23 dic 2011

La Fed propone normas para las grandes financieras

Por Alan Zibel

WASHINGTON (Dow Jones)--La Reserva Federal de Estados Unidos propuso el martes exigir a las grandes firmas financieras del país reducir los riesgos que toman, como parte de un esfuerzo para limitar la amenaza que representan al sistema financiero en general.

La propuesta implementa requisitos impuestos por la ley de reforma financiera Dodd-Frank, aprobada a mediados de 2010. Los legisladores buscaban evitar una repetición de la crisis financiera de 2008, cuando el gobierno estadounidense tuvo que inyectar dinero en más de 700 bancos para evitar un derrumbe del sistema financiero.

La Fed, en una presentación de la propuesta, de 173 páginas, informó que busca "crear un conjunto integrado de requisitos que buscan reducir significativamente la probabilidad de un fracaso de empresas importantes para el sistema y minimizar el daño al sistema financiero y a la economía en general en caso que tal empresa fracase".

El banco central añadió que busca llevar a las firmas financieras más grandes a reducir sus operaciones y sus vínculos entre ellas.

La propuesta aumenta las regulaciones sobre bancos con al menos US$50.000 millones en activos. Las regulaciones, u otras similares, también se aplicarían a entidades no bancarias. Un nuevo consejo de reguladores federales aún no ha determinado qué firmas, como aseguradoras, administradoras de activos o fondos de cobertura, califican como "sistémicamente importantes" y que deben estar sujetas a una mayor supervisión.

Las normativas propuestas detallan cuánto efectivo deben mantener los bancos para reducir su necesidad de recurrir a los volátiles mercados de financiamiento, cuánto pueden solicitar en créditos y cómo deben administrar el riesgo. La Fed también señaló que llevaría a cabo pruebas de solvencia anuales a las firmas y que haría público un resumen de los resultados.

También establece los "gatillantes" que permitirían a los reguladores determinar cuándo un banco está en problemas. Si esos se concretan, los bancos podrían enfrentar restricciones al crecimiento, los pagos de distribución de capital y a ejecutivos, y podrían necesitar recaudar más capital, según la Fed.

De acuerdo con la propuesta, a las instituciones con más de US$500.000 millones en activos sólo se les permitiría tener 10% de exposición a otra empresa grande, como parte de un esfuerzo de los reguladores por reducir las conexiones entre grandes empresas financieras.

Como parte de las regulaciones, la Fed también señaló que apoya el nuevo marco mundial establecido por los reguladores en Basilea, Suiza, que requieren que las mayores entidades financieras del mundo mantengan capital extra como protección contra pérdidas. Asimismo, el banco central rechazó los argumentos de los grandes bancos estadounidenses, los que señalan que la normativa podría afectar la economía al reducir su capacidad de entregar créditos.

22 dic 2011

La disimulada ayuda de los gobiernos a los bancos europeos

Por Sara Schaefer Muñoz, David Enrich y Patricia Kowsmann

LONDRES—Los gobiernos de Europa están haciendo denodados esfuerzos por apuntalar a sus bancos, pero intentan minimizar el costo y ahorrarse el oprobio que provocaría una nueva serie de rescates financiados por los contribuyentes.

El gobierno italiano, por ejemplo, está alentando a los bancos a comprar propiedades públicas que luego pueden usar como garantía para tomar dinero prestado.

Como parte de un amplio recorte de gastos, el gobierno portugués está en esencia, tomando dinero prestado de los fondos de pensiones y podría utilizar parte de esos recursos para ayudar a las empresas estatales a pagar créditos bancarios.

Los gobiernos de Alemania y España también han recurrido a maniobras poco ortodoxas para apoyar a la banca.

Las medidas inusuales coinciden con la creciente presión sobre los países de la zona euro para contener el alza de los costos de financiamiento mostrando a los inversionistas que sus presupuestos están bajo control.

Algunos economistas dicen que tales medidas no son un sustituto adecuado de un paquete de rescate que incluiría la recapitalización de las instituciones financieras y ayuda para emitir nueva deuda.

"La mayoría de estas gestiones tras bambalinas parecen limitadas en tamaño y no abordan el problema general", sostuvo Jacques Cailloux, economista jefe para Europa de Royal Bank of Scotland.

