras superpoderosas para jugar con miles de millones de dólares. En lugar de seguir a compañías individuales y fijarse en su desempeño, la gerencia y sus rivales, se basaban en elaboradas fórmulas matemáticas para configurar apuestas sobre qué acciones subirían y cuáles bajarían. Para principios de 2000, estos inversionistas cuantitativos ya dominaban Wall Street, respaldados por importantes descubrimientos teóricos en la aplicación de las matemáticas a los mercados financieros, avances que los habían hecho merecedores de varios estantes llenos de premios Nobel.

PDT, uno de los fondos cuantitativos más reservados, era ahora una potencia económica, con oficinas en Londres y Tokio y alrededor de US$6.000 millones en activos (el monto podía cambiar a diario dependiendo del dinero que Morgan dirigía hacia la unidad). Se trataba de una máquina bien engrasada que no paraba de imprimir dinero, día tras día.

Sin embargo, esa semana, PDT no imprimiría nada de dinero, todo lo contrario, lo destruiría cual gigantesca trituradora industrial.

Las acciones que PDT seguía habían comenzado a comportarse de forma inusitada a mediados de julio y habían empeorado en los cinco primeros días de agosto. El viernes anterior, en torno a seis de los grandes triunfadores en el Nasdaq eran los títulos que PDT había vendido al descubierto, dadas sus expectativas de que su precio caería, y varios de los mayores perdedores eran acciones que el fondo había comprado con la esperanza de que subirían. Era el mundo al revés para los quants. Arriba era abajo y abajo era arriba.

Las oscilaciones en el mercado que PDT y otros fondos quants empezaron a ver a principios de esa semana desafiaban toda lógica. Toda la matemática y la ciencia que había propulsado la inversión cuantitativa a la cima de Wall Street no podían asimilar lo que estaba sucediendo.

En los días siguientes empezó a cobrar forma una teoría: el mercado inmobiliario de Estados Unidos se estaba hundiendo, traduciéndose en gigantescas pérdidas en los portafolios de hipotecas de bancos y fondos de cobertura. El resultado fue un catastrófico efecto dominó.

Destrucción de un modelo

La ola de ventas apresuradas hicieron añicos los modelos que los quants habían utilizado para comprar y vender acciones. A principios de agosto, las ventas cobraron vida por sí mismas, causando pérdidas multimillonarias. El colapso también reveló peligrosas conexiones en el sistema financiero de las que pocos habían sido conscientes hasta entonces: las pérdidas en el mercado de bienes raíces de EE.UU. podían provocar pérdidas en gigantescos portafolios de acciones que no tenían nada que ver con ese sector. Lo que reinaba era un auténtico caos alimentado por el pánico.

Los inversionistas cuantitativos hicieron lo que pudieron por contener los daños, pero parecían bomberos tratando de apagar un infierno con gasolina.

El martes se aceleró la caída en espiral. Cliff Asness, ex ejecutivo de Goldman Sachs que dirigía Applied Quantitative Research, un fondo quant, y su equipo de técnicos trabajaban sin parar. Mientras, las autoridades apenas tenían noción de las cuantiosas pérdidas que estaban azotando a Wall Street.

La masacre puso en evidencia la falta de transparencia en el mercado. Nadie sabía cuál era el fondo que había activado el colapso. Nerviosos, los operadores intercambiaban rumores por email y teléfono en una caza frenética por descubrir al paciente cero. Muchos apuntaban a Global Alpha, el fondo quant de Goldman Sachs fundado por Asness en los años 90 y que había alcanzado proporciones desmesuradas. Pero nadie estaba seguro.

El martes en PDT, Muller seguía tanteando a los gerentes, tratando de averiguar quiénes estaban vendiendo y quiénes no. Pero pocos querían hablar. A medida que la situación se desbordaba, Muller mantenía al corriente a la élite ejecutiva de Morgan. Quería saber cuánto daño era aceptable. Pero sus jefes no le dieron ninguna cifra concreta. No entendían los detalles de cómo funcionaba PDT. Muller había mantenido la operación del fondo tan en secreto todos esos años que muy pocas personas en la firma tenían idea de cómo generaba dinero. Sabían que casi siempre era rentable y eso era lo único que importaba.

