10 dic 2010

El optimismo del mercado es mala señal

Por Brett Arends

Todo el mundo sabe que la última década de Wall Street fue mala para los inversionistas.

Resulta que fue todavía peor de lo que pensábamos.

Un destacable nuevo trabajo de TrimTabs Investment Research muestra que los inversionistas comunes perdieron sin necesidad miles de millones de dólares más de lo que hubiesen debido en la bolsa. ¿Por qué? Es la historia de siempre: invirtieron más dinero en sus fondos de inversión de acciones durante los booms…. y los vendieron durante los pánicos.

Entonces aunque Wall Street terminó la década básicamente equilibrada (cuando se incluyen los dividendos), los inversionistas medios perdieron mucho. TrimTabs calcula que las pérdidas llegaron a US$39.000 millones. De acuerdo con sus cálculos, los inversionistas de los fondos de inversión compraron cuando el índice Standard & Poor's 500 promediaba los 1.434 puntos. Eso está cerca del nivel récord de 1.565 puntos. Si los inversionistas hubiesen comprado en otros momentos aleatorios, su precio promedio de compra hubiese sido de 1.171 puntos.

"Les costó aproximadamente el 20% comprar alto y vender bajo", explicó Vincent Deluard, de TrimTabs.

Entonces aunque la bolsa está hoy cerca de su promedio de los últimos diez años, TrimTabs calcula que la mayoría de quienes invirtieron durante la década están sentados sobre enormes pérdidas.

¿Qué significan estas deprimentes noticias para usted, el inversor, ahora?

Extrañamente, significa casi exactamente lo opuesto de lo que Wall Street le va a decir que significa. La gente de Wall Street va a decir, como es habitual: "Mire, no puede predecir el mercado. ¡Exactamente como se lo dijimos! Así que dénos todo su dinero y simplemente vaya con la corriente".

Que estos consejos favorezcan los intereses económicos de Wall Street es, por supuesto, pura coincidencia. Sin embargo, los números de TrimTabs muestran, por el contrario, que en la última década en realidad fue muy fácil actuar en el mercado con sentido de la oportunidad. Todo lo que usted debía hacer era comprar cuando la gente estaba vendiendo y vender cuando la gente compraba.

Naturalmente, ir contra la multitud es más fácil de decir que de hacer. Por eso a los mejores inversionistas profesionales les gusta decir que invertir exitosamente es "simple pero no fácil".

Los seres humanos están programados para ir con la manada. Durante millones de años, cuando la manada protagonizaba una estampida, lo más inteligente no era quedarse por ahí y esperar para descubrir el motivo. Lo más inteligente era correr.

Y así es cómo actúan en la bolsa también. Pero cuando hablamos de invertir, es una mala idea. Sus sentimientos son una mala guía. Y no hay seguridad en los números.

A menudo me sorprende la forma en que la mucha gente todavía hace caso de sus instintos en estos asuntos. Durante el boom inmobiliario, todo lo que escribía cuestionando los precios de las casas automáticamente generaba reacciones severísimas. Hoy cualquier cosa que escriba que sea positiva respecto a comprar una casa genera una respuesta similar. (Confieso que de por sí esto me hace sentir optimista).

Cuando el mercado bursátil estaba en lo más profundo de su crisis y con precios muy bajos, a comienzos del año pasado, señalé que incluso las más sólidas de las acciones de primera línea se estaban vendiendo baratas. Mi casilla de correo electrónico se llenó de mensajes de gente que me decía que era un idiota, y que Kellogg (entonces a US$38, hoy a US$51) o Procter & Gamble (entonces a US$47, ahora a US$61) o Kraft Foods (que estaba a US$22 y hoy a US$31) estaban condenadas como todo lo demás.

Pero, como revela la investigación de TrimTabs, nuestros sentimientos son una guía terrible en estos asuntos. Incluso durante una década sin cambios, la gente podía ganar dinero simplemente yendo en contra de la manada. No necesitaban saber nada más. No necesitaban modelos cuantitativos, un doctorado en astrofísica del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), información confidencial o un acceso privilegiado a datos. ¿Todo ese dinero invertido en investigación sobre valores? Todo lo que necesitaba era mirar los más recientes números del Investment Company Institute, que mostraban si la gente estaba poniendo dinero en los fondos bursátiles o retirándolo. Y luego hacer lo contrario.