En los últimos años, los gobiernos de países como Irlanda, Alemania y España han recapitalizado a sus bancos. El Banco Central Europeo facilitó las condiciones para que las entidades accedieran a fondos de emergencia al ofrecer créditos a tres años y aceptar un rango más amplio de activos como garantía.

Sin embargo, ha habido una resistencia generalizada a realizar una cirugía más radical para resolver los problemas de fondo del sistema financiero.

El gobierno italiano ha sido uno de los más originales a la hora de hallar maneras de ayudar a que sus bancos conserven capital u obtengan nuevos fondos.

Al 30 de septiembre, los cinco mayores bancos del país acumulaban unos 156.000 millones de euros (US$203.000 millones) de deuda del gobierno italiano y el desplome en los valores de tales bonos ha suscitado inquietudes acerca de la viabilidad de las instituciones. Los bancos, por ende, han tenido problemas para acceder a las fuentes tradicionales de financiamiento.

Una cláusula insertada en la ley de presupuesto del gobierno el mes pasado permite a los bancos usar sus bonos soberanos para comprar cuarteles militares, edificios de oficinas y otros bienes raíces que el Estado trata de vender. El gobierno luego alquilaría las propiedades a sus nuevos dueños y los bancos pueden incorporar las propiedades, que producen ingresos, en valores respaldados por activos, que posteriormente sirven como garantía de los préstamos del BCE, dicen analistas.

En Alemania, a su vez, Commerzbank AG está en conversaciones con el Ministerio de Finanzas para transferir parte o la totalidad de su atribulada división de activos inmobiliarios, Eurohypo, a un "banco malo" de propiedad gubernamental. El banco y el gobierno negocian la mejor forma de estructurar el acuerdo de modo que no se considere un rescate, posiblemente protegiendo al gobierno contra pérdidas o pagándole una suma nominal, señalan fuentes cercanas. Commerzbank, cuyo 25% está en manos del gobierno, recibió un rescate en 2009 pero necesita recaudar unos 5.300 millones de euros antes de mediados del año próximo para satisfacer las demandas de los reguladores europeos.

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En Portugal, el gobierno planea una intrincada maniobra financiera que podría aliviar parcialmente la cartera de préstamos impagos de las compañías estatales.

El Estado acaba de concluir un plan para transferir las obligaciones futuras de pensiones de los bancos al gobierno, a cambio de 6.000 millones de euros que incluyen efectivo, acciones y bonos. La mayor parte de los fondos ayudará a cumplir las metas fiscales del gobierno.

Pero alrededor de 2.000 millones de euros irían a parar a los bolsillos de las compañías estatales en problemas, las que usarían los fondos para pagarle a los bancos. "La medida permitirá a entidades públicas la devolución de deudas, contribuyendo a una reducción en las razones de préstamos respecto a depósitos de bancos portugueses y ayudando a la financiación de la economía", dijo recientemente al Parlamente el ministro de Finanzas, Vitor Gaspar.

El gobierno español usó 5.500 millones de euros del plan de garantía de depósitos para sanear la nacionalizada Caja de Ahorros del Mediterráneo y gestionar su venta a Banco Sabadell SA a comienzos de este mes. En vez de levantar dinero mediante un fondo de rescate, un portavoz del banco central dijo que el programa de seguro de depósitos dejaría intactas las metas fiscales.

Fuente: WSJ

21 dic 2011

El oro: ¿refugio o inversión prescindible?

Por Liam Pleven

Con refugios como este, ¿quién necesita activos riesgosos?

El oro ha caído cerca de 10% en diciembre, una liquidación que le ha restado poco menos de US$170 al precio, dejando la onza troy en US$1.595,2.

A pesar de su reputación como una inversión segura, el oro cayó 5% el miércoles pasado, ante las dudas de los inversionistas en torno al futuro de Europa.

En vez de comprar oro, como a menudo ha ocurrido en los últimos años cada vez que aparecen nubarrones en los mercados, los inversionistas están abandonando el metal dorado para refugiarse en otros activos tradicionales, en especial el dólar y los bonos del Tesoro de Estados Unidos. En las últimas jornadas, los inversionistas han vendido oro al mismo tiempo que activos más volátiles, como las acciones.