Eso significaba que la decisión estaba en manos de Muller. Así que el gestor decidió vender.

En la sede principal de Morgan en Nueva York, Muller entró a la sala de corretaje. Tras un vistazo rápido a lo que estaba pasando en las bolsas, comprobó que las noticias eran malas. Muller nunca había visto un mercado tan brutal.

Esa mañana, PDT ejecutó las órdenes de Muller, deshaciéndose agresivamente de sus posiciones. Muchos otros fondos quant también estaban vendiendo en tropel. Todas las estrategias cuantitativas, consideradas hasta hace apenas unos días como las ideas de inversión más sofisticadas, se estaban reduciendo a la nada.

Curiosamente, el complejo mundo del corretaje quant logró enmascarar inicialmente las pérdidas ante la vista pública. Los inversionistas comunes y corrientes no tenían ni idea de lo que estaba pasando bajo la superficie, donde miles de millones de dólares de fondos de cobertura se estaban evaporando. Las ganancias que generaron las ventas de acciones al descubierto generaron una ilusión óptica: el mercado parecía estar recuperándose, pese a que los pilares sobre los que se sustentaba se estaban despedazando.

Hacia el final del día, PDT había perdido casi US$300 millones. Todo indicaba que el fondo iba a desaparecer. Otros fondos sufrieron pérdidas incluso mayores. Global Alpha, de Goldman Sachs, registró una caída de 16% para ese mes, una pérdida de unos US$1.500 millones. No había nada que pudiera hacerse. O al menos eso es lo que parecía.

Fuente: WSJ

Hace unos días, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, propuso nuevas normas para mantener a raya algunas de las actividades más arriesgadas (y rentables) de Wall Street. Uno de los blancos son las reservadas operaciones de corretaje entre bancos que utilizan altos niveles de apalancamiento, o dinero prestado, para hacer grandes apuestas sobre el mercado.

28 ene 2010

La Fed mantiene tipos e insiste: seguirán bajos por un "largo periodo" de tiempo

por F. R. Ch|Agencias

La Reserva Federal ha decidido mantener los tipos de interés en su nivel histórico más bajo, entre el 0% y el 0,25%, por un mes más. El organismo que preside Ben Bernanke ha vuelto a insistir en que se mantendrán así durante un periodo "extenso de tiempo", aunque ya aparecen miembros del Comité Abierto que discrepan de esta política. Hoenig, de la Fed de Kansas, ha votado en contra de la decisión, rompiendo la unanimidad.

Sin sorpresas en el discurso elaborado por la Fed para concluir su primera reunión de este 2010. El banco central estadounidense ha vuelto a reiterar su compromiso de mantener las tasas de interés cerca de cero por un "largo periodo de tiempo".

Sin embargo, en esta ocasión la unanimidad se ha roto y uno de los miembros del Comité Abierto ha levantado la voz con su voto en contra del comunicado. Se trata de Thomas Hoenig, presidente de la Fed de Kansas, quien ha mostrado su oposición a la línea marcada por el banco central.

El banquero ha mostrado su disconformidad con la línea que lleva a cabo el banco central, sugiriendo que los tipos seguirán bajos durante mucho tiempo. Hoenig ha apostado por lanzar un lenguaje más duro, ya que cree que las condiciones económicas y financieras han cambiado. Ahora, el funcionario estima que la Fed debería cambiar su discurso y no garantizar las expectativas de que el precio del dinero seguirá cerca de 0% en los próximos meses.

Desde hace justo un año, un comunicado de la Fed no recogía una votación no unánime. Fue el pasado 28 de enero, cuando uno de los miembros de la Fed votó en contra del comunicado al ser partidario de una política de compra de deuda estadounidense y no sólo de compra de activos con problemas. En marzo, la Fed adoptó estas medidas, en plena caída libre de los mercados financieros.

Mejora la economía
En el comunicado publicado hoy, la Fed destaca que "la economía de Estados Unidos siguió fortaleciéndose en diciembre y que el deterioro del mercado laboral se modera". Además, el banco central insiste en que la inflación se mantendrá estable durante un tiempo, debido al alto nivel de desempleo, instalado en el 10%.

