24 ene 2011

La política monetaria china necesita un ajuste

Por Mohammed Hadi
The Wall Street Journal

Para China ha resultado algo difícil enfriar la economía.

El país registró un crecimiento de 9,8% en el cuarto trimestre, un ritmo más rápido que en los tres meses previos y superior a las expectativas de economistas. Un desempeño impresionante, pero el descenso de 2,9% el jueves en la bolsa de Shanghai refleja la preocupación por los esfuerzos que deberán acentuar los encargados de implementar las políticas monetarias para frenar el crecimiento económico y, más importante, la inflación.

Las alzas de precios se desaceleraron levemente en diciembre: el índice de precios al consumidor aumentó 4,6%. Pero esto podría ser temporal, debido a que el ritmo de los aumentos en los precios de los alimentos ha repuntado en las últimas semanas. La inflación que no incluye los precios de los alimentos también está aumentando.

Beijing ha adoptado amplias medidas para desacelerar los precios, como aumentar la cantidad de capital que los bancos deben mantener como reserva y que, por lo tanto, no pueden utilizar en préstamos. Las tasas clave de depósitos y préstamos también fueron elevadas.

En realidad, estas medidas han surtido poco efecto. Si Beijing realmente tiene la intención de tomar medidas drásticas contra la inflación, necesita controlar la expansión de los préstamos.

"La principal herramienta a disposición del gobierno no son las tasas de interés y requisitos de reservas", afirma Alistair Thornton, analista de IHS Global Insight. Considere que el aumento de requisitos de reservas hizo poco para desacelerar los préstamos de los bancos, los que otorgaron el año pasado US$1,2 billones en nuevos créditos. Debido a que las tasas para los depósitos a un año, de 2,75%, permanecen muy por debajo de la tasa de inflación, se necesitarán varios incrementos antes de que las tasas desalienten en forma significativa los gastos y las inversiones.

Cuando se trata de préstamos, las intenciones de Beijing —y su control sobre la situación— son difíciles de entender. Incluso si la meta de Beijing para los préstamos nuevos en 2011 fue reducida en alrededor de 10%, a cerca de US$1 billón, como los economistas ahora piensan, sigue siendo una tasa bastante alta. Desde el 2006 hasta el 2008, antes de que las tasas para los préstamos fueran elevadas significativamente para impulsar el crecimiento económico, la actividad crediticia sólo promediaba poco más de medio billón de dólares al año. El año pasado, el volumen de préstamos superó el límite oficial y los bancos estaban, además, concediendo un monto sustancial de créditos "en la sombra", que son dejados fuera de las hojas de balance.

Seguramente, la adopción de severas medidas en contra de esos préstamos ayudaría. Y la buena noticia para las autoridades es que si tienen que desacelerar el crecimiento para mantener la inflación bajo control, tienen bastante espacio para maniobrar sin caer por debajo de la meta oficial de crecimiento de Beijing, de 8%. Pero por ahora, aún existe mucho de dulce y poco de agraz en la política monetaria de China.