9 jun 2010

El crecimiento de América Latina se traduce en un mayor peso global

Por Paulo Prada

BRASILIA—La reciente transformación de América Latina de un caso perdido a una creciente potencia económica ha mejorado sus lazos con el Fondo Monetario Internacional y le está dando un mayor peso en las negociaciones globales sobre reformas económicas y financieras.

Uno de las voces que han llamado con más fuerza a dichos cambios ha sido la de Dominique Strauss-Kahn, el ex ministro francés de Finanzas y actual director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). Antes de la reunión del G-20 en Seúl la semana pasada, Strauss-Kahn visitó América Latina donde les pidió a los líderes ayuda para mantener "el consenso global" sobre la reforma financiera que surgió tras la reciente crisis económica.

Mientras Europa sufre los estragos de una crisis de deuda, Japón sigue estancado y Estados Unidos se recupera moderadamente, muchas economías en América Latina han repuntado con fuerza. Fortalecidos por la demanda de materias primas y un alza del consumo interno, países como Brasil, Perú, Colombia y Chile disfrutan de lo que muchos economistas predicen será un período de crecimiento sostenido. El martes, Brasil anunció una expansión de 9% en el primer trimestre frente al mismo período del año anterior, el mayor crecimiento desde que se implementó la actual metodología en 1995. La cifra anualizada, la preferida en EE.UU., bordea el 11%.

En los últimos 12 meses, los países latinoamericanos han hecho uso de su peso económico para ganar mayor relevancia en la arena mundial. Brasil, por ejemplo, ha jugado un papel decisivo en el esfuerzo por reajustar los derechos de voto en el FMI y ha sido un actor importante en el G-20 y otros foros internacionales.

Strauss-Kahn, en su tercer año al frente del FMI, se reunió recientemente con el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; el de Perú, Alan García; y ministros de otros países como México, Uruguay y Bolivia.

Su mensaje fue que el mejor desempeño económico le da a América Latina una voz más fuerte y un mayor poder persuasivo. Después de reunirse con el presidente brasileño, Strauss-Kahn citó la posición de da Silva frente a otros líderes (y al papel ascendente del país en el comercio internacional) como activos que podrían ayudar a convencer a otros gobiernos de que tienen que manejar la economía global en forma conjunta.

[FMI]

Su relativa salud económica, argumentó, podría dar a los países latinoamericanos no sólo un mayor impulso en los mercados globales, sino también una mejor posición en la mesa de negociaciones cuando los líderes reordenen la economía global. "Es mucho más fácil sacar adelante su agenda cuando está en una posición de fortaleza", añadió Strauss-Kahn. Su acogida en la región contrastó con lo que históricamente ha sido una relación áspera.

García, que en el pasado ha criticado al FMI, bromeó en un discurso en Lima que "el Fondo Monetario había cambiado". El mandatario reconoció que él, Perú y buena parte de América Latina también habían cambiado.

Debido a su papel de bombero financiero, el FMI fue a menudo el prestamista de última instancia para la región. Como condición de los préstamos, el Fondo impuso rigurosos criterios económicos que con frecuencia fueron percibidos como invasivos.

Sin embargo, la mejora de las economías de la región les ha permitido pagar miles de millones de dólares en préstamos. Ahora, Latinoamérica se ha unido a China y otras naciones en desarrollo en una reforma que podría cambiar para el año entrante la participación de los países pequeños en la estructura del FMI.

En lugar de paquetes de rescate, países como Colombia y México están solicitando "líneas de crédito flexibles" que el Fondo empezó a ofrecer en 2009 a países con buenos antecedentes, como una especie de respaldo en caso de que se vean afectados por crisis externas. Brasil, que hace cinco años le debía al Fondo US$15.500 millones, no solo pagó la deuda, sino que el año pasado acordó comprar hasta US$10.000 millones en bonos para ayudar en la financiación de programas.

Algunos líderes en la región, sin embargo, aún preocupan al FMI así como a economistas e inversionistas, especialmente cuando tiene que ver con la intervención en los mercados y la independencia de los reguladores. Este año, el presidente del banco central de Argentina renunció después de oponerse a un plan del gobierno para usar US$6.600 millones de las reservas extranjeras para reducir la deuda nacional.

El FMI, asimismo, aún tiene críticos en la región, especialmente gobiernos populistas como Argentina, Venezuela, Bolivia y Ecuador. Después de un debate entre Strauss-Kahn y cuatro ministros de Hacienda en una universidad de Lima, Luis Alberto Arce, el ministro boliviano, dijo que la entidad tenía poco que ofrecer a un país como el suyo, que ha estado implementando medidas para redistribuir la riqueza y nacionalizar industrias clave. El FMI, añadió, tenía muy poco diálogo con el gobierno boliviano.

A pesar de los esfuerzos del organismo por fomentar lazos con la región, Strauss-Kahn recomendó a los líderes que recordaran que siguen siendo vulnerables. La crisis económica, manifestó, se originó en el mundo desarrollado y los bancos latinoamericanos, por fortuna, tenían poca exposición a los derivados hipotecarios que la generaron.

Aun así, advirtió que los precios de las materias primas, en medio de una volatilidad global prolongada, o una reducción de la demanda de Asia, podrían caer y minar los ingresos. Y un continuo flujo de capital extranjero podría producir burbujas de activos y presiones sobre las monedas locales. La inflación, por mucho tiempo el azote de las economías de América Latina, podría regresar de la mano del crecimiento.

Fuente: WSJ