8 sept 2011

El acto de equilibrismo de Bernanke

Por Jon Hilsenrath

La reciente ola de malas noticias económicas ha incrementado la expectativa en los mercados financieros de que la Reserva Federal de Estados Unidos adoptará nuevas medidas para impulsar el crecimiento y el empleo. Para el presidente de la Fed, Ben Bernanke, esto supone dos desafíos: determinar qué hacer y llegar a un consenso en el comité, que se encuentra dividido.

Una opción que ha ganado apoyo en algunos sectores de la Fed: tasas de interés a corto plazo más bajas mediante un cambio en la composición del portafolio que el banco central tiene de valores del gobierno de forma que el vencimiento promedio se extienda. Esto podría lograrse mediante la venta de valores de corto plazo y la reinversión del dinero en otros de vencimiento más tardío.

Sobre la mesa también hay otras propuestas. Muchos funcionarios quieren dar una orientación más clara al público respecto a sus metas para la inflación y, posiblemente, para el desempleo. Otros quieren dejar de pagar a los bancos la tasa de 0,25% que obtienen por el dinero que mantienen en reserva en la Fed. La compra de más bonos es una opción, aunque antes podrían probarse otras iniciativas.

Las minutas de la reunión del comité del 9 de agosto y los comentarios de sus miembros desde entonces muestran que hay una gran diversidad de opiniones.

Un grupo, que incluye al presidente de la Reserva Federal de Chicago, Charles Evans, y al de Boston, Eric Rosengren, tiende a querer hacer algo más.

Otro, incluyendo al presidente de la Fed de Dallas, Richard Fisher, y al de Filadelfia, Charles Plosser, no están proclives.

El primer bando, frecuentemente llamado de las "palomas", es partidario de que la Fed tome medidas para estimular las solicitudes de préstamos y el gasto, con la esperanza de que eso fortalezca la creación de empleo.

Otro grupo, denominado de los "halcones", teme que esas medidas pudieran generar una aceleración de la inflación y otras consecuencias no deseadas.

Pero las deliberaciones internas de la Fed son más complejas. Los funcionarios toman diferentes posiciones que los colocan dentro y fuera de esos grupos y tienen puntos de vista divergentes respecto a cómo funciona la economía y cómo utilizar su influencia.

El centro de poder del banco central —Bernanke, la vicepresidenta Janet Yellen y el presidente de la Fed de Nueva York, William Dudley— tiende a favorecer la adopción de algunas acciones, aunque también es consciente de los límites que tiene la política monetaria para solucionar los problemas de la economía.

Hay muchos otros que parecen inclinados a seguir a Bernanke si elije tomar nuevas medidas. Dos gobernadores de la Fed nombrados por el presidente Barack Obama, Daniel Tarullo y Sarah Bloom Raskin, no han dado indicaciones de que no estén de acuerdo con el bando partidario de "hacer más".

Un silencioso grupo en una posición intermedia —el presidente del banco central de San Francisco, John Williams, el del de Atlanta, Dennis Lockhart, y la presidenta del de Cleveland, Sandra Pianalto, tienden a estar de acuerdo con Bernanke.

El presidente del banco central parece contar con el respaldo que necesita para tomar medidas adicionales para impulsar la economía si es lo que quiere. Aun así, no tiene un control absoluto para proceder sin enfrentar resistencias.

El estilo de Bernanke se define por conducir a la Fed mediante decisiones consensuadas, no con su autoridad independiente, tal como solían hacer sus predecesores Alan Greenspan y Paul Volker.

"¿Tiene el poder de hacer lo que quiere? Sí", dijo el economista principal de Bank of America, Mickey Levy. "Pero como presidente de la Fed, preferiría mucho más hacerlo con unanimidad", agregó.

Fuente: WSJ

7 sept 2011

Diez cosas que los economistas no le dirán

Por Quentin Fottrell

1. "No vamos a predecir la próxima crisis..."

