24 abr 2009

España: Un trabajador cargará con dos jubilados

por M. Tejo

O las pensiones se recortan a la mitad o la población activa redobla su aportación al sistema: mantener como hasta ahora las prestaciones a los jubilados tiene un precio.

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Que España destina más del 8% de su Producto Interior Bruto (PIB) a sufragar el gasto en pensiones públicas llama la atención, aunque sólo sea por lo abultado de la cifra. Que dentro de quince años será el país del mundo más envejecido, tras Japón, incluso entristece.

Pero que en diez años, el 40% de la población será jubilada y los bolsillos de los trabajadores tendrán que pagar sus pensiones adquiere ya otro cariz. En plena guerra de cifras sobre la salud de las cuentas de la Seguridad Social, los expertos advierten de que la demografía es tozuda: si no hay reformas de por medio, cada trabajador alimentará a dos jubilados en 2050. ¿Le preocupa?

Al Banco de España, sí. Hasta el punto que el gobernador de la entidad emisora, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, advirtió durante su intervención en la Comisión del Pacto de Toledo, el 15 de abril, de que «en un año» la Seguridad Social podría entrar en pérdidas. Para el Ejecutivo lanzar este mensaje es «irresponsable», a la vez que «alarmista».

Si cuatro millones de personas ya no pegan ojo a causa del paro, el mensaje del gobernador podría frustrar el sueño a los ocho millones y medio de pensionistas –la mitad jubilados– que hay en España, un revuelo nada apropiado tras una crisis de Gobierno. Donde el ministro de Trabajo ve un sistema de pensiones «fuerte» y «vigoroso», el Banco de España atisba focos incendiarios, que deben sofocarse con reformas «imperiosas».

Los ingresos, en tasas negativas
¿Y qué dice la Seguridad Social? El debilitado consumo de las familias ha lastrado los pedidos de la industria, lo que ha supuesto el cierre forzoso de miles de empresas. Entre enero de 2009 y el mismo mes de 2008 desaparecieron del mapa 78.800 sociedades. Sólo por este concepto se estima que la caja dejará de percibir, al menos, 5.857 millones de euros este año, una cifra similar al superávit que espera el Gobierno.

La consecuencia directa es una intensa destrucción de empleo, que avanza a ritmos interanuales del 6%, y que ya priva a las arcas públicas de las aportaciones de más de un millón de trabajadores.

El resultado: mientras los gastos reales del organismo crecen por encima del 10%, en tasa interanual, los ingresos en caja marcan mínimos negativos. Las expectativas no son halagüeñas. Debido a esta grieta, y en un contexto recesivo, el sistema seguirá perdiendo cotizantes, a la vez que aumenta la grasa del paro e, irremediablemente, la población cumple años.

En la actualidad, la tasa de dependencia (relación entre el número de mayores de 65 años y la población potencialmente trabajadora) es del 25%. Es decir, hay un trabajador por cada cuatro pensionistas. Si no se aborda ninguna reforma, como alargar la edad legal de retiro para retener durante más tiempo a la masa trabajadora, en 2050 el 66% de los españoles estará ya totalmente apartado del mercado laboral y el gasto en pensiones se habrá duplicado, hasta rozar el 14% del PIB.

Pero no hace falta ir tan lejos. Los expertos tienen clavada la mirada en 2020, fecha en la que comenzará a jubilarse la generación del baby boom (los nacidos en la década de los sesenta). Estas oleadas de trabajadores son las que realmente pondrán a prueba la capacidad de resistencia de la Seguridad Social. Provienen de familias numerosas, pero no han colaborado a retroalimentar el sistema, porque tienen pocos hijos.

El Instituto de Estudios Fiscales (IEF), centro investigador al servicio de la Hacienda Pública, señala que la tasa de dependencia rondará el 30% ó el 40% para entonces. Eso sí, siempre que no acontezca una «drástica pérdida de la ocupación», debido a la crisis doméstica, pues el número de activos disminuiría hasta el punto de que cada trabajador cargará con un jubilado. Relación uno a uno.

La última proyección de gasto de la Comisión Europea señala que cuando los baby boomers se retiren –hay que recordar que los trabajadores abandonan el mercado laboral al menos dos años antes de los 65–, el gasto comenzará a crecer, aunque de modo estable. Pero hecha la estadística, hecha la trampa. Los técnicos del IEF advierten de que se trata de un escenario muy «optimista», ya que esta previsión parte de que la tasa de paro española será del 7%, un escenario difícil de creer.

La solución, según Concepció Patxot, coautora del informe Sipes, un modelo de gasto de la seguridad Social del propio IEF, concluye que el futuro pasa bien por rebajar a la mitad la cuantía de las pensiones o, en su defecto, redoblar las cotizaciones sociales que soportan trabajadores y empresas, una conclusión que también comparten Analistas Financieros Internacional, el Instituto de Estudios Económicos y los expertos de la División Financiera de la OCDE.

Para rizar el rizo, los inmigrantes, llegados a España por la falta de mano de obra, están pisando los talones a la generación del baby boom. Y junto a ellos, reclamarán su pensión las mujeres que, masivamente desde los setenta, se fueron incorporando al mercado laboral. El impacto de ambos colectivos no está debidamente contabilizado. «Ninguna previsión ha tenido en cuenta la entrada de 600.000 extranjeros cada año», achacan los analistas.

Aunque no hay recetas mágicas para salir del atolladero, lo ideal sería que España se planteara, al menos, tres cambios: llevar a toda la vida laboral el periodo de referencia para el cálculo de la pensión (en vez de tener en cuenta los últimos quince años como ahora);_fomentar el ahorro privado para que cada persona se responsabilice de su retiro, y retrasar en varias fases la edad de jubilación, de modo que alcance los 70 años.

El economista de la OCDE Pablo Antolín advierte de que retrasar estos cambios supondría la quiebra del sistema. A expensas de que Bruselas publique el 5 de mayo sus proyecciones revisadas sobre el gasto en pensiones, Antolín se sorprende de que se tilden de «catastrofistas» las conclusiones de los principales organismos internacionales. «Cuando el Gobierno dice que las pensiones están garantizadas, estoy de acuerdo que en cierto sentido lo están», explica en alusión al plano cortoplacista. «Pero eso no quita para que el gasto en pensiones y los déficit estructurales sigan aumentando», concluye.

Fuente: Expansión