28 ago 2009

¿Han arraigado los brotes verdes? Las bolsas dicen que sí, los bonos del Tesoro apuestan por el no

por Michael Mackenzie

Aparte del bajo volumen de operaciones típico del mes de agosto, los inversores están desconcertados por el cambio de correlación entre las acciones, los bonos gubernamentales y los precios de las materias primas de EEUU.

A finales de julio, el índice S&P 500 estaba por debajo de los 1.000 puntos y el precio del crudo era inferior a los 70 dólares el barril. En agosto en cambio, el S&P y el petróleo han subido a su nivel más alto de los últimos diez meses, ante las expectativas de una recuperación sostenida de la economía.

En cambio, la rentabilidad de los bonos del Tesoro a diez años ha realizado un recorrido en círculo, pasando del 3,50% registrado a principios de mes, a casi el 3,90 % de principios de agosto, hasta llegar al 3,42% del miércoles. “Algo pasa cuando todo lo que ves son flechas verdes en los precios de todos los principales activos”, asegura George Goncalves, responsable de estrategia de renta fija de Cantor Fitzgerald.

“Una situación en la que los precios de las materias primas y de las acciones están arriba y la rentabilidad de los bonos sigue cayendo no puede sostenerse durante mucho tiempo. Llegará un momento en el que todo vuelva a la normalidad”, añade. Esta ruptura de la correlación entre acciones y rentabilidad de los bonos explica la diversidad de opiniones entre los inversores sobre la sostenibilidad de la recuperación económica.

Mientras algunos estudios bursátiles hablan de una recuperación en forma de V, los inversores de bonos creen que la economía sólo conseguirá un repunte a corto plazo, derivada de la reposición de los inventarios. Muchos opinan que, aparte de un rebote en la actividad este año, el endeudado consumidor no está en condiciones de recoger el testigo y contribuir a una aceleración de la recuperación.

La publicación ayer de los datos de pedidos de bienes de consumo duraderos del mes de julio pone de manifiesto esta dicotomía. Por un lado, estos superaron las expectativas, mientras los pedidos de bienes de equipo, a excepción del gasto en defensa, cayeron un 0,3%, el primer descenso desde el mes de abril.

Ni siquiera las perspectivas de deterioro de la deuda de la Casa Blanca y la Oficina Presupuestaria del Congreso, que apuntan a un déficit presupuestario superior a los 2 billones de dólares en los próximos diez años, han afectado a la recuperación del mercado de bonos. Las últimas subastas de nueva deuda por parte del Tesoro de EEUU han fomentado la demanda de bancos centrales extranjeros e inversores.

Esta tendencia se mezcla con las constantes dudas sobre la duración del repunte superior al 50% del S&P desde el mínimo registrado en marzo. Esa recuperación es la más espectacular desde los años treinta, cuando el mercado creció más de un 100%.

El volumen de operaciones de renta variable ha sido bajo y las acciones que han registrado una mejor evolución, como AIG, Fannie Mae, Freddie Mac y Citi, fueron, en términos generales, las más afectadas por la venta masiva. La recuperación tanto de los bonos del Tesoro como de las acciones ha pillado a algunas mesas de operaciones fuera de combate, lo que ha fomentado el alza de los precios de los bonos al invertir los intermediarios sus operaciones deficitarias.

No obstante, los inversores podrían caer en una trampa mayor, si dan por hecho que las acciones van a seguir la histórica tendencia bajista en septiembre y octubre. “Como seguramente sepan los inversores más experimentados, septiembre siempre ha sido el peor mes del año”, explican los analistas de Bespoke Investment Group. Eso podría explicar la caída de la rentabilidad de los bonos.

Las expectativas de que la inflación siga cayendo aumentan el atractivo de la rentabilidad de los bonos, sobre todo ahora que la renta fija a diez años se acerca al 4%. “Aunque los datos económicos han mejorado, no creemos que el próximo año se vaya a producir un crecimiento espectacular”, asegura Bill Strazzullo, responsable de mercados de Bell Curve Trading.

En su opinión, las escasas contrataciones, la caída del sector inmobiliario, y el exceso de capacidad provocarán la contención de los precios y aumentarán la compra de bonos. En cuanto a la evolución del crédito, ha generado una alta rentabilidad para los inversores desde comienzos de año, con un aumento de la deuda más rentable del 40%. Desde abril, los márgenes de la deuda de menor calidad se han contraído más de dos puntos porcentuales hasta el 6,5%, el nivel más bajo desde principios de 2008.

El crédito se ha quedado atrás con respecto al precio de la renta variable, lo que, según algunos analistas, explicaría la bajada de la rentabilidad.

Otro aspecto de la crisis financiera ha sido el menor número de opciones con el que han contado los inversores, lo que ha llevado a muchos a colocar su capital en mercados de alta liquidez. La combinación de una mayor tolerancia al riesgo y la enorme cantidad de liquidez inyectada por los bancos centrales al sistema financiero puede explicar el aumento simultáneo del precio de los activos.

Es, sin duda, una tendencia que no puede prolongarse durante mucho tiempo. En opinión de John Prior, analista de Killik Capital, “a menos que volvamos a una situación económica idílica, caracterizada por el crecimiento y la ausencia de tensiones inflacionistas, no creo que la actual situación se pueda prolongar indefinidamente”.

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