También menciona que la expansión del gasto familiar se mantuvo moderado, restringido por las dificultades del mercado laboral y las duras condiciones del crédito. Por eso, la institución observa que el ritmo de recuperación económica seguirá débil por un tiempo, aunque anticipa una subida gradual de los recursos utilizados. Eso sí, el informe no se detiene en las condiciones del mercado inmobiliario, que en la última semana ha dado señales de debilidad al reflejar nuevas caídas en el ritmo de ventas de casas nuevas y de segunda mano, así como el de los precios en las principales áreas metropolitanas.

Fin de las medidas de apoyo en el horizonte
Por otra parte, el organismo dirigido por Bernanke ha reiterado que acabará con la compra de activos hipotecarios a finales del primer trimestre del año. Además, la Fed ha señalado que desactivará la facilidad de subasta a plazo, siendo la última el próximo 8 de enero.

Una medida similar han llevado a cabo los principales bancos centrales del mundo, que van a cortar el grifo de los dólares a las entidades financieras a partir del 31 de enero, ante la mejora económica y de los mercados financieros.

Las principales autoridades monetarias de las economías avanzadas habían implementado un sistema de subastas de liquidez en divisa estadounidense para que los bancos que necesitaran dólares con urgencia durante la crisis financiera pudieran tener acceso a ellos.

Reacciones
El comunicado no ha dejado muchas sorpresas, aunque la ruptura de la unanimidad ya es una señal importante para lo que pueda venir en los próximos meses. El economista jefe de LPL Financial, Jeff Kleintop, ha destacado que el banco central "no ha cambiado su programa de compra de activos respaldados por hipotecas" y añade que "supongo que algunas personas tenían la impresión de que podrían extenderse", por lo que espera "debilidad en los valores inmobiliarios".

En este mismo sentido se ha manifestado Scott Macdonald, de Aladdin Capital, quien considera que "el freno a la compra de activos inmobiliarios podría elevar las dudas sobre la fortaleza de la recuperación", y más cuando en el último mes, las ventas de casas han sufrido caídas.

Por su parte, el estratega de Key Private Bank, Bruce McCain, ha destacado que la Fed mantiene un discurso "cauto" aunque reconoce que "las duras condiciones del mercado laboral están aplacándose".

Otra lectura positiva la ha tenido el economista jefe para Estados Unidos de Swiss Re, Kurt Karl. Este experto cree que el comunicado es "positivo". Karl destaca que la Fed insiste en que mantendrá las tasas cercanas al 0% por mucho tiempo, "lo que es bueno para los mercados".

Fuente: Expasión

27 ene 2010

Trichet critica a los bancos y le da un espaldarazo a Bernanke

Por Brian Blackstone y Matthew Karnitschnig

FRANCFORT—El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, ofreció su respaldo, con reservas, a un plan de Estados Unidos para limitar el tamaño y las actividades de los grandes bancos. Recalcó, sin embargo, que tales propuestas deben ser coordinadas de forma global.

En una entrevista con The Wall Street Journal en su oficina en el piso 35 del BCE en el centro de Fráncfort, Trichet también exhortó a los legisladores estadounidenses a que mantengan a Ben Bernanke por un nuevo período al frente de la Reserva Federal. Señaló que tiene a Bernanke "en muy alta estima", un apoyo público poco común de un banquero central que resguarda celosamente su independencia de la política.

Los planes de reforma bancaria que la Casa Blanca presentó la semana pasada "van en la misma dirección que nuestra propia postura, es decir asegurar que el sector bancario se concentre en financiar la economía real", dijo Trichet, de 67 años, en sus primeras declaraciones públicas sobre la propuesta.

El plan del presidente Barack Obama fijaría límites a la participación de mercado de las mayores firmas financieras y restringiría las operaciones de corretaje de los bancos con recursos propios.

