6 dic 2010

Las lecciones que Europa puede aprender de América Latina

Por Bob Davis

WASHINGTON—En las últimas seis décadas, América Latina ha soportado más crisis financieras que ninguna otra parte del mundo. La región ha aprendido lecciones que son importantes ahora para la zona euro, que todavía no ha podido detener la propagación de un incendio financiero.

Aunque las dos regiones tienen niveles de riqueza muy diferentes, hay importantes similitudes. Los problemas financieros en ambas partes se contagian de un país a otro a través del comercio, las finanzas y la psicología de grupo. Muchos países latinoamericanos ligaron sus monedas estrechamente al dólar, dejando su política monetaria en manos de la Reserva Federal de Estados Unidos, de la misma forma que los países de la zona euro dejaron de lado sus propias monedas a favor del euro y del Banco Central Europeo.

¿Cómo enfrentar una crisis que amenaza con salirse de control? La receta tradicional de recortar el presupuesto y reducir los programas sociales para pagar las deudas, impulsada por el Fondo Monetario Internacional como requisito de sus préstamos, puede funcionar, como es evidente en la experiencia latinoamericana. En parte eso se debe a que el FMI esencialmente refinancia los créditos para los países que progresan en el cumplimiento de las metas de reducción del gasto público. En Europa, el FMI está trabajando en conjunto con un fondo de rescate europeo para dar forma a préstamos de ayuda.

Cuando los inversionistas abruptamente retiraron dinero de Brasil en 1998, lo que amenazó con llevar a la bancarrota al país, el FMI concedió un crédito ese año que fue seguido de otro en 2001 y un último en 2002. El último préstamo no expiró hasta 2005, con lo que el país tuvo siete años para ordenar sus asuntos, evitar el incumplimiento de pagos y colocarse en el camino al crecimiento.

Pero América Latina también muestra que la cesación de pagos sobre una deuda soberana, que los países de la zona euro están luchando por evitar, puede tener un importante lado positivo. "La reestructuración puede ser menos dolorosa de lo que parece si se hace limpia y rápidamente", dice el economista venezolano de la Universidad de Harvard, Ricardo Hausmann, que ha trabajado por varios años en problemas vinculados a la deuda latinoamericana. "Hubo reestructuraciones que tuvieron efectos saludables" reduciendo el peso de la deuda, sostuvo.

Orquestar una reestructuración es complicado. Andrew Powell, un investigador del Banco Interamericano de Desarrollo, distingue entre las cesaciones de pago favorables al mercado y las que son contrarias o "agresivas". Jamaica persuadió este año a más del 99% de sus acreedores para que aceptaran una reducción en la tasa de interés de la deuda interna de la isla y la postergación del vencimiento. Eso redujo los pagos anuales de intereses del gobierno en alrededor de un tercio, calcula Powell. El FMI y agencias multilaterales de desarrollo proveyeron un crédito de US$2.200 millones para respaldar a los bancos, que tenían parte importante de la deuda.

El lado negativo: la solución favorable al mercado no redujo la deuda total de Jamaica que equivale a 140% del Producto Interno Bruto, debido a que el valor nominal de la deuda interna no fue tocado y la externa no fue incluida en el plan. "Le da a los países tiempo para ajustarse el cinturón, pero igual tienen que reducir el gasto", consideró Powell.

El modelo argentino

El ejemplo más prominente de una cesación de pagos "agresiva" es Argentina, que asestó a sus acreedores un golpe de 70% del valor nominal de su deuda en 2005 y todavía tiene muchos inversionistas que están intentando que Buenos Aires pague más. Desde entonces, Argentina ha estado marginada de los mercados financieros internacionales.

El lado positivo: la carga de la deuda del país se redujo un tercio después de la cesación de pagos y la economía comenzó a tener un alto crecimiento. Parte de la razón es el incremento de la demanda por el trigo, la carne y otras materias primas argentinas, gracias a China. Pero también esto se debe, en parte, a que el crecimiento de la economía no se vio estancado debido a pagos de deuda demasiado onerosos.

"La suspensión de pagos agresiva significa que usted va a ser considerado como un deudor poco fiable y será excluido de los mercados de capitales, pero existe la posibilidad de que pueda solucionar sus problemas más rápido", explicó Powell.

Alemania quiere que los países de la zona euro obliguen a sus acreedores a aceptar una reducción de lo que se les debe en futuras crisis, aunque está proponiendo un esquema financiero complicado que podría hacer improbable ese desenlace. Pero los países de la zona euro no pueden devaluar sus monedas para obtener ventajas competitivas, como lo hizo Argentina, a menos de que se retiren del euro.

Hausmann dice que una decisión así sería difícil y tendría consecuencias impredecibles, pero podría reducir rápidamente la deuda externa de un país. Si Irlanda declarase que una libra irlandesa equivale a un euro, podría convertir su deuda en euros a deuda en libras.

Luego, podría hacer que el valor de la libra flotara en los mercados de divisas, agregó. La inevitable devaluación incrementaría la competitividad de las exportaciones, sin empeorar la carga de la deuda interna. "El tigre irlandés podría renacer", opinó.

El caso de Brasil en 1995 sugiere una alternativa menos drástica. Esa vez, el país salió del pánico financiero cuando el peso argentino se apreció rápidamente debido a que estaba atado a lo que entonces era un dólar en alza. Las exportaciones agrícolas brasileñas tuvieron un auge mientras que las argentinas se hundieron. Sin darse cuenta, Argentina se volvió un motor económico para Brasil.

Alemania podría jugar el mismo rol en Europa—aunque esta vez deliberadamente— si incrementara la demanda doméstica para captar las importaciones de Irlanda, Grecia, España y otros países de Europa que están en problemas. El economista Joseph Stiglitz , ganador del premio Nobel, dijo que Alemania también necesita ayudar a otros países a reducir sus deudas, en lugar de solamente proveer otros préstamos.

"Estos países (europeos) podrían probablemente sobrevivir simplemente insistiendo en que los acreedores acepten reducciones de pagos", en lugar de abandonar el euro. "Pero necesitarán otra herramienta, una enorme cantidad de ayuda", consideró.

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