10 mar 2011

El debatible futuro del euro

Los líderes europeos se reúnen en Bruselas esta semana para debatir el futuro del euro. Cuatro expertos —Barry Eichengreen, Martin Feldstein, Pedro Solbes y Steve H. Hanke— se suman al intercambio de ideas sobre la moneda común.

Si repara los bancos, repara la moneda

Por Barry Eichengreen

Para que el euro crezca y se convierta en un adulto feliz y saludable, deben suceder muchas cosas. Lo más importante es que Europa repare su sistema bancario. Muchos bancos europeos, empezando por los de Alemania, está peligrosamente sobre-apalancados, sub-capitalizados y expuestos a la deuda de Grecia, Irlanda y Portugal. Pruebas de resistencia rigurosas seguidas de inyecciones de capital son el paso más importante que pueden dar los gobiernos para asegurar el lugar del euro.

Ya que los líderes europeos parecen estar concentrados en qué hacer luego de que se acabe el paquete de rescate de Grecia en 2013 —a menudo, parece, en detrimento de problemas más inmediatos— también deberían contemplar trasferir la responsabilidad de supervisar sus bancos, desde el nivel nacional a la recien creada Autoridad Bancaria Europea. La creencia errónea de que una moneda única es compatible con reguladores bancarios nacionales separados es, al nivel más básico, el motivo por el cual Europa está metida en este baile.

Los déficits presupuestales de Europa son principalmente un resultado de la enconada crisis bancaria del continente. Grecia podría ser la excepción, pero es única. La zona euro claramente se beneficiaría de una disciplina más enérgica sobre los prestatarios y prestamistas. Sin embargo, es irreal pensar que esto se puede lograr al imponer los techos de deuda germanos a todo el continente.

La única disciplina que garantiza que se impedirán los excesos financieros es la disciplina del mercado. Los prestatarios y prestamistas imprudentes deben ser obligados a pagar por sus acciones. Los gobiernos con deudas insostenibles deberían ser obligados a reestructurarlas, dañen su calificación de crédito soberana o no. Los bancos que les prestaron dinero a estos países deberían sufrir consecuencias de forma similar, así como los bonistas que les dieron fondos a esos bancos.

—Eichengreen es profesor de la Universidad de California en Berkeley y autor del libro "Exorbitant Privilege: The Rise and Fall of the Dollar and the Future of the International Monetary System" (2011)

Aún es un error económico

Por Martin Feldstein

Sigo creyendo que la creación del euro fue un error económico. Quedó claro desde el comienzo que imponer una política monetaria única y una tasa de cambio fija sobre un grupo heterogéneo de países causaría un mayor desempleo y desequilibrios comerciales persistentes. Además, la combinación de una moneda única y presupuestos nacionales independientes inevitablemente produjo los enormes déficits fiscales que se registraron en Grecia y otros países. Y la pronunciada caída en las tasas de interés en varios países cuando el euro fue lanzado causó la cantidad excesiva de préstamos privados y públicos que eventualmente creó la actual crisis bancaria y de deuda soberana en España, Irlanda y otros países.

Pero la historia no puede cambiarse. A pesar de estos problemas, el euro seguirá existiendo en el futuro cercano. Un motivo de la probable supervivencia del euro es puramente político. Las elites políticas que apoyan el euro creen que le da a la zona euro un rol prominente en temas internacionales que de otra forma los países miembro no tendrían individualmente.

También hay un motivo económico para que el euro sobreviva. Mientras los trabajadores votantes alemanes podrían ver con resentimiento la transferencia del dinero de sus impuestos a otros países que disfrutan de políticas de jubilación con menos edad y semanas laborales más cortas, la comunidad empresarial alemana apoya pagar impuestos para preservar el euro porque reconoce que las empresas alemanas se benefician de la tasa de cambio fija que impide que otros países de la zona euro compitan con Alemania al devaluar sus monedas.

El euro no sólo sobrevivirá pero probablemente continúe aumentando su valor en relación al dólar. Los inversionistas habían estado diversificando poco a poco sus fondos de inversión hacia el euro antes de que comenzara la crisis en Grecia. Dejaron de hacerlo de forma temporal debido a la incertidumbre sobre el futuro de la moneda. Pero eventualmente reconocieron que los problemas de los países periféricos no eran un problema para el euro y deberían ser reflejados en las tasas de interés específicas de cada país y no en el valor del euro. El resultado fue un euro en alza y un renovado cambio de balances en los portafolios de euros a dólares. Mientras ese proceso continúe, el valor relativo del euro seguirá en aumento.

