20 dic 2011

¿Será la crisis de Europa peor que la de EE.UU.?

¿Titubearán los líderes europeos, con torpes intentos, malinterpretando la realidad e ignorando el inminente peligro hasta que hayan hecho incluso más daño a la economía mundial que la que hizo Estados Unidos en 2008?

Ninguno pretende hacer eso. Pero ante sus ahora frecuentes cumbres —cada una de las cuales, según nos prometieron, los acercaría más que la anterior a una solución— hay una creciente preocupación sobre si Europa actuará a tiempo.

En los últimos días, las sirenas comenzaron a sonar más fuerte. El ministro de Relaciones Exteriores de Polonia declaró en Berlín: "Le tengo menos miedo al poder alemán que a la inactividad alemana".

La vicepresidenta de la Reserva Federal de EE.UU. (Fed) dijo que "los riesgos para el crecimiento global se han incrementado de manera significativa", en gran medida debido a "la intensificación de las tensiones en la banca y los mercados de deuda soberana de Europa". En tanto, un economista de la Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo afirmó: "Las autoridades políticas no ven la urgencia de tomar medidas decisivas".

En 2008, los bancos de EE.UU. se metieron en problemas y el gobierno los rescató. En Europa, son los gobiernos los que están en apuros, si bien los bancos tampoco están en gran forma, debido a que tienen demasiada deuda pública. Los actores con dinero —como Alemania y el Banco Central Europeo (BCE)— están poniendo obstáculos a los rescates, decididos a mantener la presión sobre los deudores. Un chiste popular estos días dice que hay un griego, un italiano y un español que entran en un bar y piden un trago. ¿Quién paga? El alemán.

Es difícil tener perspectiva sobre los acontecimientos cuando todavía están pasando. Las cosas parecían estar bastante mal cuando Lehman Brothers se fue a la quiebra en 2008. No sabíamos que la Fed rescataría a AIG, que el Congreso le daría (a regañadientes) al Tesoro US$700.000 millones para inyectar en los bancos, que el nuevo presidente aseguraría un enorme estímulo fiscal, que la Fed compraría cientos de miles de millones de dólares en bonos del Tesoro. No sabíamos entonces que a mediados de 2009, la economía podría estar creciendo, aunque lentamente.

Todo lo que sabemos de la Europa de hoy es que lo que se ha hecho hasta la fecha ha sido insuficiente, que la mayoría de los analistas dice que la zona ya está en recesión, y que hay una cumbre el 8 y 9 de diciembre.

El mundo no puede esperar a que los arquitectos tracen planes para una Europa nueva y mejorada. Mark Rutte, el primer ministro holandés, me dijo esta semana que Europa puede combatir el incendio y prevenir el siguiente al mismo tiempo. El economista David Mackie de J.P. Morgan desafía tal afirmación.

"Los políticos de la zona euro han estado tratando de encontrar la manera de salir de la crisis actual y crear una estructura institucional adecuada", opina. Pero desafortunadamente, añade, "el intento de cumplir con esos objetivos en simultáneo ha contribuido a empeorar la crisis".

La economía global está ahora en riesgo. A estas alturas, los bancos europeos ya comenzaron a deshacerse de activos y se retiran de los mercados emergentes. China y otros grandes mercados emergentes han comenzado a desacelerarse. La mitad de los países desarrollados tiene tanta deuda que no pueden costear más estímulos fiscales, dice la OCDE. El Fondo Monetario Internacional no tiene dinero suficiente para rescatar a Europa.

Ahora le toca a Europa actuar "con fuerza arrolladora" como lo hizo EE.UU. en 2008.

Fuente: WSJ