20 feb 2009

Una cadena de investigaciones de fraude precedió el caso Stanford

Por Glenn R. Simpson, Dionne Searcey, Kara Scannell y John Lyons

Por años, las acusaciones rondaron a R. Allen Stanford, el empresario tejano que esta semana fue acusado de encabezar un fraude de US$8.000 millones.

Sin embargo, una falta de coordinación entre agencias federales y la dificultad de conseguir información sobre su banco en Antigua —donde la supervisión financiera es relativamente laxa— impidió que reguladores obtuvieran una visión clara de la situación, dicen investigadores.

Las autoridades, que ayer localizaron a Stanford en un pueblo en Virginia y lo notificaron oficialmente sobre los cargos civiles, dicen que el asunto reventó en diciembre luego de que Bernard Madoff‐ supuestamente les contara a sus hijos que estaba operando un fraude de US$50.000 millones. Eso aceleró la investigación de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC).

Dos años antes, en octubre de 2006, la oficina de la SEC en Fort Worth, Texas, había abierto una investigación formal sobre la venta de certificados de depósitos por parte de Stanford, que concluyó con los cargos civiles que la SEC presentó el martes en contra del inversionista y sus socios. La investigación de 2006 fue precedida por otra demanda ese mismo año en un tribunal estatal de Florida, en la que un ex ejecutivo de Stanford acusó a la empresa de operar una pirámide financiera. Ambas partes alcanzaron un acuerdo poniendo fin a la demanda.

Stanford aún no ha respondido a los cargos civiles por fraude presentados por la SEC. En otros casos en su contra a lo largo de los años, Stanford siempre negó haber hecho algo ilícito y dijo que cooperó con las autoridades.

De acuerdo a los cargos civiles por fraude que la SEC presentó en una corte de Dallas, Stanford International Bank, con sede en Antigua, atrajo a inversionistas ofreciéndoles retornos sobre certificados de depósitos (CD) por encima del rendimiento del mercado. La SEC dice que el banco en realidad colocó el dinero principalmente en bienes raíces y capital privado, y tergiversó la naturaleza de su portafolio para atraer a más clientes.

Según fuentes, un 75% de los CD vendidos por Stanford habrían sido comprados por latinoamericanos. La Superintendencia Bancaria de Venezuela, por ejemplo, informó que inversionistas venezolanos compraron al menos US$3.000 millones en CD de Stanford. Ayer, el gobierno venezolano anunció que asumirá el control de las operaciones de Stanford en el país, garantizando a sus clientes US$220 millones en depósitos. Los gobiernos de Perú, Ecuador, Panamá y Colombia están interviniendo las filiales locales de Stanford.

Una de las primeras investigaciones que se hizo a Stanford International Bank y sus afiliadas ocurrió en 1997 como parte de una pesquisa de la DEA al lavado de dinero del narcotráfico por parte de un cartel mexicano, según documentos de la agencia estadounidense de combate al narcotráfico. Stanford cooperó con la DEA y le entregó millones de dólares, muestran registros del tribunal. No se levantaron cargos en contra del banco. Poco después, el Departamento de Estado de EE.UU. sonó la alarma acerca de potenciales actividades de lavado de dinero en Antigua proveniente de la mafia rusa y otros grupos criminales.

En abril de 1999, el Departamento del Tesoro de EE.UU. emitió una advertencia a los bancos estadounidenses para que investigaran las transacciones de Antigua porque le preocupaba la fuerte influencia que algunas firmas tenían sobre los reguladores de la isla. El comentario se refería a Stanford International Bank, entre otros, aseguran ex funcionarios estadounidenses. Las autoridades de Antigua de entonces desestimaron las acusaciones y dijeron que estaban implementando regulaciones sobre el lavado de dinero de estándar mundial.

[Stanford]

En 2005, dos venezolanos sostuvieron en una corte de Florida que Stanford International Bank ayudó a crear una pirámide financiera fradulenta, cuyo blanco eran venezolanos. El caso fue resuelto extrajudicialmente. En 2006, un ex empleado de Stanford también demandó al banco en Florida, acusándolo de operar una pirámide financiera. El caso también terminó con un acuerdo, según el abogado del demandante.

