6 jul 2011

Europa no puede escapar de una quiebra griega

Por Marcus Walker y Stephen Fidler

Grecia parece haber evitado la bancarrota con la aprobación la semana pasada en el Parlamento de medidas de austeridad adicionales que le permitirán recibir un segundo paquete de rescate internacional.

Pero tarde o temprano, dicen muchos economistas, Grecia sucumbirá a una carga de deuda en alza e incumplirá el pago de sus bonos.

Con la deuda pública camino a alcanzar 155% del Producto Interno Bruto este año, el país parece más cerca de sus límites en momentos en que decide nuevos recortes en el gasto fiscal e incrementos de impuestos en una economía que está en caída libre.

La perspectiva de que Grecia no cumpla sus obligaciones es algo que la mayoría de los gobiernos europeos teme. El Banco Central Europeo, dirigido por Jean-Claude Trichet, se ha opuesto vehementemente incluso a una abierta discusión de una cesación de pagos. Su preocupación: la activación de una reacción en cadena en los mercados financieros globales tan dañina como el impacto del colapso de Lehman Brothers en 2008.

Muchos economistas desestiman esas visiones pesimistas. El alcance de la reacción "dependerá de si la cesación de pagos o la reestructuración de la deuda ha sido preparada adecuadamente", dice Richard Portes, profesor de economía en la London Business School.

Como sugiere Portes, no todas las cesaciones de pagos son iguales. En la parte baja de la escala está un incumplimiento de pagos selectivo.

La refinanciación de los bonos llevaría a Grecia a una cesación de pagos selectiva si las agencias calificadoras consideran que los tenedores de bonos quedan peor parados que si recibieran el pago normal sobre sus valores. El BCE ha calificado incluso esto como inaceptable.

Más arriba en la escala de perturbaciones está una cesación de pagos organizada —como el Plan Brady de los años 80, que ayudó a trazar una línea en la crisis de deuda de América Latina— en el cual los tenedores de bonos son obligados a aceptar pérdidas. En ese escenario, una preparación cuidadosa amortigua el efecto de las pérdidas en los bancos y en otros inversionistas en un esfuerzo por limitar el contagio.

El peor de los escenarios es una cesación de pagos desorganizada sin preparar a los mercados ni a los inversionistas. Las consecuencias aquí posiblemente sean más grandes que en los otros dos escenarios. Pero algunos analistas financieros dicen que los costos internacionalmente todavía serían manejables, aunque el costo para Grecia podría ser muy alto.

Los pocos funcionarios europeos dispuestos a hablar sobre una cesación de pagos de Grecia dicen que Europa necesita preparar un plan de batalla en cuatro frentes:

El déficit de Grecia: a pesar de una austeridad draconiana, Grecia todavía gasta sustancialmente más en servicios y salarios públicos de lo que recauda en impuestos. Si realiza una cesación de pagos, necesitaría liquidez de emergencia proveniente de Europa para pagar sueldos y mantener al gobierno funcionando. La alternativa podría ser un descontento social todavía más severo de lo que Atenas ha visto hasta ahora.

Los bancos griegos: una cesación de pagos eliminaría la base de capital del sistema bancario griego. Si el BCE insiste en rechazar los bonos de Grecia como aval para extender préstamos, como lo ha advertido, cortaría una línea vital de capital para los bancos griegos, desencadenando una crisis de fondos. Para evitar la fuga de capitales de los bancos y del país, Europa necesitaría un plan para volver a proveer fondos y activos a los bancos griegos.

Los bancos europeos: muchos prestamistas de la zona euro tienen todavía que reducir el valor contable de los bonos griegos para reflejar su verdadero precio. Europa necesitaría un plan para recapitalizar a todos los bancos europeos amenazados por pérdidas sobre dichos títulos o por la incertidumbre creada en otras economías débiles de la zona euro.

Los estados de la zona euro: el mayor peligro y el más difícil de calcular o contener, es el contagio, o la fuga del dinero de los inversionistas asustados de otros países en dificultades. Irlanda y Portugal ya están excluidos de los mercados de bonos. El peligro es que España, Italia o Bélgica también podrían perder su acceso a capital en condiciones razonables.

Europa necesitaría preparar una red de seguridad financiera de gran escala para proteger a esos países. Cubrir todas sus necesidades de financiación podría requerir sumas mucho más grandes que los 500.000 millones de euros (US$726.000 millones) que Europa tiene disponibles en sus fondos de rescate, más cualquier contribución del Fondo Monetario Internacional.

Algunos escépticos dudan que las consecuencias vayan a ser tan dañinas. Otros dicen que, con sus inquietantes advertencias, el BCE arriesga crear la perturbación que dice que quiere evitar.

El Ministerio de Finanzas de Alemania también duda que los problemas de contagio vayan a ser tan severos como piensa el BCE.

El problema, dicen los economistas, es que nadie sabe realmente. Esto significa que aun cuando sea un pequeño riesgo, Europa tendrá que prepararse para un pánico en el mercado financiero más grande que cualquier cosa que se haya visto desde la quiebra Lehman's.

Fuente: WSJ