En las últimas semanas turbulentas, los inversionistas se volcaron otra vez a los economistas para que los ayuden a fijar su rumbo. Desde el presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, para abajo, pocos economistas vieron aproximarse el crash financiero de 2008. En la edición de mayo de 2011 de "Econ Journal Watch", Mason Gaffney, profesor de economía de la Universidad de California en Riverside, ofreció este tua culpa. "El crash de 2008 sorprendió a la mayoría de nosotros. El episodio ha llevado a muchos a preguntar cómo los economistas pudieron estar tan despistados", reconoció.

Si la trayectoria sirve de indicación, muchos tampoco verán venir el siguiente crash. Recientemente, en respuesta al hecho de que no anticipó la rebaja de la calificación de la deuda estadounidense por parte de Standard & Poor's, J. Bradford DeLong, profesor de economía en la Universidad de California en Berkeley, escribió en su blog, "Si usted me decía hace un año que el 5 de agosto de 2011, S&P iba a rebajar la calificación de Estados Unidos y que el bono a diez años iba a rendir 2,5%, me hubiese reído de usted".

Pero esas admisiones consuelan poco a los inversionistas regulares, que buscan a los economistas para que les indiquen las tendencias y que pagan el precio cuando se equivocan. Robert Schmansky, fundador de Clear Financial Advisors en Bloomfield Hills, Michigan, dice que a fines de 2008 cuando las acciones estaban en caída libre, muchos de sus clientes se apresuraban a liquidar su cartera de acciones para pagar sus hipotecas. "Un cliente que vino hablaba de asumir pérdidas de hasta US$100.000", recordó. "Obviamente, le aconsejé en contra de esa opción", dijo.

La Asociación Económica Estadounidnese (AEA, por sus siglas en inglés) no quisó hacer comentarios sobre la mayor parte de las afirmaciones de este artículo. Claudia Goldin, presidente electa de la asociación para el próximo año, dijo que "como otras asociaciones de estudios, la AEA existe para dar un servicio a sus miembros teniendo publicaciones y reuniones; no representa el punto de vista de sus miembros".

Lynn Reaser, integrante de la junta directiva y ex presidente de la Asociación Nacional de la Economía de Negocios en Washington, dice que los economistas "se han vuelto mucho más conscientes de los riesgos que enfrenta la economía y ahora prestan mucha más atención a los acontecimientos que parece que tienen escasas probabilidades de ocurrir".

2. "... pero podemos ayudar a causarla"

Mientras que los pronósticos demasiado optimistas pueden hacer que los inversionistas no estén preparados para el desastre, los expertos dicen que hay una espada de doble filo: ser demasiado pesimista sobre la economía podría contribuir al siguiente crash. Seth Rabinowitz, socio en la empresa de consultoría Silicon Associates, dice que las opiniones de los economistas y de los medios de comunicación junto con el nivel de ingresos y la volatilidad de la bolsa influyen en las decisiones de gasto de los consumidores. "Si los consumidores están abiertamente temerosos gastarán menos y eso dañará una economía en vísperas de recuperarse". Los economistas deberían elegir sus palabras cuidadosamente, especialmente cuando los inversionistas están nerviosos respecto a una próxima desaceleración. "Por esa razón, los economistas tienen una responsabilidad social todavía más grande respecto a cómo le hablan a la prensa", dice.

Pero otros expertos responden que los economistas no deberían edulcorar sus conclusiones, sin importar su posible impacto. Gaffney, quien dice que la recesión de 2008 nunca terminó, está cansado de que lo consideren un portador de malas noticias pero no tiene intención de callarse. "Cuando el desempleo llega a 10% o más y no cae, eso es un estancamiento de largo plazo", dice.

3. "No estamos a salvo de adivinar un poco"

Dado que tales modelos hicieron poco para que sonara la alarma en 2008, un creciente número de economistas ahora se están guiando más por sus instintos, dicen los expertos, o sea que están adivinando. Adivinanzas producto de la formación, seguro, pero adivinanzas al fin. Mark Perry, profesor de Finanzas y Economía Empresarial de la Universidad de Michigan-Flint y profesor visitante del American Enterprise Institute de Washington, D.C, calcula que al menos 60% de los pronósticos se basan en la intuición. "Con el tiempo, los economistas han comenzado a darse cuenta que la gente es impredecible", dice, algo que los ha forzado a discrepar con lo que modelos más formales podrían predecir.