La semana pasada estuve en Londres, visitando a uno de los mejores inversionistas que haya conocido. Peter maneja dinero en representación de un pequeño número de clientes ricos.

Evita la publicidad (y pide que no mencione su nombre). Administra dinero desde hace 40 años. Hace diez años me dijo que vendiera acciones del Nasdaq y comprara oro.

Durante la cena, mientras reflexionaba durante su larga carrera, me dijo que a medida que pasaron los años ha aprendido que invertir bien es todavía más fácil de lo que solía pensar. Abandonó todo los trucos sofisticados que había intentado usar cuando era joven. Ahora se aferra al valor y va contra la corriente.

¿Qué le gusta ahora? Le gustan algunas acciones de primera línea, porque están razonablemente baratas y nadie más parece estar interesado en ellas. Evita los mercados emergentes que están de moda. Y ha estado construyendo lentamente una posición en Japón. ¿Por qué? "Porque todo el mundo lo odia", explica. "Hace veinte años que es un mercado bajista. Es barato. Y el típico administrador de fondos preferiría chupar un limón antes que invertir en Japón", sostiene.

La reacción de la mayoría de la gente probablemente sea encogerse de hombros y olvidarse del tema. Japón está tan terminado, después de todo. ¿Por qué querría usted invertir en Japón? Nadie quiere a Japón.

Hmmm.

Fuente: WSJ

9 dic 2010

Las bancas española y portuguesa toman medidas para reducir su dependencia del BCE

MADRID (EFE Dow Jones)—Los bancos españoles y portugueses están reduciendo su dependencia en financiación del Banco Central Europeo (BCE), pero los recursos alternativos son tan inciertos como el futuro de esos países.

Los bancos españoles redujeron a la mitad su financiamiento del Banco Central Europeo entre julio y octubre y siguieron usando menos este recurso en noviembre. En Portugal, los bancos también han reducido su dependencia del BCE, aunque en menor medida.

Al mismo tiempo, los bancos han aumentado mucho los contratos de recompra, o repos, bajo los cuales toman prestado de un inversionista que recibe unos títulos como colateral, según fuentes cercanas a la situación.

Los bancos entonces tienen la obligación de recomprar esos títulos, pagando una prima sobre el precio original.

No obstante, hay problemas con estas operaciones, incluidos los costos. Los analistas dicen que los contratos de repos son más caros para los bancos que acudir al BCE, lo que añade presión a los márgenes de un sector que ya afronta una débil previsión de resultados el próximo año.

Además, aunque los bancos han dependido durante mucho tiempo del mercado de repos para financiarse, tradicionalmente se ha usado para cubrir lo que no se puede en las operaciones de financiamiento a un díaen sus balances. Usar esos fondos como reemplazo de préstamos a más largo plazo demuestra que los bancos están encontrando problemas para financiar sus operaciones, dicen los analistas.

"Básicamente, el mercado mayorista está cerrado para los bancos", dijo Andre Rodrigues, un analista de Caixa Banco de Investimento en Lisboa.

"Y aunque acudir al mercado de repos significa que hay actividad interbancaria, está lejos de ser lo ideal. Esto no solucionará el problema de cómo podrán refinanciar los bancos la deuda a largo plazo del próximo año", señaló.

En un entorno saludable, los bancos pueden captar dinero vendiendo bonos a largo plazo entre los inversionistas.

Los bancos portugueses han cumplido todas sus necesidades de refinanciación para 2010, pero los tres mayores bancos cotizados —Banco Comercial Portugues SA, Banco Espirito Santo SA y Banco BPI SA— tendrán que refinanciar más de 9.000 millones de euros el próximo año y más de 10.000 millones de euros en 2012.