—Feldstein, presidente de la junta directiva del Consejo de Asesores Económicos de EE.UU. durante el gobierno de Ronald Reagan, es profesor de economía de la Universidad de Harvard.

Una década de éxito

Por Pedro Solbes

Luego de 10 años con el euro, la crisis económica y sus consecuencias en algunos países de la zona euro han reabierto el debate sobre la conveniencia de una moneda única en ausencia de un alto nivel de integración política.

Pero el euro ha sido un gran éxito conjunto, que ha permitido un período más largo de crecimiento y estabilidad de precios en Europa. Ha tenido un impacto diferente en cada país, pero sus beneficios se han visto en todos lados. El euro ha permitido una acción más coordinada en Europa y ha impedido devaluaciones competitivas. Esto ha sido clave no sólo para la zona euro sino también para el resto de Europa e incluso para la economía global. Sin el euro, hubiéramos presenciado un aumento en el proteccionismo, que a su vez hubiera agravado el impacto de la crisis en Europa y otros lugares.

Unos cuantos países de la zona euro ya enfrentaban riesgos significativos antes de la crisis, tanto reales (burbuja de bienes raíces, deuda pública y/o privada) como financieros (administración de riesgo inadecuada o dependencia excesiva de financiación externa). La crisis ha dejado al descubierto la falta de un mecanismo para ayudar a países con problemas antes de que sus problemas terminen por afectar a toda la zona euro.

Como suele suceder con el proceso de construcción europea, el problema reside no sólo en diagnosticar el problema. hay una necesidad urgente de soluciones claras y rápidas, respaldadas por la voluntad política para cumplir con lo que se ha acordado, algo que no siempre es fácil de lograr cuando están involucrados 27 países distintos.

Aunque no ha sido adoptado por todos los estados miembro de la Unión Europea, hoy el euro es, como expresó hace poco la canciller alemana Angela Merkel, un elemento inherente del proceso de integración europeo. El euro llegó para quedarse y el desafío real es cómo hacerlo más eficiente.

—Solbes es presidente del directorio del Comité Ejecutivo de FRIDE y ex ministro de Economía español.

Una moneda política

Por Steve H. Hanke

Desde su instauración en junio de 1998, el Banco Central Europeo (BCE) ha sido propenso a cometer errores. Una falla de diseño inicial y significativa apareció cuando el BCE se sumó a la política de moda: atacar la inflación. En consecuencia, el BCE ha mostrado una disposición a endurecer o flexibilizar la política monetaria justo en los momentos equivocados.

Uno de esos episodios poco auspiciosos se produjo a mediados de 2008, cuando el BCE subió las tasas de interés. Al aferrarse a ciegas a la problemática de la inflación, el BCE subió las tasas de interés, aunque Europa había estado presa de una recesión durante dos trimestres. Peor aún, la mayor crisis financiera desde la Gran Depresión se estaba gestando, un hecho que había comenzado a dar señales a mediados de 2007, cuando los mercados interbancarios de Europa se habían congelado.

En lugar de diagnosticar correctamente los desperfectos interbancarios de Europa como un síntoma de insolvencias soberanas y bancarias, el BCE y las elites políticas europeas apretaron el botón que decía "deficiencia de liquidez". Esto puso al euro en el escenario central y alejó la vista del público de la fuente del problema: demasiada deuda e insolvencias asociadas. El corazón del problema es simplemente que demasiados préstamos nunca pueden ser devueltos en los términos prometidos, no un problema del euro en sí mismo.

El mejor antídoto para el exceso de deuda es un buen corte de cabello. Pero los cortes de cabellos no están en las cartas políticas. En cambio, le BCE se convirtió en el "banco incobrable" de la zona euro, al suscribir una cantidad de créditos cuestionables suficientes como para hundir un barco de guerra.

El euro sigue siendo una criatura de la política, no la economía y las finanzas. De hecho, la mayoría de los argumentos económicos —tanto a favor como en contra— han sido y siguen siendo o bien equivocados o bien irrelevantes. Los sellos de este proyecto han sido más politización, más centralización y más "armonización".

¿Qué le deparará el futuro al euro? Si la historia sirve de guía, los franceses aportarán la dirección y los alemanes pagarán la cuenta. Pero la historia no es una guía infalible. Todo depende de los políticos europeos, cuyas prioridades son desconocidas. Hay buenos motivos para que los escépticos sigan siendo, bueno, escépticos.

—Hanke es profesor de economía aplicada de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore.

Fuente: WSJ