Eso no es algo malo, dicen los economistas. "La intuición es lo que separa a los economistas que no son de utilidad de los geniales", dice Rabinowitz. Y los modelos asumen una coherencia y predicibilidad cuando las conductas reales son difíciles de predecir, dice John Kay, autor de "Obliquity: Why Our Goals are Often Best Achieved Indirectly" ("Rodeos: por qué nuestros objetivos a veces son logrados indirectamente") y uno de los principales economistas del Reino Unido. "Depender de la coherencia no es una estrategia muy sensata", dice.

4. "Es la testosterona"

Más de 80% de los economistas son hombres, indican las encuestas. Y, dejando la corrección política de lado, tener una profesión tan dominada por los hombres puede llevar a asumir riesgos excesivos, que, en el caso de los economistas, podrían llevar a predicciones audaces que tienen más que ver con conseguir titulares en los diarios que con la realidad, dice Scott Beaulier, director del Centro Manuel H. Johnson de Economía Política en Troy, Alabama. Varios estudios, incluso uno realizado este año por Barclays Wealth y Ledbury Research, han concluido que los hombres se embarcan en conductas más imprudentes que las mujeres. Una posible razón, según los científicos, es la testosterona, que incrementa el apetito de los hombres por el riesgo. "Los hombres tienden a ser un poco más impulsivos, a tener menos disposición a admitir sus errores y se concentran más en una gran idea y en inversiones realmente ambiciosas", dice Beaulier.

John Siegfried, secretario tesorero de la AEA, hace notar que hoy las mujeres representan alrededor de 25% de la profesión y cerca de un tercio de los doctorados.

5. "Nuestras mediciones sobre niveles de prosperidad no funcionan"

Los economistas dependen de muchas mediciones para calcular la situación de sus países, el costo de vida, y otros indicadores básicos del nivel de bienestar, pero muchos de ellos podrían no ser los criterios precisos que deberían ser. Por ejemplo, hacer el seguimiento del crecimiento del producto interno bruto —uno de los indicadores seguidos más de cerca por los economistas— no necesariamente indica si un país está en condición saludable o no, especialmente considerando que la mayoría de las grandes crisis económicas frecuentemente ocurren luego de períodos de rápido crecimiento. Sam Thompson, investigador de la New Economic Foundation, centro de investigaciones en Londres, dice que el PIB es una medición de brocha gorda de la productividad de la economía y no da el panorama completo. Por ejemplo, un sistema de cuidado de la salud inflado e ineficiente podría estar detrás de parte de ese crecimiento. "De hecho, los períodos de guerra tienden a incrementar el PIB", dice.

Lo mismo ocurre con las mediciones del desempleo. De acuerdo con estimaciones oficiales del gobierno, el desempleo en EE.UU fue de 9,1% el mes pasado, pero especialistas en estadística como John Williams, editor de ShadowStats.com, dan una interpretación alternativa. Señala que los trabajadores "desalentados" que no están buscando activamente empleo y que no están incluidos en las estimaciones oficiales empujan la tasa de desempleo real más cerca de 22%. Frecuentemente esos números dan a la gente una falsa sensación de esperanza —o terror— que puede impactar mucho en sus decisiones financieras, dicen los expertos. "En tiempos como los actuales, hay demasiadas variables económicas que se comportan de manera no característica", dice Doug Short, vicepresidente de investigaciones del servicio de asesoría financiera Advisor Perspectives en Lexington, Massachusetts.

Reaser considera que el PIB "es la medida más abarcadora de la actividad" en EE.UU. y dice que la más reciente tasa de desempleo de la Oficina de Estadísticas Laborales, que incluye a los trabajadores desalentados, es de 16%.