Varios países europeos, incluyendo Alemania y Francia, han insistido en la necesidad de alcanzar un consenso internacional sobre un nuevo marco regulatorio para el sistema bancario. La postura europea, en todo caso, ha hecho hincapié en forzar a los bancos a aumentar su capital en lugar de restringir sus actividades.

Aunque Trichet indicó que el BCE estaba "examinando [las propuestas de Obama] con gran cuidado", algunos analistas se preguntan si Alemania y Francia, los miembros más influyentes de la zona euro, apoyarán reformas que pueden debilitar a sus propios bancos universales, Deutsche Bank AG y BNP Paribas SA.

La mala memoria de los bancos

Trichet, quien viaja el miércoles a Davos, Suiza, para asistir al Foro Económico Mundial, instó a los banqueros de todo el mundo a recordar su rol en la creación de la mayor crisis financiera mundial desde la Gran Depresión y quién acudió al rescate.

Algunas instituciones financieras ven un retorno a la normalidad "y han olvidado que los gobiernos pusieron sobre la mesa más de 25% del PIB en riesgo para los contribuyentes y que grandes bancos centrales implementaron medidas poco convencionales, que han sido absolutamente extraordinarias", aseveró Trichet.

Los bancos, añadió, necesitan apuntalar sus finanzas al emitir nuevas acciones cuando sea posible, provisionar una parte "significativa" de sus ganancias y corregir las prácticas de remuneraciones para que el sector pueda "hacer su trabajo, que es financiar de manera apropiada la economía real".

En cuanto al problema más grave que afronta el BCE —la crisis financiera y económica en Grecia— Trichet sostuvo que Atenas cumplirá su reciente promesa de limitar a la brevedad el creciente déficit fiscal, pese a los duros recortes de gasto que conllevará.

"Es lo que el gobierno se ha comprometido a hacer", dijo Trichet cuando se le consultó si un país con un enorme gasto público como Grecia podría realmente alcanzar sus ambiciosas metas de reducción del déficit. "Confío en que no es sólo realista, sino necesario en las exigentes circunstancias actuales tomar las decisiones correctas para alcanzar el objetivo". Grecia ha indicado que reducirá su déficit de casi 13% del PIB en 2009 a menos de 3% para 2012.

Muchos inversionistas y economistas dudan de que el ambicioso cronograma sea viable y las diferencias, o spreads, entre los rendimientos de la deuda soberana de Grecia y alternativas más seguras como los bonos del gobierno alemán se han disparado.

Grecia representa sólo una fracción de la economía de la zona euro, pero su crisis económica ha generado temores de que sus problemas podrían expandirse a otros países con creciente déficits fiscales, como Irlanda, España y Portugal. Alemania y otros miembros de la zona euro han presionado a Atenas para que sanee sus finanzas.

Fuente: WSJ

26 ene 2010

Restaurando la fe en los mercados financieros

Por John C. Bogle

"Invertir es un acto de fe". Eso fue lo que escribí en 1999 como primera frase en mi libro "El Sentido Común en los Fondos Mutuos". Pero a fines de 2009, cuando estaba escribiendo para la edición actualizada del décimo aniversario de su publicación, tras el transcurso de esta década turbulenta, concluí que "la fe de los inversionistas ha sido vulnerada".

¿En qué sentido? Porque los retornos generados por nuestros administradores corporativos frecuentemente han sido ilusorios, creados por lo que se conoce como ingeniería financiera y producidos sólo mediante la adquisición de un riesgo masivo. Más aún, demasiados de nuestros gestores de fondos profesionales no han actuado como buenos regentes del dinero que como inversionistas les confiamos.

En resumen, demasiados de nuestros agentes financieros y corporativos no han actuado en el interés de quienes aportaron el dinero, los inversionistas de fondos mutuos y los beneficiarios con quienes tenían un deber fiduciario.

Las ramificaciones fueron muchas, ya que el hecho de que los gestores de dinero no observaran su deber fiduciario jugó un papel principal en permitir a los gerentes corporativos situaran sus propios intereses por encima de los intereses de sus accionistas.