En España, un mercado mucho mayor, los bancos afrontan el vencimiento de unos 88.000 millones de euros el próximo año, de los que la mayoría corresponden al primer semestre, según datos recopilados por Barclays Capital.

El Banco de España dijo la semana pasada que estaba "preocupado por (las restricciones de) liquidez" de los bancos españoles, pero que la situación no era dramática. Aunque subrayó que cuando las condiciones del mercado lo vuelvan a permitir, los bancos españoles emitirán rápidamente deuda a largo plazo incluso si tienen que pagar rentabilidades mayores a los inversionistas. Cuando los mercados de crédito se abrieron a los bancos españoles entre agosto y noviembre, las entidades emitieron un total de 19.000 millones de euros en deuda a medio y largo plazo, según datos del banco central.

España, y más inmediatamente Portugal, están en el ojo del huracán que ya ha afectado a Grecia e Irlanda. Estos países afrontan una deuda pública creciente y con perspectivas de poco o ningún crecimiento en los próximos años por las duras medidas de austeridad estatales para controlar el déficit.

Mientras, los inversionistas extranjeros se han vuelto más cautos, ya que no saben si las medidas serán los suficientemente rápidas y profundas para ser de ayuda. Cuanto más tiempo permanezcan elevados los diferenciales de los bonos españoles y portugueses, es más probable que necesiten ayuda exterior, incluida la del Fondo Monetario Internacional.

Para los bancos portugueses y españoles, esto ha causado una crisis de financiación que están encontrando difícil de combatir. Como había pocos inversionistas dispuestos a prestarles dinero, los bancos se dirigieron al BCE en busca de financiación de emergencia a principios de año.

Aunque es barato, el financiamiento es a corto plazo y temporal. También acarrea un estigma significativo por el estatus del BCE como entidad de último recurso. Los fuertes aumentos de financiación en el BCE de un país son por tanto un indicativo de que el sistema financiero local está más presionado.

Para asegurarse, los bancos están buscando otras maneras de cerrar sus brechas de financiación. En ambos países han buscado depósitos de forma agresiva.

No obstante, los bancos siguen registrando ratios altos de depósitos frente a préstamos.

En Portugal, "con el ratio de depósitos frente a préstamos en un 165% de media, Banco Comercial Portugues y Banco Espirito Santo dependen mucho de los mercados de financiación mayoristas", dijo el analista de Deutsche Bank Carlos Berastain González.

El ratio de depósitos frente a préstamos en España es de un 154% de media, según datos de septiembre del Banco de España.

Aumentar los depósitos será cada vez más complicado, puesto que los gobiernos de ambos países están imponiendo duras medidas a la población —como recortes salariales a los empleados públicos y subidas de impuestos—para recortar el déficit.

"Es una situación trampa, porque el mercado mayorista está cerrado y los ahorros no aumentarán el próximo año", dijo Rodrigues, de Caixa Banco de Investimento.

No obstante, los bancos portugueses han recortado el financiamiento del BCE a unos 38.000 millones de euros en noviembre desde 40.000 millones de euros en septiembre y octubre, y 48.000 millones de euros en julio y agosto.

Los analistas han atribuido parte de esta caída a las cuotas que los bancos recibieron como asesores en la venta de EUR7.500 millones de Portugal Telecom SGPS SA de un participación de la brasileña Vivo Participacoes SA.

En España, esto sólo ha sido posible porque los bancos después del verano lograron acceso a las grandes cámaras de contrapartida europeas, la británica London Clearing House y la alemana Eurex Repo.

"Una vez que los grandes bancos tuvieron acceso a las cámaras de contrapartida europeas, fue suficiente para solucionar el problema", dijo Jaime Comunión, tesorero de Caja Madrid, una de las mayores entidades españolas.

Tan rápido como había aumentado, la financiación de los bancos españoles en el BCE empezó a descender después de alcanzar un máximo de 130.000 millones de euros en julio. Para octubre, había caído a 68.000 millones de euros, la menor cifra desde mayo de 2009, y alrededor de la mitad del pico de 130.121 millones de euros de julio.