6. "Una ciencia sombría, pero no exacta"

Como grupo, los economistas son incoherentes, dice Short. De acuerdo con una encuesta realizada entre economistas en julio por The Wall Street Journal, las predicciones sobre el PIB del segundo trimestre iban de 0,9% a 3,2%, una divergencia que Short describe como la diferencia entre el casi estancamiento y un crecimiento robusto. Y la más reciente encuesta, divulgada el mes pasado, tiene un rango de pronósticos para el producto del tercer trimestre que van de 0,5% a 4% . De acuerdo con una hecha hace poco, el rendimiento de los bonos a 10 años fue 0,78% más bajo de lo que habían predicho los economistas para fines de 2010.

Esas disparidades hacen difícil tener fe en cualquier economista. Lo mejor, dice Short, es buscar los promedios. Y, en momentos de stress financiero, "incluso el pronóstico promedio debería ser tomado con cuidado". Y en cuanto a la inexactitud, en el caso de los pronósticos de las notas del Tesoro a diez años, ese es un parámetro que los economistas utilizan para calcular los movimientos futuros de las tasas de interés y, en teoría, da a los consumidores una buena idea respecto a si es un momento bueno o mal para refinanciar sus viviendas, o para comprar o vender bonos corporativos.

7. "Nos inclinamos hacia la izquierda"

De acuerdo con una encuesta de 2008 de la AEA, casi la mitad eran en ese momento demócratas registrados, en tanto que solamente 17% se decían republicanos. Más aún, 60% de los economistas dijeron que Barack Obama haría el mayor progreso en asuntos económicos importantes como presidente. De hecho, a diferencia de lo que dicen los estereotipos, los economistas no son fervientes partidarios del libre mercado. En un estudio de 2003, los investigadores Daniel Klein y Charlotta Stern mostraron cómo 1.000 economistas habían respondido a 18 preguntas respecto al papel del gobierno en asuntos como los aranceles. Solamente 8% respaldó los principios del libre mercado; Klein no cree que esa cifra haya cambiado desde que la encuesta fue realizada. Un artículo de 2008 en la publicación "American Economist" sostenía que los economistas durante el último medio siglo han ayudado a convencer a los votantes de la necesidad de un gobierno más grande. "Creemos que el creciente papel de los economistas en la sociedad y en el diseño de políticas ha llevado a un incremento en las actitudes favorables a la intervención del gobierno", escribieron los autores, los economistas Scott Beaulier, William Boyes y William Mounts.

8. "Tenemos nuestros intereses"

Muchos economistas influyentes trabajan en instituciones académicas, que pueden transmitir una imagen de tener una opinión autorizada y sin sesgos de ningún tipo. Pero no es así en la práctica, dicen los expertos. Los economistas tienen sus propios motivos, económicos y políticos. En junio, más de 150 economistas respaldaron al presidente de la Cámara de Representantes, John Boehner, cuando llamó a equilibrar un aumento del techo de la deuda pública con recortes de gastos de igual tamaño, de acuerdo con una carta difundida por la oficina del líder republicano. "Un incremento en el límite de la deuda nacional que no sea acompañada por significativos recortes de gastos y reformas presupuestales para enfrentar la adicción al gasto de nuestro gobierno dañará la creación de empleos privados en EE.UU", decía la carta.

Alrededor de 70% de los economistas universitarios tienen intereses financieros fuera de su actividad académica, de acuerdo con un estudio de 2010 de Gerald Epstein y Jessica Carrick-Hagenbartt, que analizó las apariciones en los medios de comunicación, artículos en la prensa e investigaciones publicadas por expertos entre 2005 y 2009. Pero a pesar de esos lazos con empresas y el sector privado, los economistas rara vez reconocen estar trabajando en el sector privado, concluyeron los investigadores. Siegfried, de la asociación de economistas, cree que el porcentaje de 70% es demasiado alto como reflejo de todos los economistas académicos pero "posiblemente exacto" como indicador de los economistas que están activos en la investigación y que aparecen en los medios".

