26 ago 2009

Ben Bernanke aprueba su examen final

Por Jon Hilsenrath, Sudeep Reddy y David Wessel

Ben Bernanke era un miembro influyente de la junta de la Reserva Federal de Estados Unidos encabezada por Alan Greenspan cuando se sembraron las semillas de la actual crisis económica. Como sucesor de Greenspan, Bernanke se demoró en reconocer la gravedad del desastre al que se encaminaba la economía, aunque trató de ponerse al día mediante un abrupto recorte de tasas de interés en enero de 2008 y el rescate de Bear Stearns de la bancarrota en marzo del mismo año.

En septiembre del año pasado, no obstante, Bernanke no intervino para salvar a Lehman Brothers (Bernanke asegura que no tenía facultades legales para hacerlo) y la quiebra de la firma estuvo a punto de arrastrar la economía de EE.UU. a un abismo tan profundo que corría el peligro de caer en una segunda Gran Depresión. Después de eso, echó por la borda las viejas tradiciones, amplió sin precedentes la autoridad legal de la Fed y acalló a sus críticos en lo que por ahora parece una exitosa operación de rescate.

"Es como aquel estudiante al que no le fue muy bien en los exámenes parciales pero que luego brilla en los finales", dice Allen Sinai de Decision Economics, una firma de pronósticos.

Ahora, si recibe la confirmación por parte del Senado, Bernanke pasará los próximos cuatro años enfrentándose a otros desafíos. Una de las prioridades es poner punto final a los numerosos programas lanzados para apuntalar la economía lo suficientemente pronto para evitar un brote inflacionario, pero no demasiado para que la economía no vuelva a caer en una recesión.

Bernanke no advirtió la calamidad que se avecinaba. En mayo de 2007, por ejemplo, mencionó en un discurso su preocupación sobre los nuevos instrumentos financieros que habían transformado a Wall Street, incluidos aquellos que luego estremecieron a American International Group Inc. (AIG) y Merrill Lynch. Pero principalmente ofreció un consuelo. "La dispersión del riesgo de una forma más amplia a lo largo y ancho del sistema financiero ha aumentado, por ahora, la resistencia del sistema", observó. Esa resultó ser una afirmación excesivamente optimista.

Incluso después del colapso de Bear Stearns y la petición que hizo junto al secretario del Tesoro Henry Paulson ante el Congreso de nuevos poderes para salvar a las grandes instituciones financieras, Bernanke insistía en que la Fed disponía de "suficientes herramientas" para manejar la crisis que se avecinaba. Bastó que Lehman cayera en apuros para ver que eso no era cierto. "No se dieron cuenta de la gravedad de los problemas", señala Martin Feldstein, un profesor de la Universidad de Harvard que también era un miembro de la junta directiva de AIG.

La madrugada del domingo 14 de septiembre de 2008, Bernanke estaba en su despacho, agotado pero con la esperanza de que los mercados podrían absorber el golpe que estaban a punto de recibir con la bancarrota de Lehman. La reacción, sin embargo, fue mucho más virulenta de lo que había anticipado. Los mercados se congelaron. Los bancos dejaron de prestarse entre sí. La economía, que ya estaba debilitada, se derrumbó.

Fue entonces cuando Bernanke se volvió más enérgico y empezó a presionar a sus colegas en EE.UU. y el extranjero para que emprendieran medidas más radicales para salvar la economía mundial. "Antes de Lehman, todos los bancos centrales pueden ser acusados de autocomplacencia", dice John Makin, director ejecutivo de la firma de gestión de fondos Caxton Associates. "Después de Lehman, Ben Bernanke abrió el camino".

Es probable que Bernanke tenga que dedicar gran parte de su segundo mandato a replantear la regulación de las instituciones financieras para minimizar los riesgos de otra crisis y a sacarle de la cabeza a Wall Street la idea de que la Fed saldrá a su rescate cada vez que cometa un error descabellado.

"Este genio no puede volver a meterse dentro de la botella", dijo Charles Goodhart de la London School of Economics en la conferencia realizada por la Fed el pasado fin de semana en Jackson Hole, Wyoming. "Los bancos centrales no pueden pretender imponer un buen comportamiento en el futuro en la gestión de activos bancarios mediante una ambigüedad constructiva sobre si reducir su asistencia de liquidez. Sus acciones han hablado más alto que las palabras".

Goodhart, en una entrevista con The Wall Street Journal, apoyó la reelección de Bernanke. "Creo que es un banquero central excelente, extremadamente capaz y sumamente inteligente", afirmó. Pero las operaciones de rescate asumidas por la Fed y otros significan que tendrán que "pensar en otra manera" de supervisar el sistema bancario y gestionar los incentivos de los banqueros.

Fuente: WSJ