20 feb 2009

Una cadena de investigaciones de fraude precedió el caso Stanford

Por Glenn R. Simpson, Dionne Searcey, Kara Scannell y John Lyons

Por años, las acusaciones rondaron a R. Allen Stanford, el empresario tejano que esta semana fue acusado de encabezar un fraude de US$8.000 millones.

Sin embargo, una falta de coordinación entre agencias federales y la dificultad de conseguir información sobre su banco en Antigua —donde la supervisión financiera es relativamente laxa— impidió que reguladores obtuvieran una visión clara de la situación, dicen investigadores.

Las autoridades, que ayer localizaron a Stanford en un pueblo en Virginia y lo notificaron oficialmente sobre los cargos civiles, dicen que el asunto reventó en diciembre luego de que Bernard Madoff‐ supuestamente les contara a sus hijos que estaba operando un fraude de US$50.000 millones. Eso aceleró la investigación de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC).

Dos años antes, en octubre de 2006, la oficina de la SEC en Fort Worth, Texas, había abierto una investigación formal sobre la venta de certificados de depósitos por parte de Stanford, que concluyó con los cargos civiles que la SEC presentó el martes en contra del inversionista y sus socios. La investigación de 2006 fue precedida por otra demanda ese mismo año en un tribunal estatal de Florida, en la que un ex ejecutivo de Stanford acusó a la empresa de operar una pirámide financiera. Ambas partes alcanzaron un acuerdo poniendo fin a la demanda.

Stanford aún no ha respondido a los cargos civiles por fraude presentados por la SEC. En otros casos en su contra a lo largo de los años, Stanford siempre negó haber hecho algo ilícito y dijo que cooperó con las autoridades.

De acuerdo a los cargos civiles por fraude que la SEC presentó en una corte de Dallas, Stanford International Bank, con sede en Antigua, atrajo a inversionistas ofreciéndoles retornos sobre certificados de depósitos (CD) por encima del rendimiento del mercado. La SEC dice que el banco en realidad colocó el dinero principalmente en bienes raíces y capital privado, y tergiversó la naturaleza de su portafolio para atraer a más clientes.

Según fuentes, un 75% de los CD vendidos por Stanford habrían sido comprados por latinoamericanos. La Superintendencia Bancaria de Venezuela, por ejemplo, informó que inversionistas venezolanos compraron al menos US$3.000 millones en CD de Stanford. Ayer, el gobierno venezolano anunció que asumirá el control de las operaciones de Stanford en el país, garantizando a sus clientes US$220 millones en depósitos. Los gobiernos de Perú, Ecuador, Panamá y Colombia están interviniendo las filiales locales de Stanford.

Una de las primeras investigaciones que se hizo a Stanford International Bank y sus afiliadas ocurrió en 1997 como parte de una pesquisa de la DEA al lavado de dinero del narcotráfico por parte de un cartel mexicano, según documentos de la agencia estadounidense de combate al narcotráfico. Stanford cooperó con la DEA y le entregó millones de dólares, muestran registros del tribunal. No se levantaron cargos en contra del banco. Poco después, el Departamento de Estado de EE.UU. sonó la alarma acerca de potenciales actividades de lavado de dinero en Antigua proveniente de la mafia rusa y otros grupos criminales.

En abril de 1999, el Departamento del Tesoro de EE.UU. emitió una advertencia a los bancos estadounidenses para que investigaran las transacciones de Antigua porque le preocupaba la fuerte influencia que algunas firmas tenían sobre los reguladores de la isla. El comentario se refería a Stanford International Bank, entre otros, aseguran ex funcionarios estadounidenses. Las autoridades de Antigua de entonces desestimaron las acusaciones y dijeron que estaban implementando regulaciones sobre el lavado de dinero de estándar mundial.

[Stanford]

En 2005, dos venezolanos sostuvieron en una corte de Florida que Stanford International Bank ayudó a crear una pirámide financiera fradulenta, cuyo blanco eran venezolanos. El caso fue resuelto extrajudicialmente. En 2006, un ex empleado de Stanford también demandó al banco en Florida, acusándolo de operar una pirámide financiera. El caso también terminó con un acuerdo, según el abogado del demandante.

Los reguladores en EE.UU. empezaron a recibir quejas aisladas sobre Stanford en 2001, según registros de la Autoridad Reguladora de la Industria Financiera (Finra, por su sigla en inglés), la entidad de autosupervisión de Wall Street. Finra no actuó sobre las denuncias hasta abril de 2007, cuando emitió la primera de cuatro multas por un total de US$70.000.

Los problemas se intensificaron para Stanford International Bank a fines de 2007 cuando dos altos ejecutivos, Mark Tidwell y Charles Rawl, renunciaron a la firma debido a preocupaciones de que Stanford estaba falsificando retornos y mintiendo a inversionistas, según testimonios presentados en un tribunal federal de Dallas. A principios de 2008, demandaron a Stanford en una corte estatal de Texas, alegando fraude.

Para enero, la SEC entrevistó a algunos empleados de Stanford, según investigadores. El 14 de febrero, el abogado de Stanford y sus empresas, Thomas Sjoblom, renunció. El abogado no respondió a pedidos de comentarios.

Fuente: WSJ