7 jul 2009

¿Debe Alemania modificar su modelo exportador?

Por Marcus Walker

BERLÍN—Alemania, bajo los efectos de una gigantesca caída de las exportaciones, cree firmemente que no hay alternativa: las exportaciones deben seguir siendo el motor de su crecimiento. Aunque hay una alternativa, el país sencillamente no tiene el estómago para digerir los cambios que requeriría.

El Producto Interno Bruto, el valor de todos sus bienes y servicios, ha descendido cerca de 7% en los últimos cuatro trimestres, lo que se atribuye principalmente a que el resto del mundo está comprando menos bienes alemanes.

Una lección de esta crisis es que si hay algo peor que sufrir un colapso crediticio, como le pasó a Estados Unidos, es depender de clientes que atraviesan por una crisis crediticia.

Cuando las exportaciones representan hasta el 47% del PIB y caen 17% respecto de igual lapso del año previo, como le ocurrió a Alemania en el primer trimestre, el efecto es borrar de un plumazo años de crecimiento económico.

Existen tres maneras en las que Alemania, la cuarta economía del mundo, puede responder a estos desafíos.

Una es quedarse tranquila y esperar a que el comercio global se recupere. Esto es lo que el gobierno de la canciller Angela Merkel y la mayoría de las empresas alemanas piensan hacer. En su opinión, esta recesión es un gigantesco bache cíclico, pero los fundamentos de la economía del país siguen siendo sólidos.

Los defensores del status quo sostienen que la dependencia de las exportaciones refleja las ventajas comparativas del país. Alemania es buena en ingeniería y otros países, especialmente aquellos en rápido desarrollo como China, necesitan mucha maquinaria nueva. El gobierno, por lo tanto, está subsidiando las nóminas de las compañías para preservar sus fuerzas laborales y conocimientos hasta que los extranjeros vuelvan a abrir la billetera.

Pero ser el fabricante de herramientas del mundo tiene sus desventajas. El gasto global en inversión puede ser muy volátil, como lo ha demostrado la actual recesión.

Nadie sabe si las exportaciones alemanas crecerán después de la recesión tan rápido como lo hicieron en los años de bonanza, porque Estados Unidos y partes de Europa ahorrarán más y consumirán menos, al menos durante un tiempo.

Además, el empleo en los principales sectores de exportación de Alemania (maquinaria, autos y químicos) ha venido decayendo a largo plazo a medida que las compañías reducen costos y trasladan su producción a países más económicos para mantenerse competitivas. En realidad, el breve repunte de Alemania en los últimos años pudo haber sido el canto del cisne para la base manufacturera alemana de la posguerra.

Una segunda opción es incrementar el consumo doméstico, y los sindicatos dicen que es algo que debió haber pasado hace tiempo. La competitividad exportadora alemana se ha logrado a expensas del consumo interno, afirman los sindicatos, porque por años las empresas han intimidado a los trabajadores para que renuncien a recibir aumentos de sueldos por años. El ingreso disponible para el consumo a duras penas se elevó durante la racha de crecimiento del país entre 2005 y 2008, cuando el PIB aumentó cerca de 7%. A diferencia de los estadounidenses, a los consumidores alemanes no les gusta comprar con tarjetas de crédito para suplir sus estancados ingresos.

Para revivir el crecimiento de los salarios, los sindicatos alemanes quieren que el gobierno establezca un salario mínimo nacional y la obligatoriedad de las tarifas negociadas por los sindicatos en varios sectores. "El equilibrio de poder en el mercado laboral se ha inclinado a favor de las compañías en los últimos años, y debemos cambiar eso", dijo Gustav Horn, director del Macroeconomic Policy Institute, un grupo de expertos apoyado por los sindicatos en Dusseldorf.

Sin embargo, un alza de los salarios por vía de la regulación podría perjudicar las perspectivas de empleo de los trabajadores menos calificados. Y el empleo es la clave para estimular el consumo. "La gente que gana o pierde trabajos cambia sus patrones de consumo más que aquella que recibe un aumento de sueldo", dice Elga Bartsch, economista de Morgan Stanley en Londres.

La tercera opción sería estimular la inversión en nuevos sectores, para suplementar las tradicionalmente fuertes industrias alemanas de autos e ingeniería. Muchas industrias basadas en el conocimiento y los servicios que han impulsado el crecimiento en otras partes, como computadoras y software, farmacéuticos y biotecnología no han prosperado tanto en Alemania.

"Alguien creó una ventaja comparativa en maquinarias y BMW en la década de los 60, pero nadie ha creado mucho desde entonces", dice Adam Posen, subdirector del Peterson Institute for International Economics en Washington. Las políticas públicas en Alemania y el sistema bancario del país, dominado por el Estado, se enfocan en apoyar a las compañías existentes en vez de las emergentes, dice Posen.

Alemania está, hasta cierto punto, tratando de promover nuevos sectores. Los subsidios, por ejemplo, han convertido al país en líder en energía solar. Pero Alemania es penúltima en el número de nuevas empresas entre 18 economías avanzadas estudiadas por el Global Entrepeneurship Monitor, un proyecto de investigación internacional.

Fuente: WSJ