Los críticos entienden que ese tipo de trabajo presenta un claro conflicto de intereses si los académicos no son claros respecto a sus compromisos laborales. Jeffrey A. Frankel, un profesor de la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard, dice que los economistas deberían revelar el trabajo que hacen como consultores y las universidades deberían tener procedimientos claros en este sentido para enfrentar posibles cuestiones éticas y conflictos de intereses. Por su parte, revela todos los trabajos de consultoría por los que gana US$1.000 o más y dice que los economistas harían bien en hacer un seguimiento de su tarea como consultores. "Si un economista escribe sobre mercados financieros y respecto a si necesitan más o menos regulaciones y también hace trabajos de consultoría para bancos o instituciones financieras, es concebible que eso afecte su visión", opina. Reaser asegura que los economistas de su asociación informan que la integran cuando son citados en encuestas o en los medios de comunicación.

9. "Nuestros esfuerzos educativos son insuficientes"

Cuando aparecen en los medios de comunicación habitualmente los economistas intentan mantener en un nivel mínimo el uso de jerga especializada, dicen los expertos. Por eso utilizan el lenguaje más básico para explicar frecuentemente conceptos muy sofisticados. Y, sin embargo, tratar de hacer más accesible los conocimientos económicos no parece estar ayudando a los estadounidenses. Tienen una pobre comprensión de los conceptos más básicos de la economía y las finanzas a pesar de los esfuerzos de los economistas por explicarlos a través de los medios de comunicación y de trabajos de investigación y libros, concluye AnnaMaria Lusardi, profesora de Economía y Contabilidad en la Escuela de Negocios de la Universidad George Washington. En un estudio que realizó en 2009, junto con Peter Tufano, profesor de finanzas de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, concluyó que solamente un tercio de la población entiende cómo funciona el crédito y los intereses compuestos. Esas son malas noticias para los consumidores. Cuanto menos conocimiento económico tengan las personas, dicen los autores, más posibilidades tienen de incurrir en deudas y pagar más por sus tarjetas de crédito y otros cargos.

10. "Estamos a una década de la recuperación"

Muchos economistas creen que estamos en camino a una recesión, pero pocos están dispuestos a decir cuánto podría durar. Los que están dispuestos a hacerlo, no tienen buenas noticias. "Tomará una década", dice David Hefty, economista y presidente ejecutivo de Hefty Wealth Partners, en Auburn, Indiana. Edward E. Learner, profesor de Gerencia, Economía y Estadística, en la Universidad de California, Los Ángeles, cree que la recuperación podría tomar más tiempo a medida que la cantidad de empleos en la industria, continúa erosionándose como consecuencia de la globalización y la automatización. Dice que espera una recuperación en el mercado de la vivienda en los próximos años, pero, advierte, "esperen que la difícil transición entre una economía industrial y una postindsutrial dure décadas".

¿Qué pueden hacer los consumidores para preparse? Hefty recomienda crear un colchón de seguridad con cuentas de ahorro o invertir en un certificado de depósito y tener suficiente dinero para vivir al menos seies meses, lo que puede dar más confort en caso de una desaceleración que la predicción de un economista respecto a que vendrán días mejores (o peores).

Fuente: WSJ

6 sept 2011

El 'milagro alemán' ayuda a Europa a navegar la crisis

Por Brian Blanckstone y Marcus Walker

La economía de Alemania —impulsada por su mosaico de empresas familiares— parece estar navegando la desaceleración global, calmando los temores de que la potencia económica de Europa pueda encaminarse hacia una drástica caída que podría empeorar la crisis de deuda de la región.

Una serie de informes positivos recientes, sobre el desempleo y la manufactura de Alemania, respaldan el optimismo. El desempleo alemán siguió en su menor nivel en casi dos décadas en agosto y los pedidos de maquinaria en julio treparon 9%. Las cifras sugieren que la mayor economía de Europa, que según previsiones crecería 3% este año, sigue sólida, pese a que aumentan las pruebas de que Estados Unidos y buena parte del resto del mundo se están enfriando.

Un bajón en Alemania, que representa casi un tercio de la economía de la zona euro, agravaría el malestar de otros miembros de la Unión Europea, incluyendo España e Italia, que son importantes mercados de exportaciones. Una desaceleración de Alemania también complicaría la labor de la canciller Angela Merkel para justificar el rescate de los atribulados países vecinos.

Aun así, según varios economistas, las predicciones de que la economía de Alemania podría desbarrancarse al moderarse las de Asia y EE.UU. eran exageradas.

