22 ago 2011

En la reunión anual de la Fed, se esperan pocos fuegos artificiales

Por Jon Hilsenrath

En El Padrino III, un Al Pacino envejecido, con aires de profesor y gafas de leer, se lamenta por su incapacidad para escapar de la vida mafiosa: "Justo cuando pensaba que había salido, me empujan de vuelta adentro".

Mientras el presidente de la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos, Ben Bernanke, se prepara para dar un muy esperado discurso el próximo viernes en Jackson Hole, Wyoming, quizás pueda simpatizar con Al Pacino.

Hace algunos meses, Bernanke y sus colegas tenían la esperanza de que la economía estadounidense estuviera en el buen camino y pudiera sanar sin mucho más apoyo del banco central.

En cambio, el crecimiento económico ha decepcionado, la Fed contempla nuevas medidas de relajamiento monetario, los mercados se han vuelto locos y Bernanke vuelve a ser el blanco de la ira de los políticos.

La economía de EE.UU. es su submundo oscuro, del que no puede escapar. Jackson Hole es a donde vuelve cada turbulento agosto para tramar sus siguientes pasos.

El primer desafío del presidente de la Fed el viernes será explicar la cambiante narrativa sobre lo que ocurre con la economía.

Antes de la reunión del 9 de agosto, el pronóstico oficial de la Fed en junio era notablemente más optimista que los de los analistas privados. El banco central dijo que la economía crecería 2,8% en 2011; los analistas privados en agosto preveían 1,6%. Para 2012, la Fed pronosticó una expansión de 3,5%; los analistas, una de 2,5%.

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Durante meses, la Fed subestimó en gran medida la mala evolución de la economía, atribuyéndola a una reacción transitoria al desastre natural de Japón y a las alzas en el precio del petróleo provocadas por la inestabilidad en Medio Oriente. Las autoridades esperaban que las poderosas dinámicas que desde la Segunda Guerra Mundial siempre han sacado a la economía estadounidense de la recesión —ciclos autosostenidos de mejoría en la confianza, contrataciones y gasto— derrotasen los altibajos temporales a lo largo del año.

La nueva realidad que está emergiendo es que las turbulencias más severas podrían limitar la recuperación de EE.UU. más tiempo de lo esperado, quizás no tanto como para arrastrarla de nuevo a la recesión, pero lo suficiente como para que el crecimiento siga siendo dolorosamente lento.

Las relaciones que tradicionalmente solían impulsar las recuperaciones podrían haber perdido fuerza. La confianza de los consumidores, por ejemplo, tiende a repuntar luego de que el desempleo llega a sus niveles máximos. Esta vez, no está ocurriendo. El desempleo llegó a su récord en octubre de 2009, ubicándose en 10,1%. La confianza sigue hundiéndose. El índice de la Universidad de Michigan cayó a comienzos de agosto a su nivel más bajo desde 1980.

"Estoy muy preocupado por el efecto que la volatilidad de las bolsas está teniendo sobre el gasto de los consumidores", dijo en un discurso reciente Dennis

Lockhart, presidente de la Reserva Federal de Atlanta.

El deterioro en las previsiones es la principal razón por la que la Fed se comprometió a mantener las tasas de interés de corto plazo en cerca de cero hasta mediados de 2013. Expresar dudas de que la economía se fortalezca mucho entre ahora y 2013 difícilmente inspirará mucha confianza, pero al menos mantendrá flexibles las condiciones financieras.

En juego estaba la teoría económica, siempre importante para Bernanke, ex profesor de la universidad de Princeton. Los teóricos que Bernanke sigue han argumentado durante años que los compromisos de largo plazo de mantener las tasas bajas son armas fundamentales que los bancos centrales deben utilizar para combatir el tipo de enfermedad que ha aquejado a Japón desde los años 90.

Hay otros pasos que podría dar, como reducir la tasa de 0,25% que la Fed paga a los bancos para que dejen su dinero en reserva. El razonamiento: ¿Por qué premiar a los bancos por no prestar? O la Fed podría ajustar la composición de su portafolio de valores para tratar de reducir las tasas de interés de largo plazo todavía más.

Un obstáculo es que la economía es especialmente difícil de descifrar ahora. "No sabemos lo que va a pasar en los próximos dos años", dijo Alan Blinder, profesor de Princeton y ex vicepresidente de la Fed.

Otro obstáculo es el riesgo de que la inflación no se repliegue, como espera la Fed, o que se acelere, lo que podría obligarla a subir las tasas de interés antes de lo prometido, dañando su credibilidad.

Bernanke acertó en su predicción de que los precios de los commodities bajarían respecto a sus máximos de comienzos de este año. Sin embargo, la inflación subyacente, independiente de las materias primas, ha avanzado más de lo esperado, una sorpresa para algunos dada la debilidad económica.

La persistente preocupación de que la inflación pueda consolidarse es una razón por la que Bernanke y sus colegas podrían optar por la prudencia en los próximos meses. El año pasado, Bernanke anunció en Jackson Hole una segunda ronda de compra de bonos destinada a impulsar la economía, conocida como relajamiento cuantitativo o QE2.

La reciente declaración de la Fed de que está dispuesta a adoptar otras medidas para promover la recuperación claramente abrió la puerta a QE3. Pero no esperen que Bernanke se precipite a cruzar esa puerta el próximo viernes.

Fuente: WSJ