24 jun 2009

¿Cómo será el sistema financiero de Estados Unidos del futuro?

por Krishna Guha. Financial Times

El plan del presidente Barack Obama para modernizar la regulación financiera estadounidense busca proteger a la economía de los excesos financieros y que sean las entidades las que paguen por ellos, en lugar de los contribuyentes.

Las propuestas reguladoras de Obama pretenden proteger a la economía estadounidense de los excesos financieros sin ahogar la distribución innovadora y dinámica de capital que alimenta su crecimiento. Tim Geithner, el secretario del Tesoro, y Lawrence Summers, el director de Consejo Económico Nacional, no creen que la crisis financiera fuera un hecho casual. Ambos consideran que tiene su origen en los fallos del mercado que dieron lugar a los ciclos crediticios de auge y caída –tanto en EEUU como en los mercados emergentes y en Japón–.

Las reformas tienen como objetivo reparar la estructura microeconómica de los mercados financieros para ofrecer mejores resultados macroeconómicos.
“Si observamos el nivel de riesgo creado por el sistema financiero durante la última generación, no creo que nadie pueda confiar en que la regulación sea satisfactoria”, comentó Summers.

Las reformas rechazan la doctrina de Alan Greenspan, el ex presidente de la Reserva Federal, que dice que la regulación no es eficaz porque los reguladores no pueden seguir el ritmo innovador del mercado.

Pero trabajan con el mercado tal y como es en la actualidad, intentando darle más estabilidad y mejorando su capacidad para poner precio al riesgo aumentando el capital, mejorando la información y modificando los incentivos.

El plan no prohíbe los productos financieros peligrosos. Tampoco trocea las instituciones financieras complejas ni impone una división estructural de la industria en la estela de la ley Glass-Steagal que siguió a la crisis de 1929.
Los políticos quieren que el sistema financiero, y no los contribuyentes, asimile el coste de los riesgos que genera.

Cambio en el enfoque
En el núcleo del plan está lo que Summers calificó como un “cambio en el enfoque conceptual de una estrategia basada en la falacia de la combinación –que al regular cada entidad concreta por separado se está regulando la totalidad del sistema– a otra basada en lo que es necesario para la estabilidad del sistema”.

La Fed podría emplear nuevos poderes contra el riesgo sistémico para poner freno a las burbujas alimentadas por los créditos al tiempo que controlan la inflación mediante los tipos de interés.

El plan también reducirá los incentivos para asumir excesivos riesgos –por ejemplo en los mercados de titulizaciones– y dar más solidez al sistema fortaleciendo a los participantes encargados de absorber los impactos: la infraestructura del mercado y el capital.

Los críticos culparon a la administración de no ser lo suficientemente estricta con respecto a los esquemas de pagos de los bancos que inducían a tomar riesgos, y expusieron que estaban dejando pasar una oportunidad de oro para poner fin a la fragmentación del sistema regulador.

Pero la pregunta clave es si el plan podrá abordar la toma de riesgos por parte de las instituciones que son demasiado grandes o que mantienen un grado de interconexión demasiado alto como para permitir su quiebra.

La administración pretende tratar este problema sometiendo a estas instituciones a unos requisitos de capital y liquidez más severos y a un control más estrecho, dando al sistema mayor solidez para soportar sus colapsos y creando un régimen especial de insolvencia que permita quiebras controladas.
Pero la idea de que las autoridades podrían permitir el colapso de una institución global como Citigroup o Goldman Sachs no sería creíble sin la existencia de un acuerdo global sobre quiebras empresariales.