14 ene 2009

La posibilidad de emigrar impulsa un renacimiento del judaísmo en Cuba

Por Joel Millman

LA HABANA—Al igual que muchos jóvenes cubanos, Yosniel Castro, de 23 años, desea una oportunidad para irse de la isla comunista para buscar una vida mejor. A diferencia de muchos de sus pares, puede haber encontrado una salida: el judaísmo.

La mamá de Castro era una católica que se casó con un judío y se convirtió al judaísmo. Luego se fue a Israel en 2007 con la hermana menor de Castro. Ahora, Castro, que no tiene ningún parentesco con el líder cubano Fidel Castro, espera convertirse al judaísmo y unirse a ellas.

"Es mi sueño hacerlo también", dice el joven de voz suave, tirando de los flecos de un sucio chal blanco, o talit, y concentrándose en los servicios de Sabbath en el Centro Hebreo Sefardí de Cuba, una de las tres sinagogas activas en el país.

Aunque, técnicamente, cualquier cubano puede emigrar, muy pocos consiguen los papeles necesarios del gobierno cubano o pueden juntar los miles de dólares requeridos para documentos y transporte fuera de la isla. A los judíos destinados a la Tierra Sagrada, sin embargo, Israel les paga esos gastos.

La posibilidad de emigrar está ayudando a impulsar un tipo de renacimiento del judaísmo en Cuba después de medio siglo de comunismo. Con casi 30.000 judíos en el período justo antes de la Segunda Guerra Mundial, el enclave hebreo de Cuba se redujo a alrededor de 1.000 personas para fines de los años 80. Actualmente, ha aumentado a casi 1.500 y cientos de otros judíos cubanos que se marcharon hace poco ahora están viviendo en Israel o en el estado de Florida, en Estados Unidos. Para esta comunidad, ese cambio representa una explosión demográfica.

"No sería muy honesto si no te dijera que algunas personas quieren ser judías porque eso les ofrece la oportunidad de irse", señala Samuel Zagovalov, un ex técnico de refinación de petróleo que dirige los servicios de Sabbath en la sinagoga Sefardí los sábados por la mañana.

La travesía de La Habana a Jerusalén, no obstante, no es fácil. El proceso de convertirse al judaísmo toma años e incluye ser aprobado por un consejo de ancianos de la sinagoga y luego un rabino ordenado. Debido a que Cuba no tiene ninguno, usualmente los convertidos tienen que esperar a un rabino invitado de Israel, Argentina o Chile. Por último, pero no menos importante, los varones recién convertidos tienen que someterse a una circuncisión ritual. En 2007, decenas de adultos cubanos fueron circuncidados como parte de su proceso de conversión.

No cualquiera puede entrar a una sinagoga y obtener un boleto para salir de Cuba. Normalmente, uno necesita una madre judía. Las reglas, no obstante, parecen algo flexibles: Castro, por ejemplo, se está convirtiendo al judaísmo porque su madre, de 41 años, se casó con un judío, el ex director de la sinagoga Sefardí, José Levy, de más de 70 años.

Zagovalov, el actual director religioso de la sinagoga, considera el creciente interés en el judaísmo como algo positivo, no importa cómo suceda. Por primera vez en décadas, están naciendo más bebés judíos en Cuba que los ancianos que mueren, recalca. Los bar mitzvahs, un rito de pasaje de los adolescentes judíos, también están aumentando; hubo ocho en 2008, después de años en que uno, o ninguno, era la norma.

El renacimiento del judaísmo en Cuba empezó a comienzos de los años 90, cuando el Partido Comunista levantó la prohibición de que los miembros practiquen la religión. El número de personas interesadas en redescubrir sus raíces judías creció a mediados de los 90, cuando la "Operación Cigarro" mudó a 400 ancianos judíos de La Habana a Israel.

Aunque poco conocida en ese entonces, la Operación Cigarro fue un acuerdo tripartito entre Cuba, Israel y Canadá. Debido a que Israel y Cuba cortaron sus relaciones diplomáticas durante la Guerra de Yom Kippur de 1973, Canadá tramitaba los papeles de los emigradntes y ofrecía un lugar de paso para los cubanos que no podían llegar a Israel directamente. Tradicionalmente, Israel o filántropos privados israelíes han pagado los costos de inmigración a judíos de lugares aislados como Etiopía para demostrar que el país es un refugio para los hebreos de cada esquina del mundo, sin importar qué tan pobres sean.

El "éxodo del Cigarro" fue seguido por la sorpresiva concurrencia de Fidel Castro a una fiesta de Hanukkah en el Templo Bet Shalom de La Habana en 1998, otra señal de que su régimen alentaba a los judíos a que volvieran al templo. En la siguiente década, otros 1.000 judíos cubanos emigraron a Israel, dice William Miller, que tiene doble ciudadanía israelí-cubana y trabaja en Bet Shalom.

Las clases religiosas en Bet Shalom se llenan la mayoría de los fines de semanas, con estudiantes que vienen a menudo de provincias lejanas para estudiar las lecciones de hebreo y prepararse para los bar mitzvahs.

Desde 1992, Bet Shalom ha tenido un grupo rotativo de mentores de Argentina, que usualmente se comprometen a un período de dos años, enseñando a los miembros más jóvenes de la congregación así como a los convertidos. El último mentor, Fernando Lapiduz, viene de Rosario.

Desde 1992, Bet Shalom ha tenido un grupo rotativo de mentores de Argentina, que usualmente se comprometen a un período de dos años, enseñando a los miembros más jóvenes de la congregación así como a los convertidos. El último mentor, Fernando Lapiduz, es oriundo de Rosario, en la provincia de Santa Fe.

En 2007, su primer año en La Habana, Lapiduz convirtió a 71 judíos, incluyendo alrededor de veinte hombres adultos. Tenían que someterse a un ritual de circuncisión por un mohel ordenado que Lapiduz importó de Argentina. "Hizo todas en una semana", cuenta Lapiduz orgullosamente.

Zabicki tuvo suerte: fue circuncidado en México una semana después de nacer. "Para los tipos mayores... Bueno, fue una operación bastante complicada", dice con una mueca.

Yosniel Castro ahora espera una oportunidad para solicitar una visa, dependiendo de una conversión exitosa. Hasta entonces, trabaja como conserje en un recinto judío en donde solía ser un estudiante. La mamá de Castro, María Lores de Levy, hace el mismo trabajo de conserjería en Beer Sheva, la ciudad cerca de Gaza donde la Agencia Judía de Israel opera el centro para inmigrantes de Latinoamérica.

Como puede atestiguar la madre de Castro, la vida en Israel puede ser tan dura como en Cuba. Cerca de la mitad de los conversos que emigraron ha abandonado Israel, dicen los judíos cubanos, la mayoría trasladándose a EE.UU. o Canadá. La dificultad de aprender hebreo es una barrera a una vida mejor.

También está la violencia. Un día después de que Israel lanzara su ataque en Gaza, María Lores, la mamá de Castro, solicitó una visa para Canadá. "Mi situación ahora se ha vuelto muy incómoda. Sin el idioma, sin saber cómo termina esta pesadilla", escribió en un correo. "No tengo idea por qué Dios permite estas cosas".