Los reguladores en EE.UU. empezaron a recibir quejas aisladas sobre Stanford en 2001, según registros de la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera (Finra, por su sigla en inglés), la entidad de autosupervisión de Wall Street. Finra no actuó sobre las denuncias hasta abril de 2007, cuando emitió la primera de cuatro multas por un total de US$70.000.

Los problemas se intensificaron para Stanford International Bank a fines de 2007 cuando dos altos ejecutivos, Mark Tidwell y Charles Rawl, renunciaron a la firma debido a preocupaciones de que Stanford estaba falsificando retornos y mintiendo a inversionistas, según testimonios presentados en un tribunal federal de Dallas. A principios de 2008, demandaron a Stanford en una corte estatal de Texas, alegando fraude.

Para enero, la SEC entrevistó a algunos empleados de Stanford, según investigadores. El 14 de febrero, el abogado de Stanford y sus empresas, Thomas Sjoblom, renunció. El abogado no respondió a pedidos de comentarios.

Fuente: WSJ

19 feb 2009

Un imperio que alardeaba de sus resultados pero aportaba pocos datos

por Michael Peel

Los investigadores se esforzaban ayer para desentrañar la vasta red panamericana de negocios de Sir Allen Stanford. Era un imperio que alardeaba de sus resultados, pero que aportaba pocos datos sólidos que los respaldaran.

Stanford Financial Group asegura disponer de activos por valor de más de 50.000 millones de dólares (39.586 millones de euros) y presencia en EEUU, Latinoamérica y el Caribe –sin embargo, la información sobre la naturaleza de sus inversiones y su destino es escasa–.

Sir Allen –con caros intereses que van desde la propiedad de una isla a patrocinios multimillonarios en deportes como el golf y el cricket– se enfrenta ahora a acusaciones de que esta aparente riqueza empresarial es en parte un artificio creado para engañar a los inversores.

Stanford Financial Group –el nombre empleado por Sir Allen para describir sus negocios– no es la empresa clave en control del conglomerado, sino más bien el concepto que lo une todo. Se autodescribe como "no una entidad legal, sino una marca registrada que abarca la red global de entidades independientes, pero afiliadas, privadas y de entera propiedad".

En otras palabras, en términos de márketing, el grupo se asemeja a una especie de McDonald's de las finanzas, vendiendo la marca Stanford a inversores desde Quito a St Croix en las Islas Vírgenes de EEUU.

La atención –así como las acusaciones de "fraude de magnitud asombrosa" contra los inversores por parte de la Comisión del Mercado de Valores estadounidense– se ha centrado en Stanford International Bank, con sede en Antigua, aunque los 8.000 millones de dólares en activos que reivindican representan menos de una quinta parte de la supuesta riqueza total del grupo.

Uno de los principales conductos para otros negocios de Stanford –y la única empresa registrada en la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera de EEUU– parece ser Stanford Group Company, con sede en Houston, Texas, y que cuenta con cerca de una docena de oficinas en EEUU. La edición del pasado año de Stanford Eagle, la revista de inversiones del grupo, exponía que Stanford Group Company había continuado "su crecimiento en todas las áreas" en 2007. Sin embargo, aportó una serie de estadísticas irregulares como apoyo, como un salto del 85% en los ingresos de los clientes privados.

Se cree que muchos miles de millones de dólares del dinero del grupo Stanford se localizan en Centroamérica y Sudamérica, donde Stanford Financial expone contar con operaciones en 20 ciudades de media docena de países.

El regulador financiero de Venezuela confirma que cerca de 2.500 millones de dólares del dinero de los ahorradores está invertido en el Stanford International Bank del país, que representa cerca de la mitad de los emplazamientos de Stanford Financial en Latinoamérica.

Sir Allen cuenta con otras empresas latinoamericanas que aseguran estar implicadas en áreas de definición imprecisa desde la "planificación financiera" a la "inversión internacional", en ciudades que van desde Monterrey en México a Medellín en Colombia.

Los detalles en Stanford Eagle sobre las actividades del grupo son, una vez más, escasos. La revista afirma que los ingresos latinoamericanos aumentaron un 81% durante 2007, y los activos un 30%, aunque no aporta cifras totales en ninguna de las categorías.

La publicación presta demasiado interés a la generosidad deportiva de Sir Allen, que cubre vela, tenis, polo, cricket y golf, incluido el patrocinio de un evento para las golfistas más importantes con un premio de dos millones de dólares, y el apoyo al torneo anual AT&T National con Tiger Woods como anfitrión.

