2 feb 2010

Los bancos afrontan una titánica labor de limpieza de activos tóxicos

por Megan Murphy y Justin Baer

Cuando Barclays anunció en septiembre que iba a transferir activos crediticios estructurados de riesgo por valor de más de 12.000 millones de dólares (8.534 millones de euros) a una nueva empresa con el nombre de Protium Finance, muchos se sorprendieron. No fue el carácter científico del nombre lo que intrigó a inversores y analistas, sino si el acuerdo podría servir de ejemplo para otras entidades que quieran reducir su exposición a futuras provisiones sobre inmensas reservas de los denominados activos “tóxicos”.

Cuatro meses después, ante las propuestas del presidente de EEUU, Barack Obama, de tomar medidas drásticas contra parte de las actividades comerciales y de inversión especulativas de los bancos, algunos observadores de la industria predicen nuevamente una oleada de proyectos similares a Protium, a medida que las entidades intenten deshacerse de los activos de mayor riesgo así como de las personas encargadas de gestionarlos.

La limpieza de los balances de los bancos después de la peor crisis financiera desde los años 30 sigue planteando un reto titánico no sólo para los bancos, sino también para los gobiernos y reguladores de todo el mundo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) calculó en octubre que los bancos de EEUU, Europa y Asia habrán provisionado un total de 2,8 billones de dólares en créditos y títulos tóxicos entre 2007 y 2010, a raíz de la implosión del mercado de hipotecas de alto riesgo.

Los esfuerzos para detener la hemorragia financiera han llevado a la creación de una amplia serie de programas y estructuras, desde “bancos malos” en Reino Unido e Irlanda al programa de compra de activos tóxicos (TARP por sus siglas en inglés) estadounidense y el esquema de protección de activos británico.

Y, pese al carácter relativamente optimista de los resultados trimestrales de los grandes bancos conocidos en las últimas semanas, las perspectivas para muchos de esos activos tóxicos, especialmente aquellos vinculados al sector inmobiliario, siguen siendo confusas. A principios de este mes, por ejemplo, Société Générale, el segundo mayor banco de Francia, anunció que no cumpliría con los objetivos de beneficios para el cuarto trimestre debido a un impacto negativo de 1.400 millones de euros derivado de los activos afectados por la crisis, lo que extendió la idea de que el daño generado por el desastre de las hipotecas subprime aún no se había superado.

En plena crisis financiera, las grandes entidades tenían poco margen para evitar fuertes provisiones sobre el valor de las obligaciones de deuda colateralizada (CDO) y otros productos titulizados complejos vinculados a la deuda de las hipotecas residenciales y comerciales. Pero ahora que los grandes grupos financieros se han recuperado, al menos en parte, ¿ha pasado la oportunidad para crear entidades independientes como Protium que se hagan cargo de la gestión de los activos crediticios de mayor riesgo de los bancos?

En su Informe de Estabilidad Financiera Global de octubre, el FMI calculaba que los bancos estadounidenses habían reconocido cerca de un 60% de provisiones anticipadas, y sólo alrededor de un 40% en el caso de los bancos de Reino Unido y Europa continental.

Esta “cierta lentitud” a la hora de reconocerlas, explicaba el FMI, se debía al retraso en el ciclo crediticio y a la mayor proporción de valores en los balances de los bancos estadounidenses, así como a diferencias clave entre los estándares contables aplicados en Europa y los principios estadounidenses. Sin embargo, según los analistas, a medida que el valor de los activos tóxicos se recupera junto con los mercados globales, muchos bancos quieren conservarlos y beneficiarse de la subida. Inversores en deuda distressed (deuda de alto riesgo que cotiza con un diferencial de rentabilidad superior a 1.000 puntos básicos), hedge fund e incluso otros bancos han salido a escena como compradores de unos activos cuyo valor se espera que aumente.

Los bancos “tienen un incentivo para mantenerlos y venderlos con una prima”, comenta un asesor legal que trabaja con frecuencia con bancos. “Pero aún existe demasiada diferencia entre las ofertas y el precio que se pide por ellos. Probablemente haga falta una mayor estabilidad, más signos de que el paro está cayendo”.

Banqueros próximos al acuerdo de Protium señalan que las restricciones de Obama sobre los grandes bancos podrían convertirse en una gran oportunidad para los profesionales especializados en extraer valor de los activos estructurados poco líquidos que inundan los bancos. En el caso de Protium, Barclays prestó el dinero al nuevo fondo para la adquisición de la cartera, reemplazando la volatilidad generada por la propiedad de activos de riesgo con los flujos regulares de liquidez de los pagos de intereses.

Los activos permanecerán en los balances de Barclays para propósitos reguladores, lo que implica que el banco se verá obligado a hacer provisiones de capital frente a los 12.000 millones de dólares concedidos en créditos. La pregunta clave es si las ventajas de la protección frente a nuevos problemas son mayores que el potencial de valor al alza entregado al nuevo fondo.

Algunos banqueros señalan que los beneficios de la creación de una entidad independiente aún no están claros, especialmente si ello implica destinar una mayor suma de capital de la que el banco tendría que reservar si conservase los activos. “El problema es que no funciona”, advierte otro banquero de inversión. “Para hacerlo hay que destinar capital al respaldo de esos activos”.

Varias entidades crediticias han intentado prescindir de esos activos. Citi Holdings de Citigroup, la unidad que incluye los negocios con pocas probabilidades de formar parte de los planes a largo plazo del banco, también alberga una reserva de activos especiales que incluyen su cartera restante de CDO y otros activos tóxicos. “Hay algunas empresas que cuando cometen errores, pueden salir de ellos”, explica un banquero de inversión que asesora a empresas de servicios financieros. “En el caso de otras, parece que hay que construir un muro que los aísle, amputarlos”.

Según apunta otro banquero, si la economía sigue mejorando, más entidades de crédito podrían crear los denominados “bancos malos” solo para demostrar que han pasado la página de la peor crisis financiera en varias generaciones. “Creemos que los bancos terminarán por crear esas estructuras”, comenta Frederick Cannon, responsable de investigaciones de Keefe Bruyette & Woods. “No se puede crear un banco malo hasta que no se conoce realmente el valor de los activos [tóxicos]. Hay que saber cuánto dinero destinar, y todavía se está determinando el valor”.

Fuente: FT