"El oro ya no es un refugio", dijo Adam Grimes, director de inversión de Waverly Advisors LLC, una firma de Nueva York que asesora a fondos de pensiones y fondos mutuos. "El oro se está transando como un activo riesgoso", sentencia.

La caída del oro ha sido impulsada por varias fuerzas, dicen analistas. Algunos inversionistas quieren asegurar sus ganancias antes de fin de año y, después de todo, el oro acumula un alza en torno a 11% este año. Además, el fortalecimiento del dólar presiona a los futuros del oro, que se negocian en la divisa estadounidense.

La caída del oro también refleja la preocupación de que tantos inversionistas institucionales y minoristas han especulado con el oro que éste no puede brindar la protección habitual en caso de que se produzca un nuevo terremoto en los mercados. "Si uno tiene oro, aún podría verse atrapado" en una liquidación generalizada, señala Hayden Atkins, analista de Macquarie Group. "Si la situación se pone color de hormiga, sería más conveniente tener efectivo en vez de oro", asevera.

Hasta hace un tiempo, el oro fue el refugio por excelencia. Cuando la montaña de deuda soberana de Grecia desencadenaba nuevas inquietudes, los mercados dispararon los precios a máximos nominales durante mayo y junio.

En ese momento, los inversionistas se desprendían de acciones y acentuaban la reputación del oro como refugio seguro. El precio del metal dorado siguió ascendiendo pese al alza del dólar, demostrando que los precios pueden subir a pesar de ese obstáculo si los inversionistas lo ansían con suficiente desesperación.

Últimamente, sin embargo, la situación ha cambiado, dijo Atkins en una nota de investigación difundida la semana pasada. El estratega observó que cuando aumenta la ansiedad de los inversionistas respecto al euro, el oro ha estado cayendo y el dólar trepando.

"En vez de debatir la lógica, creemos que a los inversionistas les resultaría más provechoso observar las actuales tendencias del mercado", escribió. Para Atkins, el oro es beneficioso cuando hay "un nivel óptimo de preocupación", cuando, en esencia, los inversionistas están preocupados pero no en estado de pánico.

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No hay que perder de vista, en todo caso, que si bien considerar al oro exclusivamente como un refugio puede ser peligroso, no hay que olvidar que numerosos inversionistas lo siguen considerando así, al menos parte del tiempo.

"Hay días en que actúa como uno esperaría tradicionalmente", recalca Grimes.

Diciembre, asimismo, no es el único ejemplo de la capacidad del oro para pasar de póliza de seguro a inversión desechable.

El precio del metal subió 12,3% en agosto, el mayor avance mensual en casi dos años, un mes marcado por la decisión de Standard & Poor´s de rebajar la calificación de crédito de Estados Unidos.

En septiembre, no obstante, los mercados revirtieron el curso, a pesar de los temores de que se repitiera la crisis financiera de 2008, y el oro cayó 11,4%, el descenso más pronunciado desde octubre de 2008.

Fuente: WSJ

20 dic 2011

¿Será la crisis de Europa peor que la de EE.UU.?

¿Titubearán los líderes europeos, con torpes intentos, malinterpretando la realidad e ignorando el inminente peligro hasta que hayan hecho incluso más daño a la economía mundial que la que hizo Estados Unidos en 2008?

Ninguno pretende hacer eso. Pero ante sus ahora frecuentes cumbres —cada una de las cuales, según nos prometieron, los acercaría más que la anterior a una solución— hay una creciente preocupación sobre si Europa actuará a tiempo.

En los últimos días, las sirenas comenzaron a sonar más fuerte. El ministro de Relaciones Exteriores de Polonia declaró en Berlín: "Le tengo menos miedo al poder alemán que a la inactividad alemana".

La vicepresidenta de la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) dijo que "los riesgos para el crecimiento global se han incrementado de manera significativa", en gran medida debido a "la intensificación de las tensiones en la banca y los mercados de deuda soberana de Europa". En tanto, un economista de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo afirmó: "Las autoridades políticas no ven la urgencia de tomar medidas decisivas".