(Mark Brown en Londres contribuyó en este artículo )

8 dic 2010

En busca de un modelo económico post-crisis

Por Mark Whitehouse

El físico Doyne Farmer piensa que deberíamos analizar la economía igual que estudiamos las epidemias y el tráfico. El psicoanalista David Tuckett cree que la clave para los vaivenes del mercado está en las obras de Sigmund Freud. A su vez, el economista Roman Frydman cree que nunca podremos pronosticar con exactitud lo que pasará con la economía.

Pese a que sus ideas pueden parecer divergentes, estos tres expertos tratan de resolver un acertijo con el que esperan catalizar una revolución en la economía: ¿cómo entender un mundo que ha demostrado ser mucho más complejo que lo que asumían los modelos más avanzados?

La pregunta dista de ser académica. Durante décadas, la mayoría de los economistas, incluyendo los presidentes de los bancos centrales más poderosos del mundo, han dado por sentado que la gente es lo suficientemente racional y que el funcionamiento de los mercados es lo suficientemente fluido, como para que el conjunto de la economía pueda ser reducida a un puñado de ecuaciones. Luego transforman estas fórmulas en modelos matemáticos con los que intentan imitar la conducta de la economía. Desde Washington a Fráncfort, pasando por Tokio, los modelos son utilizados a la hora de tomar decisiones cruciales para todo, desde el nivel adecuado de las tasas de interés hasta la regulación de los bancos.

Luego de la crisis financiera y una dura recesión que los modelos no lograron predecir, un creciente número de economistas está comenzando a cuestionar las bases intelectuales sobre las que se construyen. Investigadores están comenzando a ofrecer una serie de ideas con las que esperan formar los bloques para construir un nuevo paradigma.

Algunas de las voces más reconocidas del mundo académico aseguran que las nuevas ideas están fuera de la corriente principal de pensamiento por una buena razón: están todavía muy lejos de producir un modelo que haya probado ser mejor que el status quo.

"Me parece que esperaré hasta ver lo que pueden y no pueden hacer estos modelos", dice Robert Lucas, un economista de la Universidad de Chicago que ganó el premio Nobel por su trabajo sobre las "expectativas racionales", el concepto en tela de juicio por la ortodoxia moderna.

Los modelos de hoy emergieron de su propia revolución. En la década de los 70, los economistas querían entender la forma en que las decisiones de política económica, como subir los impuestos o recortar las tasas de interés, podían cambiar el comportamiento de la gente. También estaban ansiosos por someter sus propios razonamientos a la implacable lógica económica.

Así que poblaron sus modelos con gente racional que pudiera calcular el valor de varias opciones y optar por el mejor camino.

Al traducir las preferencias de las personas en ecuaciones, y determinar el punto en que coinciden con las de empresas y otros implicados, los modelos predecían una trayectoria exacta para la economía. Esto los convierte en una herramienta atractiva para los economistas, que pueden limitarse a introducir una modificación en los tipos de interés y ver exactamente cómo afectaba toda la producción de un país para los próximos años.

El problema, dice Farmer, es que los modelos tienen poca relación con la realidad. La gente no es tan racional como asumen los modelos, señala. Farmer apunta a un defecto quizás mayor en la estructura matemática de los modelos. Un modelo típico como el de "equilibrio general dinámico estocástico" —así llamado porque incorpora los elementos de tiempo y cambios al azar— consiste en unas cuantas, a veces decenas, de ecuaciones relacionadas entre sí, que deben concordar antes de que el modelo pueda ofrecer una solución. Si las ecuaciones se vuelven demasiado complejas, los modelos tienen dificultades para encontrar el punto en el cual todas las preferencias de los actores de la economía se encuentran.

Para mantener las cosas simples, los economistas suelen dejar fuera partes importantes de la realidad. Antes de la crisis, la mayoría de los modelos no incluía bancos, cesaciones de pago ni mercados de capital, un hecho que resultó problemático cuando golpeó la crisis financiera. Normalmente incluyen solamente familias, empresas, bancos centrales y el gobierno.