En el relativamente corto lapso de medio siglo, nuestros agentes institucionales se han convertido en la fuerza dominante en la esfera corporativa estadounidense. Los inversionistas institucionales tenían menos del 10% de todas las acciones estadounidenses a mediados de los años 50, el 35% en 1975, y el 53% hace una década, y ahora los inversionistas institucionales poseen y controlan casi el 70% de las acciones de las corporaciones estadounidenses. Los fondos mutuos tienen la mayor cantidad, con un 26%; los planes privados de pensiones tienen otro 11% y los planes de pensiones del gobierno, otro 9%.

El aumento del rol de las agencias en las inversiones ha sido progresivo y casi inexorable. Pero esta revolución en la tenencia de capital se ha visto acompañada de muchos fallos, en parte porque ligó a los agentes del Estados Unidos corporativo con los agentes del Estados Unidos de la inversión. Como Leo E. Strine, vicecanciller de la Corte de Delaware, observó en un discurso en 2007: "Los tenedores de capital de las corporaciones públicas ya no son pocos y débiles…representan actores nuevos y poderosos que presentan sus propios riesgos tanto para los inversionistas individuales como para los intereses de nuestro país". Sin embargo, apuntó, los gestores profesionales de dinero no tienen menos tendencia a "explotar su poder que los gerentes de corporaciones que fabrican productos y venden servicios".

En primer lugar, la locura de la especulación a corto plazo ha reemplazado la cordura de la inversión a largo plazo como la estrella del capitalismo. La práctica de alquilar una acción ha reemplazado el antiguo sistema de tener una acción. En 2009, el cambio de propiedad de una acción superó el 250% (es decir cambió de manos dos veces y media), comparado con un 78% hace una década y un 21% hace 30 años.

El resultado es que la ilusión momentánea del precio de una acción se convirtió en protagonista, y desplazó la realidad más duradera del valor intrínseco de una compañía, el valor descontado de su flujo de caja futuro. Nuestros ahora poderosos agentes ignoraron la famosa advertencia de Benjamin Graham en "El Inversionista Inteligente" de que "a corto plazo, el mercado es una máquina de votar; a largo plazo, es una máquina de calibrar".

Dos, el sector financiero se convirtió en la fuerza propulsora de la economía de EE.UU. Durante la última década, los ingresos de las firmas bursátiles (excluyendo las ganancias y pérdidas de las negociaciones) aumentaron de US$200.000 millones a unos US$375.000 millones, y las tarifas y gastos de los fondos mutuos aumentaron de US$47.000 millones a US$100.000 millones. Cuanto más altos estos costos de intermediación, evidentemente, menores los retornos a los inversionistas como grupo. Desgraciadamente, en este mundo de "Alicia en el País de las Maravillas" de los mercados financieros, el inversionista está en lo más bajo de la cadena alimenticia.

Tres, la innovación se convirtió en la palabra clave de la era. Pero la innovación estaba dominada por complejos nuevos productos, como los seguros contra cesaciones de pagos y obligaciones de deuda colateralizada, diseñados para generarle dinero a las firmas de Wall Street en lugar de a sus clientes. El ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker recientemente opinó que la única innovación financiera de la era que creó valor fue el cajero automático (también dijo que los fondos indexados crearon bastante valor para los inversionistas).

Cuatro, toda esta actividad especulativa de mercado y la costosa actividad de marketing parecía llevar a los gestores institucionales de fondos a ignorar las realidades de los balances y los informes de ingresos de las compañías de sus portafolios, un fracaso impactante del análisis profesional de los valores.

Se permitió que la "ingeniería financiera" se moviera como Pedro por su casa y "todo vale" parecía ser la regla a la hora de cumplir con las expectativas de ganancias. El fallecido Robert Bartley, por mucho tiempo editor de este periódico, acertó cuando escribió en The American Spectator (diciembre 2003 a enero 2004) que "las ganancias reales son representadas por efectivo, que es un hecho tangible, en lugar de ganancias reportadas, que son una opinión".

