19 jul 2010

Objetivo: las agencias de calificación

MIGUEL Á. NOCEDA

El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jean-Claude Trichet, cargó el pasado martes, en una entrevista publicada en el diario francés Libération, contra el "oligopolio mundial" de las agencias de calificación Fitch, Standard and Poor's, Moody's. "Las agencias de calificación en general tienen tendencia a ampliar los movimientos al alza o a la baja de los mercados, lo que va en contra de la estabilidad financiera", según Trichet.

Es la primera que se oye a la autoridad monetaria europea clamar en alta voz contra algo que se viene comentando desde hace tiempo. Probablemente ha tardado bastante; pero nunca es tarde. Lo que no podía pasar es que acabase la crisis y las agencias de calificación se fueran de rositas como en otras ocasiones. Parece que esta vez, las autoridades van en serio.

Las tres grandes agencias anglosajonas, efectivamente, fueron blanco del vituperio en las crisis de Enron y las puntocom por su implicación directa. Sin embargo, nunca se tomaron medidas para prevenir su actuación. Al contrario, tuvieron más protagonismo. Los reproches han vuelto a surgir desde el comienzo de la crisis financiera, en 2007, y, sobre todo, por sus ataques a algunos países de la zona euro, como Grecia y España.

La andanada de Trichet se produce en vísperas de la publicación de las pruebas de estrés de la banca europea, cuyo objetivo es ayudar a la transparencia financiera y recuperar la confianza de los mercados, como ocurrió en Estados Unidos. Y, también, en pleno debate sobre la creación de una agencia europea. "Probablemente es oportuno no seguir teniendo un oligopolio mundial de tres agencias", afirmó Trichet sin mencionar explícitamente la creación de una estructura europea sobre la que ya se han pronunciado varios dirigentes, entre ellos el comisario para Servicios Financieros, Michel Barnier. Esta agencia permitiría evaluar la deuda de los Estados con más precisión y sin las dudas que generan las tres agencias citadas.

La intención de Trichet es ir "lo más lejos posible en materia de vigilancia precoz, de casi automaticidad de las sanciones, de forma que tengamos en la zona euro el equivalente de lo que tendríamos si estuviéramos en una federación presupuestaria".

En cualquier caso, de lo que se trata es de evitar los conflictos de intereses que tienen las agencias en sus actuaciones: califican productos financieros emitidos por empresas a las que, a su vez, asesoran y ayudan a colocar esas emisiones, o prestan unos servicios y emiten informes sobre las perspectivas de las empresas que las contratan... Las agencias se han defendido hablando de la existencia de murallas chinas que impiden la comunicación entre departamentos; pero la realidad es que el sistema falla.

Más explícito que Trichet fue, el 6 de julio, el presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) española, Julio Segura, en el discurso de investidura como doctor honoris causa de la Universidad Menéndez Pelayo (UIMP) de Santander. Segura aplaudió que se hayan dado pasos para poner en marcha "registros obligatorios de esas agencias y de sus métodos de trabajo, que sus modelos de calificación sean conocidos y homologables, que se procesen con toda la información adecuada y que justifiquen los cambios de clasificación y el momento en que se producen".

Pero no son sólo las agencias de calificación. También irrumpen en esta controversia financiera los bancos de inversión, las tasadoras y valoradoras, los fondos de pensiones y otros intermediarios como los hedge funds (fondos de alto riesgo). Precisamente, estas instituciones no están sometidas a supervisión y cuando se ha intentado, las autoridades se han encontrado con oposiciones frontales como la del ex primer ministro británico, Gordon Brown, en el intento de aprobar una norma de la UE para regularlos. Por su parte, Estados Unidos la tachó de proteccionista.

Brown comunicó a José Luis Rodríguez Zapatero, que no podía aceptar la propuesta de compromiso de la presidencia española, que sí contaba con el respaldo del resto de delegaciones. Londres se oponía prácticamente en solitario a la directiva por considerar que perjudicaba a la City, donde se concentran entre el 70% y el 80% de los fondos europeos.

Fuente: El País