La propuesta de Farmer consiste en crear una simulación compleja por computadora como las que utilizan los científicos para modelar los patrones climáticos, las epidemias y el tráfico. Con suficiente respaldo de las computadoras, estos modelos basados en los distintos agentes económicos pueden incluir a millones de actores individuales, que no tienen por qué ser racionales o estar de acuerdo unos con otros.

La parte difícil es crear reglas que tengan relación con la realidad. Con ese objetivo, Farmer y tres economistas (Robert Axtell, de la Universidad George Mason; John Geanakoplos, de la Universidad de Yale, y Peter Howitt, de la Universidad Brown) tienen la esperanza de incluir a decenas de expertos en conducta de los consumidores, inversionistas y empresas, en un proyecto masivo de construcción de un modelo.

Idear mejores reglas que expliquen la conducta humana requerirá que los investigadores caven más profundo en la psique humana, dice Tuckett, profesor de la University College de Londres. En concreto, está investigando cómo las necesidades inconscientes y los miedos pueden causar grandes altibajos en los mercados financieros. Extensas entrevistas con gestores de dinero lo han llevado a afirmar que dado que algunos instrumentos financieros son tan volátiles y difíciles de valorar, disparan la tendencia humana a fantasear. Valiéndose de la jerga de Freud, llama a esos activos financieros "objetos fantásticos", que la gente ve alternativamente como capaces de cumplir sus sueños de riqueza y poder o totalmente repulsivos e inútiles.

Los modelos económicos necesitan tener en cuenta la forma en que los cambios de la conducta de la gente varían con el contexto psicológico. Cuando la gente está fantasiosa, es capaz de concederle un valor astronómico a lo que sea, desde tulipanes holandeses hasta complicados valores vinculados a las hipotecas. Tuckett quiere crear una encuesta de cómo piensan distintos inversionistas, con la que construir un modelo basado en agentes, parecido al que está desarrollando Farmer.

Por su parte, Frydman, profesor de la Universidad de Nueva York, no ofrece una manera mejor de hacer predicciones. En su lugar, cree que los economistas y autoridades deben asumir los límites de su conocimiento. A su juicio, lo mejor que pueden hacer es limitar las fluctuaciones extremas. Un banco central podría, por ejemplo, establecer parámetros indicativos para los precios de activos como las acciones, los bonos y las casas. Si los precios superan esos parámetros, los compradores potenciales habrán sido advertidos que están tomando un riesgo agregado y podrían pensárselo dos veces.

Farmer cree que los modelos tradicionales siempre serán útiles para ciertos tipos de análisis, pero no es optimista respecto a que vayan a proveer la solución completa.

Fuente: WSJ

7 dic 2010

En la órbita de China

Por Niall Ferguson

Ahora nosotros somos los amos". Me pregunto si el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, vio esas palabras escritas en la frente de su par chino, Hu Jintao, durante la cumbre del G-20 que se celebró en noviembre en Seúl. Quizás el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, también escuchó la misma declaración cuando los chinos desestimaron su propuesta de limitar los desequilibrios en las cuentas corrientes globales. El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, fue tratado de la misma forma cuando anunció una nueva ronda de "relajación cuantitativa" para darle un impulso a la economía estadounidense, medida descrita por un destacado comentarista chino como "irresponsable".

"Ahora nosotros somos los amos". Eso fue sin duda lo que escuchaba una y otra vez en mi cabeza durante mi reciente visita a China. No fue tanto la fastuosa fiesta a la que asistí en el Templo Tai Miao, cerca de la Ciudad Prohibida, la que me dio esta impresión. Fue la confianza en sí mismos, subestimada pero inconfundible, de los economistas con los que hablé la que me dijo que algo había cambiado en las relaciones entre China y Occidente.

Uno de ellos, Cheng Siwei, explicó durante la cena cuál es el plan de China para convertirse en un líder de la tecnología de energía verde. Entre tragos de vino de arroz, Xia Bin, un asesor del Banco Popular de China, delineó la necesidad de un amplio programa de privatización. Y en un inglés perfecto, David Li, de la Universidad de Tsinghua, confesó que no estaba satisfecho con la calidad de los doctorados chinos.