Cinco, en ausencia del control de sus propietarios institucionales, las empresas empujaron los beneficios de los ejecutivos a niveles sin precedentes. Desde 42 veces el sueldo promedio de un trabajador en 1980, la compensación del presidente ejecutivo típico de una corporación estadounidenses ahora se acerca a 400 veces el sueldo promedio de un trabajador. A pesar del colapso de las ganancias corporativas durante la reciente crisis financiera, hay pocas señales de que la remuneración de ejecutivos se haya visto afectada significativamente.

Mientras muchas fuerzas sociales contribuyeron a estas aberraciones del capitalismo, el dominio de este nuevo sistema de tenencia de acciones jugó el rol más importante. La regulación por sí sola no será suficiente para corregir estos flagrantes abusos, debido a la gran influencia sobre ella de los grupos de presión que representan a estos nuevos agentes. Hay pocas regulaciones que no puedan ser evadidas por las partes a las que supuestamente regulan.

El proceso de restablecer la fe en los inversionistas debe empezar con la demanda de que los agentes o tenedores del EE.UU. de la inversión hagan valer los derechos de los beneficiarios a quienes representan. Lo que necesitamos es que el Congreso tome cartas en el asunto y establezca un principio federal de deber fiduciario, que se resumiría en la frase de que "ningún hombre puede servir a dos amos".

Este principio requerirá que los gestores institucionales 1) actúen solamente en el interés de sus accionistas y beneficiarios; 2) Cumplir con la due dilligence, es decir investigar los balances de las empresas a profundidad y los estándares profesionales en sus prácticas de inversión; 3) cumplir con sus responsabilidades como propietarios o tenedores mediante una participación corporativa en el gobierno corporativo y 4) eliminar el conflicto de intereses en sus actividades.

Juntos, estos estándares requerirían que las instituciones financieras gigantes del EE.UU de la inversión se comporten como propietarios de la EE.UU. empresarial, como votantes que representen los intereses de sus beneficiarios; y que tengan una voz en los pagos de dividendos y la remuneración a ejecutivos así como en las fusiones y compras, con lo que se limitarían las acciones excesivas y se demandaría la independencia de los directores respecto de la gerencia (lo que incluiría la separación de los roles del presidente ejecutivo y el presidente de la junta).

Además, los reguladores deberían estar considerando cambios estructurales que podrían fomentar el rol de los inversionistas y disminuir el de los especuladores. Por ejemplo, otorgar a los inversionistas de más largo plazo, como los que tengan acciones por dos a cinco años, más derechos de voto o un mayor dividendo; implementar un impuesto federal sobre las transacciones bursátiles; o un impuesto sobre las ganancias capitales de corto plazo (por ejemplo las acciones tenidas por menos de seis meses A), que se podría aplicar tanto a inversionistas sujetos a impuestos como los exentos de impuestos, como ciertas cuentas de jubilación.

En el inicio de esta nueva década, es el momento de restablecer la fe de los inversionistas en nuestro sistema financiero y corporativo, que están ligados. Ciertamente, esta no es tarea para cobardes o impacientes

A principios de 2002, pedí la creación de una Federación de Inversionistas de Largo Plazo, en la que los inversionistas institucionales, entre ellos los gestores de gigantes fondos indexados que tienen entre el 15% de las acciones estadounidenses, se unirían para forzar la implementación de estos cambios y ejercerían su poder de propiedad sobre nuestras compañías que cotizan en bolsa.

En ese entonces, encontré pocos aliados. Hoy, tal vez, haya llegado el momento propicio para esta idea.

Bogle es el fundador y ex presidente ejecutivo de Vanguard Group.

Fuente: WSJ

25 ene 2010

La lucha por confirmar a Bernanke perjudica a la Fed

Por Jon Hilsenrath y Sudeep Reddy

Los vientos políticos parecen estar soplando a favor de Ben Bernanke, que necesita 60 votos en el Senado para ser confirmado en un segundo período al frente de la Reserva Federal de Estados Unidos. Pese a la intensa campaña desplegada por la Casa Blanca, sin embargo, su confirmación no está garantizada.

Cualquiera que sea el desenlace, la batalla por confirmar a Bernanke ha perjudicado la influencia y la percepción de independencia de la Fed.

