22 mar 2010

La autopsia de Lehman Brothers puede traer más cadáveres

por Roberto Casado (Londres)

Una obra de teatro basada en el colapso de la empresa energética estadounidense Enron es uno de los grandes éxitos de la actual temporada en Londres. El público encuentra en la caída de Enron, producida en 2001, muchos de los ingredientes de la actual crisis financiera: la ambición de los ejecutivos, el afán especulativo de los inversores y la laxa supervisión de reguladores, consejos de administración, auditores y abogados.

Si alguien no aprecia ese vínculo tras ir al teatro, ahora también puede leer el informe de 2.200 páginas sobre las causas de la bancarrota en septiembre de 2008 de Lehman Brothers, principal víctima de la última crisis.

Anton Valukas, presidente del bufete Jenner & Block y autor del citado documento a petición del juzgado que investiga el colapso del banco de inversión, explica así su derrumbe: “La caída de Lehman fue una consecuencia de la situación financiera, pero su efecto fue exacerbado por los ejecutivos de Lehman, cuya conducta va desde simples errores a manipulación de balances; por el modelo de negocio de la banca de inversión, que recompensa el exceso de riesgos; y por los reguladores, que ni anticiparon ni paliaron los problemas”.

Revelaciones
Hasta ahí, pocas sorpresas sobre lo que se esperaba de esa concienzuda autopsia. Pero además, como sucedió en el caso Enron, el informe desvela dudosas operaciones contables, realizadas gracias a la “negligencia profesional” de Ernst & Young, firma auditora de Lehman. Y también cuestiona el papel jugado en esas maniobras contables por el bufete británico Linklaters.

Según desvela Valukas, Ernst & Young y Linklaters facilitaron ciertas operaciones de Lehman por las que esta entidad pudo ocultar deuda por más de 50.000 millones de dólares en los meses previos a su quiebra.
“Es la misma historia de Enron”, asegura un banquero de la City londinense. “Se saca deuda fuera del balance, engañando a los inversores, mientras el auditor desvía la mirada”. En el caso de Enron, esa negligencia provocó la desaparición de su auditor, Arthur Andersen.

El abogado de un despacho británico cree que la situación de Lehman no es comparable. “Enron utilizó de forma sistemática durante muchos años las transacciones con sociedades ocultas para camuflar deuda y maquillar beneficios. Lehman lo hizo de forma puntual durante unos trimestres, cuando ya estaba herida de muerte, y aprovechó un vacío legal para ello”.

Recompra envenenada
Según el informe de Valukas, Lehman utilizó un complicado mecanismo para reducir deuda en sus resultados trimestrales a partir de 2007, ante la presión de los inversores. Al final de cada periodo, el banco prestaba títulos por unos días a otros bancos, a cambio de dinero en metálico. Como el valor de los títulos era superior al 105% del dinero recibido, Lehman registraba la operación como una venta, no como un préstamo.

Al no encontrar un bufete en Estados Unidos que respaldara el criterio de que esa transacción era una venta (quizá escarmentados por el caso Enron), Lehman realizó esas operaciones a través de su filial londinense, con la bendición de Linklaters. Ernst & Young no se opuso a esas operaciones al auditar las cuentas. En el segundo trimestre de 2008, Lehman redujo así su deuda en 50.500 millones de dólares.

Las revelaciones del informe dan munición a inversores y supervisores para denunciar y pleitear contra ejecutivos y asesores de Lehman Brothers. Para empezar, los reguladores británicos han abierto sendas investigaciones sobre el papel jugado por Ernst & Young y Linklaters. Estas firmas niegan cualquier acción ilegal o negligente. De lo convincente de su defensa dependerá el que no aparezcan más cadáveres en el agujero de Lehman.