Anoche, la página web de Stanford Financial aún publicitaba el patrocinio del grupo del Open Sony Ericsson en Florida el mes que viene, donde estarán presentes Rafael Nadal y Serena Williams después de sus triunfos en el Open de Australia.

Sir allen también hacía alarde de gastos en un emplazamiento adecuado para el centro neurálgico de sus negocios internacionales, anunciando planes para crear un "complejo de gestión global" para Stanford Financial en St Croix, en las Islas Vírgenes estadounidenses.

El edificio principal se decoraría según el estilo "distintivo danés antillano" del territorio, y estaba previsto que el complejo incluyera un centro de conferencias, un pabellón para comidas y un hangar de 13.716 metros cuadrados.

The Financial Times Limited 2009. All Rights Reserved.

18 feb 2009

China amplía su acceso a recursos naturales esenciales

Por David Winningand, Shai Oster y Alex Wilson

China alcanzó un acuerdo de largo plazo a través del cual prestará US$25.000 millones a dos energéticas rusas a cambio de una mayor provisión de petróleo ruso. Esto deja al descubierto cómo la tercera economía mundial está usando su fuerza financiera para conseguir acceso a recursos naturales.

El negocio, parte de un acuerdo más amplio de cooperación energética chino-rusa firmado el martes en Beijing, llega tras varios pactos en el extranjero alcanzados en las últimas semanas, que en conjunto ascienden a casi US$50.000 millones en capital chino. Las medidas, que prometen convertir a China en un jugador mucho mayor en la industria global de materias primas, están apuntalando la relativa fortaleza financiera de China en momentos en que la mayoría de las demás grandes economías están en recesión.

Los acuerdos en el extranjero están alimentando temores en Australia, donde China se ha mostrado especialmente activa últimamente. El lunes, China Minmetals Corp. ofreció unos US$1.700 millones para comprar la australiana OZ Minerals Ltd., y la semana pasada Aluminum Corp. of China anunció que planeaba una inversión de US$19.500 millones en el gigante minero Rio Tinto.

Algunos funcionarios australianos temen que las inversiones realizadas por las empresas chinas controladas por el Estado puedan permitirle a Beijing valerse de la influencia que le darían esos activos para promover sus intereses nacionales, como por ejemplo presionar para que bajen los precios de los commodities. Las empresas chinas afirman que sus inversiones están motivadas por razones empresariales, no políticas.

En tanto, empresas de recursos naturales muy endeudadas, en Australia y en otros lugares, necesitan inversiones en un momento en que los precios de las materias primas continúan su caída. "Siendo realistas, China es el único lugar al que recurrir", afirma Charles Freeman, director de estudios chinos en el Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington y un ex representante comercial asistente de EE.UU. Ahora "el mundo de los commodities necesita a China más que nunca", asegura. Según el acuerdo de ayer, la estatal OAO Rosneft, el mayor productor de petróleo de Rusia, y OAO Transneft, su operador de oleoductos, dividirán los US$25.000 millones en préstamos del Banco de Desarrollo de China, aseguró un vocero de Transneft. A cambio, Rusia proveerá a China de 15 millones de toneladas de crudo extra al año, afirmaron el vocero y otra fuente al tanto.

Ese acuerdo de suministro —que representa unos 300.000 barriles al día, o casi 10% del volumen actual de importaciones chinas de petróleo— tendría vigencia durante 20 años, según una fuente cercana. Los detalles sobre el acuerdo de crédito y el precio que pagará China por el petróleo no fueron revelados.

El negocio se produjo tras prolongadas negociaciones. China y Rusia han conversado sobre un oleoducto a través de sus fronteras durante más de 10 años, pero no habían logrado un acuerdo, en parte porque la demanda de petróleo ruso era abundante y sus empresas disfrutaban de un acceso fácil al crédito.

Ahora, la crisis de crédito y la caída de la demanda global han convertido a la industria petrolera en un mercado que favorece al comprador. Rusia quiere asegurarse clientes y encontrar un contrapeso que compense su dependencia de Europa Occidental.