No se podría pedir gente más inteligente para debatir sobre las dos preguntas más interesantes en la historia económica actual: ¿por qué Occidente llegó a dominar no sólo a China sino al resto del mundo en los cinco siglos posteriores a la construcción de la Ciudad Prohibida? y ¿ha llegado a su fin ese período de dominio occidental?

En un brillante ensayo que aún no ha sido traducido al inglés o al español, Li y su coautor, Guan Hanhui, echan por tierra la idea de que China estaba económicamente a la par con Occidente hasta por lo menos principios del siglo XIX. El Producto Interno Bruto per cápita, señalan, se estancó en la era Ming (1402-1626) y fue significativamente más bajo que el de la Gran Bretaña preindustrial. La economía de China seguía siendo abrumadoramente agrícola, donde los cultivos de baja productividad representaban 90% del PIB. Durante un siglo después de 1520, la tasa de ahorro nacional china de hecho fue negativa.

La historia de lo que Kenneth Pomeranz, un profesor de historia de la Universidad de California, denominó "la Gran Divergencia" entre Oriente y Occidente comenzó mucho antes.

Entre 1600 y 1800, China continuó estancándose y, en el siglo XX, incluso se contrajo, mientras el mundo angloparlante, seguido de cerca por el noroeste de Europa, se abría camino. Para 1820, el PIB per cápita de EE.UU. era el doble que el de China y para 1870 era casi cinco veces mayor; para 1913, la proporción era de casi 10 a 1.

A pesar de la dolorosa interrupción de la Gran Depresión, EE.UU. no sufrió nada tan devastador como la odisea de China de mediados del siglo XX: primero una revolución, luego una guerra civil y una invasión japonesa, seguidas de más revolución, una hambruna y aún más revolución (cultural). En 1968, el estadounidense promedio era 33 veces más rico que el chino, según cifras calculadas sobre la base de paridad de poder de compra (que contempla los diferentes costos de vida en ambos países). Calculado en términos actuales de dólar, el diferencial en su momento álgido llegó a ser de 70 a 1.

Tras dos años de investigaciones para mi próximo libro, concluí que Occidente desarrolló seis "aplicaciones infalibles" que "el Resto" no tenía. Eran las siguientes:

Competencia: Europa estaba fragmentada políticamente y dentro de cada monarquía o república había múltiples entidades corporativas que competían.

La Revolución Científica: Todos los descubrimientos clave del siglo XVII en matemáticas, astronomía, física, química y biología se produjeron en Europa Occidental.

El imperio de la ley y el gobierno representativo: Este sistema óptimo de orden social y político surgió en el mundo anglosajón, basado en los derechos de propiedad y la representación de propietarios en legislaturas electas.

Medicina moderna: Todos los grandes avances en salud de los siglos XIX y XX, incluido el control de enfermedades tropicales, fueron logrados por europeos occidentales y norteamericanos.

La sociedad de consumo: La Revolución Industrial cobró fuerza donde coincidían la oferta de tecnologías que mejoraban la producción con una demanda de más y mejores productos más asequibles.

Ética laboral: Los occidentales fueron los primeros en combinar trabajo más extendido e intensivo con tasas de ahorro más altas, lo que permitió una acumulación de capital sustancial.

Esas seis "aplicaciones infalibles" fueron la clave para el ascenso de Occidente. La historia de nuestro tiempo es que "el Resto" finalmente comenzó a descargarlas, en un proceso que no fue nada fácil. Japón no tenía ni idea de cuáles eran los elementos cruciales de la cultura occidental y acabó copiándolo todo, desde la ropa a los peinados. Desafortunadamente, emprendieron la construcción de imperios en un momento en que los costos del imperialismo empezaron a superar las ventajas. Otras economías asiáticas, especialmente India, perdieron décadas sobre la premisa de que las instituciones socialistas de la Unión Soviética eran superiores a las de Occidente, basadas en el mercado libre.