"Puede que el crecimiento no sea pujante, pero está bastante estable", dijo Michael Heise, economista jefe de la aseguradora alemana Allianz. "Hay una nueva flexibilidad de la economía alemana".

Esa flexibilidad está arraigada en un sistema en el que las empresas y los empleados acuerdan, en caso necesario, cambios frecuentes en la remuneración y los horarios de trabajo, para responder a una caída inesperada en la demanda. En 2008 y 2009, este arreglo, conocido como Kurzarbeit, o "trabajo corto", mantuvo activas las fábricas y a los trabajadores en sus puestos hasta que mejoraron las condiciones.

Hasta 2005, el país era ampliamente desestimado como una especie de museo industrial, con un desempleo superior a 5 millones, regulación excesiva y lastres de prestaciones sociales. Pero ahora los analistas hablan incluso de una nueva Wirtschaftswunder, un milagro económico similar a la pujanza de posguerra que restableció a Alemania como el motor económico de Europa.

La economía mundial "tendrá sus subidas y bajadas… pero también habrá oportunidades", prevé Bernd Supe-Dienes, socio gerente de 53 años de Dienes Group, una compañía de cuchillos en las afueras de Colonia.

El negocio de Supe-Dienes forma parte de una legión de compañías poco conocidas de tamaño medio, conocidas colectivamente como Mittelstand. Con frecuencia, se atribuye al éxito de estas empresas en explotar nichos en la economía global la conversión de la otrora rezagada Alemania en el bastión económico de Europa.

Un vistazo a la sobria planta de Dienes ofrece pistas sobre los secretos de la capacidad de resistencia de Alemania. Pero también sobre sus límites.

La compañía de 500 empleados ha estado fabricando lo mismo desde que la fundó el abuelo de Supe-Dienes en 1913: máquinas con cuchillas. Inicialmente, las máquinas se usaban para cortar papel, caucho y carne. Ahora cortan desde pañales hasta láminas de aluminio para baterías de litio usadas en teléfonos móviles.

El negocio familiar ha atravesado los vaivenes de la turbulenta historia de Alemania en los últimos 100 años. Sobrevivió a dos guerras mundiales, la Gran Depresión, las crisis petroleras de los años 70 y la breve burbuja posterior a la reunificación de Alemania mediante la búsqueda de nuevos mercados extranjeros y nuevos usos para sus máquinas.

En 2009, los pedidos en Dienes se desplomaron un tercio, obligando a la compañía a poner a muchos de sus empleados a trabajar menos horas y con una menor paga. Un programa gubernamental alemán ayudó a mitigar los efectos de los recortes.

Pero las jornadas reducidas no fueron suficiente para disminuir los costos de Dienes. La empresa tuvo que eliminar 32 de los 196 empleos de la fábrica. Los representantes obreros no denunciaron el plan ni convocaron huelgas.

El negocio repuntó en 2010 y los trabajadores de Dienes retomaron los horarios a tiempo completo, incorporando ocasionalmente turnos extras. También está contratando de nuevo, aunque con cautela.

Si bien la economía alemana apuntalada sobre las exportaciones ha impulsado la recuperación de Europa en los últimos dos años, esa fortaleza también la ha hecho blanco de las críticas. A muchos de sus vecinos, como Francia, les molesta que Alemania exporte más de lo que importa, lo que acentúa la brecha económica europea. Muchos se quejan de que los alemanes empeoran la crisis por negarse a gastar más incluso cuando tienen dinero suficiente.

Karl-Willi Lob, un veterano trabajador de la fábrica de Dienes, ilustra por qué pocos anticipan que Alemania se convierta en una economía impulsada por el consumo. En vez de salir de compras, le gusta tener un balance en efectivo grande en su cuenta bancaria. Recientemente, hizo una excepción, a regañadientes. Su televisor, de 14 años, necesitaba varios minutos para calentarse. Tras sufrir esto durante un año, su esposa se hartó y lo presionó para que comprara uno nuevo.

Lob compró un modelo de pantalla plana pero sólo tras conseguir una rebaja y la entrega a domicilio gratuita. "Se reduce a lo que aprendes de tus padres", dice Lob, de 60 años. "Los míos me enseñaron a gastar sólo en lo que realmente es necesario".

