25 ene 2011

El BCE insiste en la austeridad como camino al crecimiento

Por Brian Blackstone y Marcus Walker

FRÁNCFORT—El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, defendió su postura de mano dura en la política fiscal y la inflación al decir que la austeridad presupuestaria y la vigilancia de cara al alza en los precios de la energía y las materias primas son el mejor camino hacia la recuperación económica.

En una entrevista con The Wall Street Journal antes de la reunión anual del Foro Económico Mundial que se celebrará esta semana en Davos, Suiza, Trichet advirtió que las presiones inflacionarias en la zona euro deben ser supervisadas de cerca instó a los bancos centrales de todo el mundo a hacer todo lo posible para impedir que el aumento en los precios de la energía y los alimentos se haga sentir en la economía global. Puntualizó, asimismo, que no permitirá que la debilidad de las economías de Grecia, Irlanda y otros países europeos en problemas postergue un alza de tasas en la zona euro si el BCE estima que la estabilidad de precios se ve amenazada.

[Trichet] Heinrich Voelkel/Ostkreuz para The Wall Street Journal

"Todos los bancos centrales, en períodos como este donde hay amenazas inflacionarias provenientes de los commodities, tienen que tener… mucho cuidado para que no se produzcan efectos de segunda ronda" sobre los precios internos, dijo Trichet en su oficina con vista al distrito financiero de Fráncfort del piso 35 de la Eurotower, desde donde opera la sede central del BCE.

El presidente francés de 68 años, cuyo mandato de ocho años del BCE termina en octubre, argumentó que la disciplina presupuestaria ayudará más al crecimiento de Europa que un renovado estímulo, e instó a los 17 países de la zona euro a que intensifiquen la mutua "vigilancia" de sus políticas fiscales.

Trichet lleva asistiendo a la cumbre de Davos, donde se reúnen diseñadores de políticas, ejecutivos de empresas y académicos, desde los años 80, cuando encabezaba el Club de París, un organismo dedicado a la reestructuración de deudas internacionales. Su carrera de 40 años incluye puestos destacados en el Tesoro francés, el cargo de gobernador del Banco de Francia y, desde 2003, la presidencia del BCE.

Además de su enfoque inflexible respecto a la inflación, su postura en otros temas económicos candentes de 2011 (como por ejemplo, si los países deben embarcarse en programas adicionales de estímulo para garantizar la recuperación de sus economías o volcarse a la reducción del déficit) es controvertido.

El gobierno de Estados Unidos está adoptando la primera de esas posturas, prolongando el estímulo fiscal este año con el apoyo del presidente de la Reserva Federal (FED), Ben Bernanke. En contraste, los países del bloque del euro aprobarán medidas de austeridad en 2011, tal como ha pedido repetidamente Trichet. "No me corresponde a mí dar lecciones a otras economías avanzadas", aseguró.

En Europa, la disciplina presupuestaria beneficia al crecimiento y la creación de empleo "mejorando la confianza de las familias, las empresas, los inversionistas y los ahorradores", dijo Trichet.

Sus comentarios llegan en un momento delicado para el BCE, en que debe equilibrar una creciente crisis de deuda en el sur de Europa e Irlanda con una robusta recuperación en Alemania y una creciente inflación en todo el bloque del euro.

En diciembre, la inflación saltó inesperadamente de 1,9% a 2,2% en la zona euro, la primera vez en más de dos años que excedió la meta del BCE fijada en un máximo de 2%. Algunos economistas creen que en los próximos dos meses sobrepasará el nivel de 2,5%.

En la entrevista, Trichet reforzó su mano dura con la inflación, descartando los argumentos de algunos economistas que creen que el BCE debería postergar un alza de las tasas de interés porque la inflación subyacente en la zona euro (que excluye los precios de los alimentos y de la energía), todavía es débil en 1,1%. Los cambios en los precios de los alimentos y de la energía son, en gran medida, determinados por los mercados mundiales y, por lo tanto, no son directamente influidos por las tasas de interés de una economía determinada. Por esa razón, los bancos centrales de otras grandes economías, incluyendo la Fed de EE.UU., le dan más importancia a la inflación subyacente que a otras mediciones.

Algunos analistas tienen la esperanza de que el BCE no suba las tasas mientras las causas internas de las alzas de precios, como los salarios, sigan siendo débiles. Trichet no dio garantías en ese sentido.

El BCE podría subir las tasas este año si siente que las empresas y los trabajadores esperan que la inflación general se mantenga por encima de 2% por algún tiempo, incluso si la principal fuente de inflación son los mercados mundiales de commodities.

No se prevé que la Fed suba su tasa de interés de referencia durante algún tiempo para impulsar la recuperación de la economía de EE.UU., a pesar de que hay indicios de que se acelera la inflación general. El Banco de Inglaterra todavía no ha subido las tasas, aunque la inflación en el país roza el 4%.

Aun así, los comentarios de Trichet sugieren que, por ahora, su enfoque apunta a mantener controladas las expectativas de inflación más que a señalar una inminente alza en las tasas. Si los consumidores ven que las alzas de precios generadas por el encarecimiento de la energía y de los alimentos son temporales, es menos probable que cambien su conducta o que presionen por aumentos salariales. Pero si anticipan que la inflación será más alta a largo plazo, posiblemente presionarán para aumentos salarios más rápidos. "En esta etapa, no vemos" esas fuerzas de largo plazo, dijo Trichet, "y todos saben que no permitiríamos que se materializaran esos efectos de segunda ronda".

Los países en dificultades de la zona euro, entre ellos Grecia, Irlanda y Portugal, enfrentan un prolongado período de dolor económico. Deben subir impuestos y recortar gastos para reducir la creciente deuda del gobierno, a la vez que tratan de mantener sus salarios para que sus productos sean más competitivos en el mercado interno y en el global. En el otro extremo, la fórmula alemana de crecimiento rápido, impulsado por las exportaciones y por la caída del desempleo suele poner en altera a los bancos centrales porque a menudo lleva a subidas de salarios y precios. Otros países de la zona euro, como Francia, se encuentran en un punto intermedio. Sus economías se están recuperando, pero el crecimiento sigue desequilibrado debido al alto nivel de desempleo.

Trichet desecha esas divergencias como algo normal y similar a lo que ocurre entre estados y regiones de EE.UU. Sin embargo, EE.UU. y otras grandes zonas económicas cuentan con grandes presupuestos que pueden transferir fondos de zonas prósperas a otras que están atravesando dificultades. Europa carece de una autoridad fiscal central, lo que coloca al BCE bajo mayor presión para que estabilice un grupo dispar de economías con una única herramienta que es la fijación de intereses.

Trichet desestimó los comentarios de quienes critican el enfoque europeo en la austeridad presupuestaria, incluyendo el Fondo Monetario Internacional y, más recientemente, la Organización de las Naciones Unidas, que advirtieron hace poco que "el impacto de la austeridad fiscal planeada o implementada genera un riesgo de que la recesión económica se reanude" en Europa.

"No me convence el simple argumento que sugiere que adoptar una política fiscal más sólida obstaculizaría el crecimiento", dijo.