En 2008, los bancos de EE.UU. se metieron en problemas y el gobierno los rescató. En Europa, son los gobiernos los que están en apuros, si bien los bancos tampoco están en gran forma, debido a que tienen demasiada deuda pública. Los actores con dinero —como Alemania y el Banco Central Europeo (BCE)— están poniendo obstáculos a los rescates, decididos a mantener la presión sobre los deudores. Un chiste popular estos días dice que hay un griego, un italiano y un español que entran en un bar y piden un trago. ¿Quién paga? El alemán.

Es difícil tener perspectiva sobre los acontecimientos cuando todavía están pasando. Las cosas parecían estar bastante mal cuando Lehman Brothers se fue a la quiebra en 2008. No sabíamos que la Fed rescataría a AIG, que el Congreso le daría (a regañadientes) al Tesoro US$700.000 millones para inyectar en los bancos, que el nuevo presidente aseguraría un enorme estímulo fiscal, que la Fed compraría cientos de miles de millones de dólares en bonos del Tesoro. No sabíamos entonces que a mediados de 2009, la economía podría estar creciendo, aunque lentamente.

Todo lo que sabemos de la Europa de hoy es que lo que se ha hecho hasta la fecha ha sido insuficiente, que la mayoría de los analistas dice que la zona ya está en recesión, y que hay una cumbre el 8 y 9 de diciembre.

El mundo no puede esperar a que los arquitectos tracen planes para una Europa nueva y mejorada. Mark Rutte, el primer ministro holandés, me dijo esta semana que Europa puede combatir el incendio y prevenir el siguiente al mismo tiempo. El economista David Mackie de J.P. Morgan desafía tal afirmación.

"Los políticos de la zona euro han estado tratando de encontrar la manera de salir de la crisis actual y crear una estructura institucional adecuada", opina. Pero desafortunadamente, añade, "el intento de cumplir con esos objetivos en simultáneo ha contribuido a empeorar la crisis".

La economía global está ahora en riesgo. A estas alturas, los bancos europeos ya comenzaron a deshacerse de activos y se retiran de los mercados emergentes. China y otros grandes mercados emergentes han comenzado a desacelerarse. La mitad de los países desarrollados tiene tanta deuda que no pueden costear más estímulos fiscales, dice la OCDE. El Fondo Monetario Internacional no tiene dinero suficiente para rescatar a Europa.

Ahora le toca a Europa actuar "con fuerza arrolladora" como lo hizo EE.UU. en 2008.

Fuente: WSJ

19 dic 2011

La crisis revierte el proceso de integración financiera de Europa

Por Stepehn Fidler y David Enrich

BRUSELAS—La moneda común llevó los flujos de inversión a la periferia de Europa para luego ahuyentarlos.

En sus primeros diez años de existencia, el euro entrelazó los sistemas financieros del continente como nunca antes. Los bancos y los fondos de inversión en un país de la zona euro absorbían los bonos de otros miembros, sin preocuparse del riesgo de devaluación de monedas como el dracma, la lira, la peseta y el escudo.

Pero mientras disminuía el peligro de una devaluación, crecía casi inadvertido otro riesgo: la probabilidad de que los gobiernos, desprovistos del respaldo de sus bancos centrales, cayeran en cesación de pagos.

Los primeros indicios de que se podría producir una crisis de esta naturaleza fueron los problemas presupuestarios griegos. Conforme aumentaba el recelo sobre la capacidad de pago de Grecia, las inquietudes del mercado se propagaron de un país a otro, hasta llegar a revertir el histórico proceso de integración financiera europea, con múltiples consecuencias que ahora se están manifestando.

Bancos, aseguradoras y fondos de pensiones que antes facilitaron el endeudamiento excesivo de los gobiernos, al proveer crédito abundante a tasas de interés bajas, redujeron sus préstamos a países excesivamente endeudados para resguardar su dinero. Muchas de estas instituciones sólo están dispuestas a invertir en sus países o en los mercados más seguros como Alemania. "Estamos observando una desglobalización, una deseurización de la zona euro", afirma Andrew Balls, encargado del portafolio de bonos europeos de Pimco. "Los inversionistas están regresando a sus mercados. Puede que todavía tengan bonos, pero no dispersos por toda la zona euro como antes", enfatiza.