Bernanke es más que el rostro público y motor de las decisiones de la Fed. Es considerado como la marca del banco central, la voz inteligente, honesta y estoica más capacitada para defender las decisiones de los últimos dos años ante un Congreso y un público escéptico. Incluso si el Senado apoya a Bernanke esta semana, las ásperas críticas y dudas que han precedido al voto podrían perjudicar su credibilidad pública. La batalla también dificulta la campaña de la Fed de presentarse como una entidad inmune a las presiones políticas y, por ende, libre para aumentar las tasas de interés cuando estime conveniente, aunque sea impopular.

Afortunadamente para Bernanke, su apoyo dentro del gobierno de Barack Obama y al interior de la Fed es sólido. Pero mientras más se prolongue la batalla, más podría interferir con la capacidad del banco central de comunicarse de modo efectivo. Un vistazo a tres escenarios posibles:

Una resolución expedita. Es lo mejor que le puede pasar a Bernanke y el escenario que muchos analistas estimaban más probable en la tarde del domingo. El Senado lo confirmaría antes de que expire su mandato el 31 de enero. Luego, Bernanke seguiría desmantelando los programas de emergencia lanzados para apuntalar el sistema financiero y diseñando una estrategia para subir las tasas de interés ante la recuperación de la economía, algo que al menos tardaría unos meses. Mientras tanto, Bernanke seguiría resistiendo la presión del Congreso para intensificar su supervisión de la política monetaria de la Fed y para quitarle sus facultades para supervisar los bancos.

"No se trata tanto de la persona sino de la institución", dice Vincent Reinhart, un ex alto funcionario del banco central. "La Fed es el blanco de mucha frustración y los políticos tendrán que alinearse con esa frustración de los electores. Vienen cambios y es mejor que la Fed empiece a entenderlo".

El limbo. El Senado podría no votar de aquí al fin de la semana. Si eso sucede, lo más probable es que el vicepresidente de la Fed, Donald Kohn, asuma la presidencia de la Junta de la Reserva Federal, mientras Bernanke se sigue desempeñando como miembro de la junta porque su mandato como gobernador se extiende hasta 2020.

El comité de política monetaria de la Fed, el Comité Federal de Mercados Abiertos, que incluye a los presidentes de los 12 bancos regionales de la Fed y a miembros de la junta, probablemente elija a Bernanke como su presidente cuando se reúna el martes. Aunque este desenlace confundiría al público, dentro de la Fed se considera una opción viable por un tiempo y no causaría ningún cambio de política. De todos modos, un limbo prolongado debilitaría la capacidad de la Fed de mandar señales claras y creíbles a los mercados sobre la dirección de las tasas de interés.

Un nuevo presidente. Si Bernanke no es confirmado por el Senado o se retira, la Casa Blanca sacaría a relucir una lista preparada el año pasado cuando estaba considerando la permanencia de Bernanke al frente de la Fed. Necesitaría alguien capaz de dirigir la economía, tranquilizar a los mercados y conseguir la aprobación del Senado.

Entre los candidatos figuran Janet Yellen, presidenta del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, que es considerada una paloma, alguien más preocupado por el desempleo actual que por la inflación de mañana; Lawrence Summers, el brillante y polarizador asesor económico de la Casa Blanca; Roger Ferguson, el ex vicepresidente de la Fed y actual presidente ejecutivo de un fondo de pensiones; Alan Blinder, un ex vicepresidente de la Fed que ahora es profesor en la Universidad de Princeton; y Christina Romer, la presidenta del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.

En cualquiera de estos escenarios, los inversionistas probablemente verán las decisiones de la Fed con escepticismo.

El débil apoyo brindado a Bernanke por Harry Reid, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, podría ser un indicador de lo que se avecina. "Para merecer la confirmación, el presidente Bernanke debe redoblar sus esfuerzos para asegurar que las familias puedan acceder al crédito que necesitan para comprar o mantener su vivienda, enviar a sus hijos a la universidad o formar un pequeño negocio", dijo Reid el viernes. "Fue una declaración horrorosa", dice David Zervos, director de estrategia de renta fija del banco de inversión Jeffries Inc. "Fue como decir que si eres confirmado me debes una".

Fuente: WSJ