28 may 2010

La voz disidente en la Reserva Federal de EE.UU.

Por Mary Anastasia O'Grady

Kansas City, Missouri

Tras las secuelas del pánico financiero de 2008 en Wall Street, es fácil olvidar que esta parte de Estados Unidos, en el centro del país, tiene su propia y desastrosa historia de especulación. Sin embargo, Thomas Hoenig, el presidente del banco central de Kansas City, lo tiene muy claro. Las lecciones de lo que pasó en los años 70 aún moldean su pensamiento sobre el papel que juega la política monetaria de la Reserva Federal en la creación de burbujas de activos.

Hoenig es más que uno de los presidentes de los 12 bancos regionales de la Fed. Es también un miembro con derecho a voto del Comité de Mercado Abierto del banco central, que establece la política monetaria. En los últimos meses, ha sido también el único miembro del comité que se opone a la promesa de la Fed de mantener las tasas de interés en "niveles excepcionalmente bajos" por "un período de tiempo extendido". En la reunión del comité en abril, Hoenig se opuso a ese lenguaje por tercera vez consecutiva y advirtió que esas palabras invitaban a un tipo de problema que EE.UU. ya ha visto antes.

"Llevo muchos años en la Reserva Federal, desde 1973...", dice Hoenig en una entrevista en su oficina. "Durante los años 70, vivimos un período de tasas bajas… y durante ese tiempo vi cómo bancos y otros invertían (en base a) valores de activos (inflados), incluyendo terrenos agrícolas, bienes raíces comerciales… y las proyecciones de que en 1980 el barril del crudo subiría a US$100".

[Winter]

Ese auge petrolero e inmobiliario acabó mal, con una seguidilla de quiebras de bancos y una debacle financiera que hundió a esta región (del país) considerablemente. Aunque Hoenig reconoce que no puede predecir burbujas, afirma que "cuando existe un período extenso de tasas de interés muy bajas… se dan las condiciones para una expansión rápida del crédito que puede generar burbujas. Por lo menos, la probabilidad de burbujas es mayor bajo esas circunstancias".

Eso es probablemente cierto. Pero también es verdad que el Comité de Mercado Abierto seguramente no votará para elevar las tasas a menos que algunos de sus miembros prevean las consecuencias. Ahí es donde entra en juego Hoenig.

"En los 70 y en la década del 2000 tuvimos tasas de interés de bienes raíces negativos más de 40% del tiempo. Las consecuencias fueron burbujas, alto apalancamiento y crisis financieras", dice el funcionario.

Hoenig sostiene que las tasas de interés superbajas de la Fed como respuesta a la última crisis fueron "comprensibles". Ahora, agrega, "hemos atravesado la crisis. No estamos en tinieblas, la economía está avanzando, estamos en una posición en la que debemos pensar en el largo plazo. Eso es lo que les corresponde hacer a los bancos centrales".

En esa búsqueda de "equilibrio a largo plazo", Hoenig dice que "cero no es sostenible". Por el contrario, piensa que la Fed debería avanzar "hacia una política monetaria más normal", según permita la economía. Es por eso que se opone a mantener las tasas bajas, explica. "Creo que deberíamos prepararnos. No puedo garantizarle al carpintero de la esquina un margen (de ganancia). En verdad, no creo que deberíamos asegurarle a Wall Street un margen al garantizarle un ambiente de tasas de interés de cero o casi cero".

Hoenig enfatiza que la idea no es endurecer la política sino "encaminarla a una posición más neutral". Le preocupa en particular que, como están las tasas hoy en día, "el ahorrador está en cierto modo subsidiando al prestatario". Eso a la larga perjudica a los mercados. "Necesitamos un entorno más normal para lograr una recuperación extendida y una economía más estable a largo plazo".

Un clásico problema de la política monetaria es qué hacer cuando la inflación no se vislumbra como un problema, pero parecen estar formándose burbujas de activos. Al preguntarle a Hoenig si la Fed se metió en un problema cuando en la década pasada se apoyó en la inflación subyacente, que excluye los precios de los alimentos y la energía, en vez de la inflación general, que incluye todo, él menciona el problema del riesgo mal sopesado.

"La política monetaria tiene que hacer más que controlar la inflación. Es una herramienta más poderosa que eso. Es también una política distributiva. En otras palabras, cuando mantuvimos las tasas inusualmente bajas por un período considerable de tiempo, favorecimos el crédito y las distribuciones relacionadas a éste por encima de los ahorros, y creamos las condiciones que, creo yo, facilitaron una burbuja", asegura.

Esto no quiere decir que a Hoenig no le preocupe la inflación, pero sostiene que el banco no puede tirar de una palanca para detenerla. "… La política monetaria tiene piernas largas y variables". En otras palabras, la inflación actual no le dirá si la política monetaria de hoy es la correcta.

Todo eso tiene sentido, pero no elimina el hecho de que el desempleo en EE.UU. es de casi 10% y que la economía del país está operando muy por debajo de su capacidad. ¿No son esas razones a favor del crédito?

"Concuerdo con que existe poca actividad en la economía", dice Hoenig, aunque me recuerda que las cosas han empezado a mejorar. Es más, según estudios que ha revisado, argumenta que "en la mayoría de los casos, los vacíos en la producción (una medida del exceso de capacidad en la economía) no han sido particularmente útiles como herramientas de predicción. Y a mi juicio, así es. En los 70, cuando tuvimos un largo período de tasas de interés negativas, experimentamos lo que la gente llama estanflación (inflación con poco o ningún crecimiento). Creo que esa es una posibilidad".

¿Por qué? Porque, sostiene, "tenemos una política muy, muy moldeable, tenemos un déficit bastante significativo y tendremos presiones cada vez mayores relacionadas a ese déficit y su financiamiento".

Le pregunto si la Fed corre el riesgo de ser politizada. "Creo que sería una tragedia si el sistema se politiza más de lo que ya lo está", responde.

Al referirme a la impresión de dinero como una salida a la crisis de deuda soberana, contesta: "Grecia es una lección de que no debemos, si me permito decirlo, ser tan arrogantes en pensar que eso no podría pasarnos a nosotros o a otros", señala. "Somos afortunados, somos una economía más grande y tenemos la divisa de reserva". Pero los déficits de EE.UU. no son sostenibles, agrega. La Fed podría ser presionada a imprimir dinero para salir del problema, reconoce Hoenig, y "el resultado podría ser una tendencia inflacionaria muy fuerte".

—Mary O'Grady escribe una columna semanal de opinión sobre América Latina.