24 ago 2009

Cuando la bola de cristal falla estrepitosamente

Por Carl Bialik

Últimamente adivinar el futuro se ha vuelto mucho más difícil. Desde los pronósticos de los precios de la gasolina hasta los ingresos publicitarios fallaron estrepitosamente el año pasado, a medida que la recesión arremetió contra la economía.

La racha de bolas de cristal defectuosas puso en evidencia una incómoda realidad del arte de la adivinación: es más difícil acertar cuando es más necesario.

"Tan pronto como uno lo pone sobre papel, algo impredecible pasa", dice Tancred Lidderdale, economista de la Agencia de Información Energética de Estados Unidos. "Lo mejor que puede esperar un analista es que las buenas noticias imprevistas compensen las malas".

Sin embargo, el año pasado, esa no fue la suerte de Lidderdale y otros expertos. A fines de diciembre de 2007, el organismo predijo que los precios promedio del crudo West Texas, una referencia del sector, oscilarían en 2008 entre US$75 y US$85 el barril. En su lugar, para mediados de año ya habían superado con creces la barrera de los US$130 para apenas unos meses después precipitarse a US$41. En este caso, tirar dardos a un tablero de números podría haber resultado una mejor opción.

Más o menos en el mismo lapso, un importante reporte de previsiones de la industria hotelera estableció que los niveles de ocupación de los hoteles durante el cuarto trimestre del año pasado rondarían el 57,8%, prácticamente igual que el año previo. En su lugar, cayeron 8%.

Una firma que sigue los ingresos publicitarios tomó la medida sin precedentes de enmendar a mediados de año su proyección después de que su estimado inicial de un crecimiento de 2,4% resultó desfasado. Los ingresos publicitarios terminaron cayendo 2,9%.

Poca aritmética

Estas firmas de análisis, que publicaron autocríticas, se destacan entre sus pares no por sus crasos errores sino por sus intentos de seguir sus antecedentes de precisión. Muchas predicciones de ingresos de industrias no tienen en cuenta los cálculos de cuán acertadas son. "Existe una amplia carencia de conocimientos básicos de aritmética entre los profesionales que generan y evalúan estas previsiones", señala Len Tashman, editor de la revista Foresight.

Aquellos que sí hacen un seguimiento de su desempeño se encuentran a menudo con que no logran resultados mucho mejores que un simple algoritmo. Los pronósticos automáticos de que el nivel de este año será el mismo que el del pasado, o que el crecimiento de este año igualará el del anterior compiten con (o incluso superan) los modelos más sofisticados que utilizan los analistas. También tienen que lidiar con una doble dosis de falta de claridad: la primera, producto de su propia incertidumbre sobre la industria, y la segunda, proveniente de los posibles errores ya incorporados en las cifras que reciben de otros analistas, especialmente cuando se trata de tendencias económicas más generales.

A veces, las predicciones ni siquiera tienen mucho que ver con el futuro, aseguran los investigadores. El auténtico objetivo de algunas previsiones, apunta Kesten Green, un experto en análisis de predicciones de la Universidad de Monash en Melbourne, Australia, incluye estimular a la fuerza de ventas o alarmar al público para que actúe de una forma determinada.

Algunos analistas dedicados a los pronósticos económicos entienden que la precisión es relativa porque depende del método de medición. Jack Corgel, un profesor de bienes raíces de la Universidad de Cornell que también asesora a la firma de investigación PKF Hospitality Research, evaluó la exactitud de PKF a la hora de estimar los indicadores de la industria hotelera en 2005 mediante un seguimiento de la diferencia entre las previsiones y las cifras reales. En el informe, Corgel reportó que la compañía había acertado entre 98% y 99,9% los pronósticos sobre el mercado hotelero en Estados Unidos.

Pero esas eran metas fáciles de alcanzar teniendo en cuenta cómo midió la exactitud. Básicamente, dijo que si sus números contenían un error de 1%, entonces tenían un grado de precisión de 99%. En principio eso no está mal, pero supongamos que cada año los ingresos de la industria por habitación varían entre US$100 y US$102 y cada año los analistas prevén que el ingreso promedio es de US$101. Entonces, su nivel de exactitud será siempre como mínimo 99% pero nunca les dirá a los dueños de hotel si sus resultados están al alza o a la baja.

Una referencia mejor, aseguran los expertos, serían las predicciones alternativas razonables, como una tasa de crecimiento estable. Si alguien logra vencer un supuesto así, está en el camino correcto.

El profesor Corgel dice que en su industria prefiere su clase de evaluación porque es más sencilla. Añade que ha planeado continuar con el análisis de pronósticos más recientes, pero cada vez que avanza en esa dirección, "sucede otra cosa", en referencia a la recesión y a las sorpresas económicas más recientes. "Si pudiéramos predecir los shocks, seríamos genios", apunta.

J. Scott Armstrong, profesor de marketing de la Universidad de Pensilvania que estudia las proyecciones, dice que en tiempos de incertidumbre como los actuales, la predicción más acertada debe ser la más simple. "Un principio de las proyecciones es que entre más incertidumbre hay, más conservador debería ser".

Fuente: WSJ