A comienzos de la década de los 50, sin embargo, un grupo creciente de países del Este de Asia siguió a Japón al copiar el modelo industrial de Occidente, primero con los textiles y el acero, para luego ascender por la cadena de valor. La descarga de "aplicaciones occidentales" se volvió más selectiva. La competencia y el gobierno representativo no figuraban mucho en la receta del desarrollo asiático. Hoy, Singapur ocupa el tercer puesto en el ránking del Foro Económico Mundial de competitividad. Hong Kong es el número 11, seguido de Taiwán (13), Corea del Sur (22) y China (27). En términos generales, es el orden en el que históricamente estos países occidentalizaron sus economías.

Hoy, el PIB per cápita de China representa 19% del de EE.UU., comparado con 4% cuando comenzó la reforma económica hace más de 30 años. La revolución de la industrialización china fue la más rápida de todas. Según el Fondo Monetario Internacional, la participación de China en el PIB global (medida en precios actuales) pasará la marca de 10% en 2013. Goldman Sachs sigue pronosticando que China superará el PIB de EE.UU. en 2027, igual que superó hace poco a Japón.

Pero, en algunos aspectos, el siglo asiático ya está aquí. China está a punto de superar la participación estadounidense de manufactura global, habiendo adelantado a Alemania y Japón. Pero nada acelerará de forma más certera el traslado del poder económico global que la crisis fiscal de EE.UU., un país que tiene una proporción de ingresos-deuda de 358%, según Morgan Stanley.

Si tuviera que resumir la nueva gran estrategia de China, lo haría al estilo chino, con los cuatro "Más": consumir más, importar más, invertir más en el extranjero e innovar más. En cada caso, un cambio de la estrategia económica se traduciría en un buen dividendo geopolítico.

Lo que estamos viviendo es el fin de 500 años de supremacía occidental. Quizás los chinos no sean todavía los amos. Pero algo es seguro: ya no son los aprendices.

—Niall Ferguson es profesor de la Universidad de Harvard. Su nuevo libro, "Civilization: The West and The Rest", será publicado en EE.UU. en marzo.

6 dic 2010

Las lecciones que Europa puede aprender de América Latina

Por Bob Davis

WASHINGTON—En las últimas seis décadas, América Latina ha soportado más crisis financieras que ninguna otra parte del mundo. La región ha aprendido lecciones que son importantes ahora para la zona euro, que todavía no ha podido detener la propagación de un incendio financiero.

Aunque las dos regiones tienen niveles de riqueza muy diferentes, hay importantes similitudes. Los problemas financieros en ambas partes se contagian de un país a otro a través del comercio, las finanzas y la psicología de grupo. Muchos países latinoamericanos ligaron sus monedas estrechamente al dólar, dejando su política monetaria en manos de la Reserva Federal de Estados Unidos, de la misma forma que los países de la zona euro dejaron de lado sus propias monedas a favor del euro y del Banco Central Europeo.

¿Cómo enfrentar una crisis que amenaza con salirse de control? La receta tradicional de recortar el presupuesto y reducir los programas sociales para pagar las deudas, impulsada por el Fondo Monetario Internacional como requisito de sus préstamos, puede funcionar, como es evidente en la experiencia latinoamericana. En parte eso se debe a que el FMI esencialmente refinancia los créditos para los países que progresan en el cumplimiento de las metas de reducción del gasto público. En Europa, el FMI está trabajando en conjunto con un fondo de rescate europeo para dar forma a préstamos de ayuda.

Cuando los inversionistas abruptamente retiraron dinero de Brasil en 1998, lo que amenazó con llevar a la bancarrota al país, el FMI concedió un crédito ese año que fue seguido de otro en 2001 y un último en 2002. El último préstamo no expiró hasta 2005, con lo que el país tuvo siete años para ordenar sus asuntos, evitar el incumplimiento de pagos y colocarse en el camino al crecimiento.

Pero América Latina también muestra que la cesación de pagos sobre una deuda soberana, que los países de la zona euro están luchando por evitar, puede tener un importante lado positivo. "La reestructuración puede ser menos dolorosa de lo que parece si se hace limpia y rápidamente", dice el economista venezolano de la Universidad de Harvard, Ricardo Hausmann, que ha trabajado por varios años en problemas vinculados a la deuda latinoamericana. "Hubo reestructuraciones que tuvieron efectos saludables" reduciendo el peso de la deuda, sostuvo.

