15 nov 2010

Irlanda abre una nueva etapa en la crisis de la deuda europea

Por Marcus Walker, Brian Blackstone y Neil Shah

La crisis de deuda en Europa entró en una nueva etapa a medida que Irlanda resiste la presión del Banco Central Europeo (BCE) y varios gobiernos para que solicite un rescate en medio de las crecientes preocupaciones de que la zona euro no sobrevivirá en su actual configuración.

Irlanda negó tajantemente que estuviera en negociaciones de cara a un posible rescate y varios funcionarios europeos insistieron en que Dublín no estaba bajo presión alguna para solicitar ayuda.

Asimismo, el ministro portugués de Relaciones Exteriores, José Amado, especuló en una entrevista publicada el fin de semana que los problemas del país para controlar su alto nivel de endeudamiento podrían desembocar en su expulsión de la zona euro.

La preocupación más inmediata, sin embargo, es Irlanda. Los gobiernos europeos están exhortando en privado a las autoridades del país a dejar el orgullo de lado y aceptar prontamente un rescate.

El cierre de negocios, como esta joyería en Dublín, refleja el mal estado económico por el que atraviesa Irlanda.

El objetivo es evitar los reiterados retrasos en ayudar a Grecia durante el primer semestre que, a la postre, provocaron una crisis de confianza en toda la zona euro. Funcionarios alemanes y franceses subrayaron que la decisión de pedir ayuda le corresponde a Irlanda.

El impasse se produce en momentos en que los ministros europeos de Finanzas se preparan para una serie de reuniones que comenzarán el lunes en Bruselas, donde probablemente se debatirá la situación irlandesa.

La Unión Europea (UE) aprobó hace seis meses el establecimiento de un fondo de 750.000 millones de euros (US$1,03 billones) en conjunto con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para rescatar a las economías de la zona euro en apuros.

Hasta ahora, la crisis se ha limitado principalmente a los países más pequeños del bloque, como Grecia e Irlanda, cuyos pasivos son relativamente manejables para la UE. Si la crisis se propaga a España o Italia, sin embargo, la capacidad de la UE para costear un rescate será puesta a prueba.

Férrea resistencia

El Banco Central Europeo (BCE) y varias autoridades europeas están recomendando a Irlanda aceptar un paquete de rescate para apuntalar la confianza en la solvencia del país y detener la propagación de las turbulencias financieras a otros miembros de la zona euro, señalaron fuentes bien informadas.

Muchas autoridades del Viejo Continente creen que es mejor actuar ahora que esperar a que los mercados dobleguen la voluntad del país.

El gobierno irlandés sigue siendo renuente a aceptar la pérdida de soberanía y la mayor austeridad que probablemente acompañaría un rescate.

Un paquete de fondos liderado por la UE incluiría una lista de severas medidas elaborada en conjunto con el FMI, señalan fuentes cercanas.

Irlanda ha indicado en repetidas ocasiones que no busca un rescate de la UE o el FMI. El ministro de Finanzas, Brian Lenihan, desmintió en una entrevista radial el viernes que el gobierno haya solicitado algún tipo de rescate.

Se espera que el gobierno irlandés envié el presupuesto al Parlamento el 7 de diciembre.

Al BCE le preocupa que se trate de un período demasiado largo para anunciar un plan de austeridad si se toma en cuenta el deterioro de los mercados en las últimas dos semanas.

Irlanda ha resaltado que no tiene que hacer pagos inminentes de sus bonos y dispone de amplias reservas de efectivo por lo que no afronta una crisis inmediata de liquidez ni de solvencia, a pesar de las dudas de los inversionistas que en las últimas semanas se han desprendido de la deuda soberana del país.

Los observadores señalan que lo más probable es que Irlanda oponga una feroz resistencia a la presión para que solicite un rescate debido a la pérdida de prestigio internacional y soberanía que ello implica.

El estigma ligado a la solicitud de fondos de rescate de Bruselas o el FMI también perjudicaría al partido Fianna Fail que encabeza un gobierno de coalición con una mayoría muy estrecha en el Parlamento.

Fuente: WSJ