20 mar 2009

Intervención gubernamental a la francesa: 'oui' al rescate automotor, 'non' a los despidos

Por Leila Abboud y David Gauthier-Villars

SANDOUVILLE, Francia—La fábrica de Renault SA en este pueblo es una de las menos productivas del mundo. Sin embargo, la automotriz no tiene otra opción que mantenerla en operación.

Atribúyaselo a un rescate gubernamental, al estilo francés. A cambio de un préstamo de bajo interés de 3.000 millones de euros (US$3.900 millones) de París, Renault prometió no cerrar ninguna planta en Francia mientras dure el préstamo ni recurrir a despidos masivos en el país durante un año.

El paquete de ayuda, también otorgado a PSA Peugeot Citroën, ha provocado quejas de proteccionismo en los países vecinos. También pone a Renault en un aprieto. La compañía ha estado trasladando la producción de sus autos económicos a Europa del Este, y la planta de Sandouville actualmente opera a cerca de un tercio de su capacidad.

La gran pregunta para el sector automotor europeo "es dónde cerrar fábricas", señala el ministro de Industria de Francia, Luc Chatel, quien calcula que en el continente sobran unas 12 plantas. "No queremos cerrarlas en Francia".

Washington está combatiendo la recesión con su más profunda intervención en la economía desde la Gran Depresión, lo que convierte al gobierno de Estados Unidos en un actor principal en varias industrias, incluyendo la bancaria, la automotriz y la de seguros. A medida que compañías alrededor del mundo aceptan rescates gubernamentales, también se ven obligadas a operar según las prioridades fijadas por los líderes políticos.

En Francia, eso significa proteger el empleo doméstico y mantener la base industrial del país. En Alemania, donde el gobierno está considerando un rescate 3.300 millones de euros para Opel, una filial de General Motors Corp. (GM), los políticos se ven presionados por sindicatos y otros grupos que protegen los empleos locales. En el Reino Unido, los rescates gubernamentales de los bancos han venido acompañados de exigencias de que los beneficiados, incluyendo Royal Bank of Scotland, otorguen más préstamos a gente y empresas británicas.

En EE.UU., el rescate a la industria automotriz está tomando una forma diferente al de Francia. En vez de concentrarse en la protección de empleos, las autoridades estadounidenses han ligado los préstamos a un requisito que ha obligado a GM y Chrysler LLC a desarrollar planes que resultarán en miles de despidos más y recortes de sueldo, servicios de salud y otras prestaciones.

Francia es la sede de dos de las 10 mayores automotrices del mundo por volumen, pero las fábricas del país produjeron 2,1 millones de autos el año pasado, cerca de 1,1 millón menos que hace cinco años. Si no se hace nada, proyecta el gobierno, esa cifra podría reducirse en otro millón dentro de cinco años.

Francia ejemplifica el dilema que enfrenta la industria automotriz en Europa continental: cómo resolver la enorme sobrecapacidad cuando ningún gobierno está dispuesto a dejar que las fábricas cierren. Los analistas del sector temen que el proteccionismo atrase la profunda reestructuración que creen que hace falta en todo el mundo.

"Si todos buscan soluciones nacionales, entonces Europa tendrá un 50% de sobrecapacidad en cinco años", advirtió John Searle, presidente ejecutivo de Saft Groupe SA, una empresa que trabaja con automotrices para producir baterías para autos eléctricos. "Entiendo que sea un tema político, pero no hay futuro en mantener todas las fábricas abiertas".

Durante décadas, las automotrices han luchado con el problema del exceso de capacidad productiva. En los últimos años, eludieron el problema estimulando las ventas con grandes descuentos, mientras se beneficiaban del crédito fácil al consumidor. Sin embargo, la crisis económica ha roto ese modelo, dejando a la industria con pocas opciones aparte de lidiar con el exceso de capacidad.

En 2006, cuando las economías alrededor del mundo estaban creciendo, Renault trazó una estrategia trienal para elevar las ventas anuales en 800.000 autos para 2009 y mejorar los márgenes operativos. La compañía se expandió a mercados emergentes con autos económicos fabricados en países de bajos costos. Renault decidió producir los modelos caros en Francia, donde la mano de obra es más cara y los impuestos son más altos. Para entonces, sin embargo, la economía global se estaba desacelerando y las ventas de los autos caros ya estaban por debajo de las metas de Renault. Las ventas globales empezaron a caer y el inventario a acumularse. Los bancos, por su parte, empezaron a reducir el crédito.

Sin el apoyo del gobierno, Renault habría tenido que reducir su gasto en investigación y desarrollo para conservar efectivo. El gobierno otorgó a Renault y Peugeot Citroën un total de 6.000 millones de euros en préstamos de bajo interés. Los créditos están ayudando a las dos automotrices a corto plazo, pero ambas ahora buscan formas de reducir los costos sin violar sus compromisos de no cerrar fábricas.

Fuente: WSJ