El nuevo acuerdo de provisión de petróleo se suma al crudo que Rusia ya exporta a China a través de otras rutas, según una fuente al tanto. En 2008, Rusia exportó 11,64 millones de toneladas de crudo a China, el equivalente a 233.000 barriles diarios, un descenso de casi 20% con respecto al año anterior.

China, el segundo consumidor mundial de petróleo después de EE.UU., está ansioso por lograr un mayor acceso al petróleo ruso, como parte de su estrategia de disminuir su dependencia de Medio Oriente. China importa alrededor de la mitad del petróleo que usa, gran parte a través de rutas estratégicamente vulnerables. Un acuerdo de oleoducto le ofrece a China un aprovisionamiento más seguro y estable.

Fuente: WSJ

17 feb 2009

Cómo el gobierno de EE.UU. creó la crisis financiera

Por John B. Taylor

Muchos están pidiendo una comisión como la del 11 de septiembre de 2001 para investigar la crisis financiera. Cualquier investigación como esta no debería descartar al mismo gobierno como un gran culpable. Mi investigación muestra que las acciones e intervenciones del gobierno —no una falla inherente o la inestabilidad de la economía privada— causaron, prolongaron y drásticamente empeoraron la crisis.

La clásica explicación de las crisis financieras es que son causadas por excesos —con frecuencia excesos monetarios— que llevan a un auge y un inevitable colapso. Esta crisis no fue diferente: un boom de la vivienda seguido por un desplome provocó cesaciones de pagos, la implosión de hipotecas y valores relacionados a hipotecas de instituciones financieras, y la resultante agitación financiera.

Los excesos monetarios fueron la principal causa del auge. La Reserva Federal de Estados Unidos mantuvo su meta para la tasa de interés, especialmente en 2003-2005, muy por debajo de las conocidas normas monetarias que señalan que una buena política debería estar basada en experiencia histórica. Mantener las tasas de interés en el camino en el que funcionaron bien en las últimas dos décadas, en lugar de mantenerlas tan bajas, habría prevenido el auge y el colapso. Investigadores de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico han presentado evidencia corroborativa de otros países: mientras más alto el grado de exceso monetario en un país, mayor fue el boom de la vivienda.

Los efectos del auge y el colapso fueron amplificados por varios factores, incluyendo el uso de hipotecas subprime (o de alto riesgo) y de tasas variables, que provocaron la toma excesiva de riesgos. También hay evidencia de que la excesiva toma de riesgos fue estimulada por tasas de interés excesivamente bajas. Las tasas de impagos y ejecuciones hipotecarias están inversamente relacionadas a la inflación del precio de las viviendas. Estas tasas cayeron rápido durante los años en los que los precios de las viviendas subieron rápido, probablemente descarrilando muchos programas de suscripción de hipotecas y engañaron a mucha gente.

Las hipotecas subprime, de tasas variables y de otras clases fueron atados en muy complejos valores respaldados por hipotecas. Las agencias calificadoras subestimaron el riesgo de estos valores, ya sea por falta de competencia, irresponsabilidad o más probablemente la inherente dificultad de evaluar el riesgo debido a la complejidad.

Otras acciones del gobierno también estuvieron en juego: las empresas patrocinadas por el gobierno Fannie Mae y Freddie Mac fueron alentadas a expandirse y comprar valores respaldados por hipotecas, incluyendo aquellas armadas con riesgosas hipotecas subprime.

La acción del gobierno también contribuyó a prolongar la crisis. Considere que la crisis financiera se agudizó el 9 y 10 de agosto de 2007, cuando las tasas de interés del mercado de dinero subieron pronunciadamente. Los spreads de tasas de interés, como la diferencia entre préstamos interbancarios a tres meses y a un día, se dispararon a niveles sin precedentes.

Diagnosticar la razón de este repentino aumento era esencial para determinar qué tipo de respuesta política era necesaria. Si la liquidez era el problema, entonces proveer más liquidez facilitando préstamos en la ventanilla de descuento de la Reserva Federal (Fed), o abriendo nuevas ventanillas o líneas de crédito, sería lo apropiado. Pero si el riesgo de contraparte estaba detrás del repentino aumento en las tasas de interés del mercado de dinero, entonces sería apropiado un enfoque directo en la calidad y la transparencia del balance del banco.

Al principio, las autoridades diagnosticaron mal la crisis como una de liquidez y recetaron el tratamiento equivocado.