Orquestar una reestructuración es complicado. Andrew Powell, un investigador del Banco Interamericano de Desarrollo, distingue entre las cesaciones de pago favorables al mercado y las que son contrarias o "agresivas". Jamaica persuadió este año a más del 99% de sus acreedores para que aceptaran una reducción en la tasa de interés de la deuda interna de la isla y la postergación del vencimiento. Eso redujo los pagos anuales de intereses del gobierno en alrededor de un tercio, calcula Powell. El FMI y agencias multilaterales de desarrollo proveyeron un crédito de US$2.200 millones para respaldar a los bancos, que tenían parte importante de la deuda.

El lado negativo: la solución favorable al mercado no redujo la deuda total de Jamaica que equivale a 140% del Producto Interno Bruto, debido a que el valor nominal de la deuda interna no fue tocado y la externa no fue incluida en el plan. "Le da a los países tiempo para ajustarse el cinturón, pero igual tienen que reducir el gasto", consideró Powell.

El modelo argentino

El ejemplo más prominente de una cesación de pagos "agresiva" es Argentina, que asestó a sus acreedores un golpe de 70% del valor nominal de su deuda en 2005 y todavía tiene muchos inversionistas que están intentando que Buenos Aires pague más. Desde entonces, Argentina ha estado marginada de los mercados financieros internacionales.

El lado positivo: la carga de la deuda del país se redujo un tercio después de la cesación de pagos y la economía comenzó a tener un alto crecimiento. Parte de la razón es el incremento de la demanda por el trigo, la carne y otras materias primas argentinas, gracias a China. Pero también esto se debe, en parte, a que el crecimiento de la economía no se vio estancado debido a pagos de deuda demasiado onerosos.

"La suspensión de pagos agresiva significa que usted va a ser considerado como un deudor poco fiable y será excluido de los mercados de capitales, pero existe la posibilidad de que pueda solucionar sus problemas más rápido", explicó Powell.

Alemania quiere que los países de la zona euro obliguen a sus acreedores a aceptar una reducción de lo que se les debe en futuras crisis, aunque está proponiendo un esquema financiero complicado que podría hacer improbable ese desenlace. Pero los países de la zona euro no pueden devaluar sus monedas para obtener ventajas competitivas, como lo hizo Argentina, a menos de que se retiren del euro.

Hausmann dice que una decisión así sería difícil y tendría consecuencias impredecibles, pero podría reducir rápidamente la deuda externa de un país. Si Irlanda declarase que una libra irlandesa equivale a un euro, podría convertir su deuda en euros a deuda en libras.

Luego, podría hacer que el valor de la libra flotara en los mercados de divisas, agregó. La inevitable devaluación incrementaría la competitividad de las exportaciones, sin empeorar la carga de la deuda interna. "El tigre irlandés podría renacer", opinó.

El caso de Brasil en 1995 sugiere una alternativa menos drástica. Esa vez, el país salió del pánico financiero cuando el peso argentino se apreció rápidamente debido a que estaba atado a lo que entonces era un dólar en alza. Las exportaciones agrícolas brasileñas tuvieron un auge mientras que las argentinas se hundieron. Sin darse cuenta, Argentina se volvió un motor económico para Brasil.

Alemania podría jugar el mismo rol en Europa—aunque esta vez deliberadamente— si incrementara la demanda doméstica para captar las importaciones de Irlanda, Grecia, España y otros países de Europa que están en problemas. El economista Joseph Stiglitz , ganador del premio Nobel, dijo que Alemania también necesita ayudar a otros países a reducir sus deudas, en lugar de solamente proveer otros préstamos.

"Estos países (europeos) podrían probablemente sobrevivir simplemente insistiendo en que los acreedores acepten reducciones de pagos", en lugar de abandonar el euro. "Pero necesitarán otra herramienta, una enorme cantidad de ayuda", consideró.

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