Si la irresponsabilidad fiscal de algunos plantó las semillas de la crisis europea, las decisiones de inversión dentro de la zona euro la agravaron y la volvieron más difícil de resolver.

Ahora que se han batido en retirada, los grandes inversionistas del Norte de Europa probablemente no regresarán a los mercados del Sur de Europa durante un buen tiempo, predice Carsten Brzeski, economista de ING Bank, en Ámsterdam. "Los inversionistas tienen buena memoria", asegura.

"Todos han dejado de invertir en ciertas partes de la zona euro", dice Philippe Delienne, presidente de Convictions Asset Management, en París, que administra activos por 776 millones de euros. "Ya no se puede decir que Italia es como el bund", señala, en alusión a los bonos soberanos alemanes. "Para protegernos ahora, estamos comprando bunds".

Para los países altamente endeudados que deben acudir al mercado en reiteradas ocasiones para refinanciar la deuda que vence, el repliegue de las inversiones puede ser el preámbulo de una lucha prolongada.

La escala del cambio sugiere que la zona euro no sólo padece de una crisis de confianza de corto plazo sino que el salvavidas financiero de algunos países se está alejando, quizá por años, dejando a algunas economías expuestas y en peligro de un colapso financiero.

La crisis podría, en el peor de los casos, desatar una ola de bancarrotas de países que amenaza con incapacitar el sistema bancario europeo, provocando una honda recesión. Una consecuencia podría ser la salida de uno o más países de la unión monetaria, o incluso su desmoronamiento.

La primera década del euro fue muy diferente. La moneda entró en circulación en 1999. Los inversionistas, que ya no tenían que preocuparse por una devaluación, consideraban los bonos de las economías mediterráneas un sustituto cercano de los de Alemania y otras economías sólidas, pero con rendimientos ligeramente mayores. Otro atractivo era que los fondos de pensiones preferían que sus inversiones estuvieran en la misma moneda en que estaban denominados sus pasivos: el euro.

Como el riesgo de impago se consideraba nulo, los bancos europeos no necesitaban capital de reserva contra los bonos de gobiernos de la zona euro que tuvieran en sus carteras. Ello daba más incentivos a los bancos para comprarlos, especialmente después de que la crisis financiera de 2008 menoscabó los colchones de capital de los bancos.

Para 2003, 55% de los bonos soberanos griegos estaban en manos foráneas. Para el tercer trimestre de 2009, la proporción había llegado a 76%.

Eso fue semanas antes de que un nuevo gobierno en Atenas revelara que el déficit presupuestario era mucho mayor de lo estimado. La suposición de que los bonos de gobiernos de la zona euro eran casi intercambiables y que ninguno caería en cesación de pagos comenzó a resquebrajarse.

Grecia se vio obligada a pedir ayuda del Fondo Monetario Internacional y otros países de la zona euro. Luego, Alemania dejó en claro que no pensaba pagar indefinidamente por las deudas de los gobiernos que consideraba derrochadores.

La proporción de bonos griegos en manos de inversionistas fuera de Grecia ha descendido a mucho menos de 50%. Las cifras de Fitch Ratings muestran cómo los extranjeros se han retirado de los mercados de bonos soberanos más débiles de la zona euro, que han quedado en manos de inversionistas locales.

Banco BPI SA, de Portugal, fue un entusiasta comprador de bonos gubernamentales de otros países de la zona euro. Para septiembre, había reducido su portafolio en cerca de 30%, según documentos enviados a los reguladores. Ahora, "invertiremos principalmente en bonos alemanes o algo semejante", explica Fernando Ulrich, presidente del comité ejecutivo.

¿Qué tendría que pasar para que los grandes inversionistas europeos vuelvan a comprar deuda de países periféricos?

El Fondo de Pensiones de la Industria del Transporte de Holanda vendió bonos griegos el año pasado, seguido de bonos españoles y bonos de corto plazo de Italia, afirma su director de inversión, Patrick Groenendijk. Aún tiene algunos bonos italianos de largo plazo.

Consultado cuándo el fondo volviera a invertir en Italia, Groenendijk fue franco. "Cuando tengan su propia moneda", aseveró.

Fuente: WSJ