Para proveer más liquidez, la Fed creó la Línea de Crédito de Subastas a Plazo (TAF por sus siglas en inglés) en diciembre de 2007. Su principal objetivo era reducir los spreads de tasas de interés en los mercados de dinero y aumentar el flujo de crédito. El TAF, no obstante, no pareció hacer mucha diferencia. Si la razón del spread era el riesgo de contraparte, a diferencia de la liquidez, esto no es una sorpresa.

Otra pronta respuesta política fue el Acta de Estímulo Económico de 2008, aprobado en febrero. El principal objetivo de este paquete era enviar US$100.000 millones en efectivo a individuos y familias para que tuvieran más para gastar, y de esta manera impulsar el consumo y la economía. Sin embargo, la gente gastó poco o nada del descuento temporal (como predijo la teoría de ingresos permanentes de Milton Friedman, la cual sostiene que los aumentos temporales en los ingresos, a diferencia de los permanentes, no provocan incrementos significativos en el consumo). El consumo no fue impulsado.

La tercera respuesta política fue la gran reducción en la meta para la tasa de interés de fondos federales a 2% en abril de 2008, de 5,25% en agosto de 2007. Esta fue más drástica de lo que prescribirían normas monetarias como mi propia Regla Taylor. El efecto más evidente de este recorte de tasa fue una pronunciada depreciación del dólar y un gran aumento del precio del petróleo. Después del comienzo de la crisis, el precio del crudo se duplicó a más de US$140 en julio de 2008, antes de desplomarse a medida que disminuían las expectativas de crecimiento económico mundial. Para entonces, sin embargo, el daño del alto precio del petróleo ya estaba hecho.

Después de un año de tales erróneas prescripciones, la crisis empeoró repentinamente en septiembre y octubre de 2008. Presenciamos una seria restricción del crédito, que seriamente debilitó una economía que ya estaba sufriendo por el persistente impacto del aumento del precio del petróleo y la crisis inmobiliaria.

Muchos han argumentado que la razón de este mal paso fue la decisión del gobierno de no prevenir la bancarrota de Lehman Brothers durante el fin de semana del 13 y 14 de septiembre. Un estudio de este evento sugiere que la respuesta es más complicada y estaba en otra parte.

Aunque los spreads de tasas de interés aumentaron ligeramente el lunes 15 de septiembre, se mantuvieron en el rango observado durante el año previo y permanecieron allí el resto de la semana. El viernes 19 de septiembre, el Departamento del Tesoro anunció un paquete de rescate, aunque no reveló su tamaño o los detalles. Durante el fin de semana se armó el paquete, y el martes 23 de septiembre, el presidente de la Fed, Ben Bernanke, y el secretario del Tesoro, Henry Paulson, testificaron ante el Comité de Banca del Senado. Los funcionarios presentaron el Programa de Alivio de Activos en Problemas (TARP por sus siglas en inglés), indicando que sería de US$700.000 millones. Proporcionaron un corto borrador de legislación, sin ninguna mención de la supervisión y con pocas restricciones sobre el uso de los fondos.

Los dos hombres fueron indagados intensamente y la reacción fue bastante negativa, juzgando por el gran volumen de correo negativo que recibieron muchos miembros del Congreso. Fue después de este testimonio que uno realmente empieza a ver que se profundiza la crisis y los spreads de tasas de interés se amplían.

El conocimiento por parte del público de que la intervención del gobierno no había sido considerada en detalle y la historia oficial de que la economía se estaba desplomando probablemente provocaron el pánico visto en las siguientes semanas. Y esto probablemente fue amplificado por las improvisadas decisiones de respaldar a algunas instituciones financieras y no a otras y por explicaciones poco claras, que parecían basadas en el miedo, de los programas para tratar la crisis. ¿En qué se basó la decisión de intervenir en Bear Stearns, luego no en Lehman y luego sí otra vez en AIG? ¿Qué guiaría las operaciones del TARP?

No tenía que haber sido de esta manera. Para prevenir medidas equivocadas en el futuro, es urgente que volvamos a principios de política monetaria sólidos, basando las intervenciones gubernamentales en diagnósticos claramente establecidos y marcos predecibles para las acciones del gobierno.