Fuente: WSJ

5 sept 2011

El regulador hipotecario de EE.UU. demanda a 17 bancos

Por Nick Timiraos y Al Yoon

La Agencia Federal de Financiamiento de Viviendas de Estados Unidos, o FHFA, presentó el viernes una demanda contra Bank of America Corp., Barclays PLC, Citigroup Inc., J.P. Morgan Chase & Co., Nomura Holdings y otras firmas en relación a malogrados bonos hipotecarios.

El regulador federal de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac demandó a Bank of America en relación a más de US$6.000 millones en pérdidas, a la filial Merrill Lynch de BofA sobre más de US$24.000 millones en pérdidas, a Barclays sobre más de US$4.900 millones, a Citigroup sobre US$3.500 millones y a Nomura sobre más de US$2.000 millones, indicaron los informes.

La FHFA también está demandando a J.P. Morgan por pérdidas de US$33.000 millones, a HSBC Holdings PLC por US$6.200 millones en pérdidas, a Credit Suisse Group sobre más de US$14.100 milllones y a Deutsche Bank AG sobre US$14.000 millones.

La FHFA presentó la primera de lo que sería casi una decena de demandas en julio contra UBS AG, exigiendo US$900 millones en daños. UBS, en un comunicado emitido en aquel entonces, prometió defenderse "vigorosamente" contra todos los cargos en la corte. La demanda alega que UBS hizo declaraciones falsas sobre 16 valores respaldados por hipotecas que vendió a Fannie y Freddie desde finales de 2005 a mediados de 2007, incluyendo sobra valoraciones de la capacidad de los prestatarios para pagar los préstamos.

La FHFA emitió 64 citaciones judiciales el año pasado a los emisores y firmas de servicios de valores respaldados por hipotecas en lo que se ha convertido en una de las mayores investigaciones hasta la fecha de posible fraude de valores. La FHFA no reveló qué firmas estaba investigando en aquel entonces.

La pesquisa se concentró en los valores de "etiqueta privada" basados en préstamos de alto riesgo o "subprime" y otros préstamos riesgosos originados por las compañías hipotecarias, agrupados por las firmas de Wall Street y luego vendidos a los inversionistas. Muchos de los valores hipotecarios fueron creados a partir de hipotecas subprime e hipotecas que requerían poca o ninguna documentación de los ingresos de los prestatarios, los cuales se deterioraron marcadamente durante el declive inmobiliario.

Fannie y Freddie no podían comprar esas hipotecas directamente, pero se les permitió invertir en pedazos de esos valores con calificación triple-A. Fannie y Freddie estuvieron entre los mayores inversionistas de esos valores. A finales de julio, contaban con cerca de US$78.000 millones y US$149.000 millones respectivamente, en valores que no están respaldados por una entidad del Estado. Los valores de "etiqueta privada" han estado entre aquellos con las hipotecas de peor desempeño.

Las citaciones emitidas el año pasado pueden haber sido usadas para acceder a archivos de préstamos y otros documentos que mostrarían cómo los préstamos subyacentes a los valores no corresponden a los materiales que se usaron para promover las inversiones. La capacidad de emitir citaciones judiciales le da a la FHFA una gran ventaja sobre los inversionistas privados, los cuales tienen más inconvenientes para acceder a los archivos de préstamos que son cruciales para tales casos.

Fannie y Freddie ya han recuperado cerca de US$18.000 millones de los bancos desde principios de 2010, según documentos presentados por las compañías a la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. Este monto corresponde a préstamos que las compañías compraron a los bancos y agruparon en sus propios valores que luego vendieron a los inversionistas.

Otros inversionistas privados han buscado recuperar sus pérdidas de los bancos. En junio, Bank of America alcanzó un acuerdo extralegal por US$8.500 millones para resolver ciertas acusaciones presentadas por los inversionistas. El banco no admitió culpabilidad alguna en el acuerdo. El martes, la FHFA presentó una moción que le permitiría intervenir en el caso.

Fuente: WSJ