Respuestas enormes con pocas explicaciones probablemente empeorarán la situación. Hasta ahora, esa es la lección de esta crisis.

Taylor, un profesor de economía de la Universidad de Stanford y académico de la Institución Hoover, es el autor de Getting Off Track: How Government Actions and Interventions Caused, Prolonged and Worsened the Financial Crisis (algo como Desviándose del camino: cómo las acciones e intervenciones del gobierno causaron, prolongaron y empeoraron la crisis financiera), que será publicada a fines de febrero por Hoover Press.

Fuete: WSJ

16 feb 2009

Hasta los economistas tienen problemas para encontrar trabajo

Por Justin Lahart

La lúgubre condición de la economía ha cobrado otra víctima: los empleos para los economistas que la estudian.

La facultad de economía de la Universidad de Columbia, por ejemplo, no hará nuevas contrataciones este año. Esto representa un fuerte contraste con 2008, cuando Columbia atrajo a ocho profesores de economía de otras universidades y contrató a un economista que acababa de completar su postgrado.

La Universidad de Carolina del Norte en Chapel, Amherst College y la Universidad de Minnesota suspendieron sus búsquedas de profesores de economía. Y la Universidad de Harvard obtuvo permiso para contratar a tan sólo un catedrático, luego de "muchas negociaciones", según el economista de Harvard Lawrence Katz, quien este año está a cargo del reclutamiento.

Entre los doctores en economía recién egresados, los empleos en las universidades y las escuelas de negocios más prestigiosas son los más buscados. Tradicionalmente, los economistas también han encontrado empleos más lucrativos fuera del ámbito académico: en agencias del gobierno, organizaciones no gubernamentales, como el Fondo Monetario Internacional, y en el sector privado. Pero con la crisis financiera, los empleos para economistas en fondos de cobertura y firmas de Wall Street han desaparecido, lo que ha dejado a las escuelas con más candidatos entre los que elegir.

Este repliegue llega en un momento histórico en que los economistas tratan de explicar la peor debacle financiera desde la Gran Depresión. La crisis, que sorprendió a la gran mayoría de los expertos, reveló profundas brechas en muchas de los preceptos habituales en el estudio de la economía.

Al igual que el resto del mundo, las mejores universidades también han sido golpeadas por la crisis del mercado financiero, y desde la antropología a la zoología, los presupuestos departamentales se están recortando. Los fondos de las universidades han sufrido miles de millones de dólares en pérdidas de inversión. Las universidades públicas han visto cómo los presupuestos estatales para la educación superior han crecido tímidamente, y muchas enfrentan la posibilidad de grandes reducciones de presupuesto.

Los departamentos de economía son uno de los primeros blancos para los recortes, especialmente porque los profesores de economía tienen sueldos más altos en comparación a sus colegas de otras facultades. De hecho, las universidades han estado dispuestas a pagar una suma extra a profesores que habitualmente pueden obtener salarios mucho mejores y en el sector privado. La remuneración anual promedio que las universidades estadounidenses les pagaron a economistas recién contratados fue de US$86.292 durante el año académico 2008-09, según una encuesta de la escuela de negocios de la Universidad de Arkansas.

El campo de la economía ha crecido en los últimos años. La matricula para la carrera de economía en EE.UU. se disparó a fines de los años 90 y en la primera parte de esta década. Eso llevó a muchas escuelas a aumentar sus contrataciones, lo que a su vez hizo que la caída en las ofertas de empleo este año haya sido una sorpresa aún mayor.

Los economistas jóvenes tienen muchos motivos para preocuparse por las repercusiones de la debilidad del mercado laboral. Economistas han escrito decenas de ensayos sobre el tema. Uno es del economista Paul Oyer, de la escuela de negocios de la Universidad de Stanford, y demuestra que los economistas que son contratados en momentos de un mercado laboral difícil no terminan consiguiendo los trabajos de más alto rango que hubieran conseguido en épocas de bonanza. Su conclusión: esos economistas suelen tener carreras menos productivas. Saber eso hace que la competencia por los pocos puestos que quedan sea mucho más intensa.

"Todos quieren el mejor trabajo académico", dice Santosh Anagol, un egresado de Yale que acaba de entrar al mercado laboral y cuya investigación más reciente se centra en el estudio del papel que juega la economía en la ganadería de la india rural.

Fuente: WSJ