6 sept 2011

El 'milagro alemán' ayuda a Europa a navegar la crisis

Por Brian Blanckstone y Marcus Walker

La economía de Alemania —impulsada por su mosaico de empresas familiares— parece estar navegando la desaceleración global, calmando los temores de que la potencia económica de Europa pueda encaminarse hacia una drástica caída que podría empeorar la crisis de deuda de la región.

Una serie de informes positivos recientes, sobre el desempleo y la manufactura de Alemania, respaldan el optimismo. El desempleo alemán siguió en su menor nivel en casi dos décadas en agosto y los pedidos de maquinaria en julio treparon 9%. Las cifras sugieren que la mayor economía de Europa, que según previsiones crecería 3% este año, sigue sólida, pese a que aumentan las pruebas de que Estados Unidos y buena parte del resto del mundo se están enfriando.

Un bajón en Alemania, que representa casi un tercio de la economía de la zona euro, agravaría el malestar de otros miembros de la Unión Europea, incluyendo España e Italia, que son importantes mercados de exportaciones. Una desaceleración de Alemania también complicaría la labor de la canciller Angela Merkel para justificar el rescate de los atribulados países vecinos.

Aun así, según varios economistas, las predicciones de que la economía de Alemania podría desbarrancarse al moderarse las de Asia y EE.UU. eran exageradas.

"Puede que el crecimiento no sea pujante, pero está bastante estable", dijo Michael Heise, economista jefe de la aseguradora alemana Allianz. "Hay una nueva flexibilidad de la economía alemana".

Esa flexibilidad está arraigada en un sistema en el que las empresas y los empleados acuerdan, en caso necesario, cambios frecuentes en la remuneración y los horarios de trabajo, para responder a una caída inesperada en la demanda. En 2008 y 2009, este arreglo, conocido como Kurzarbeit, o "trabajo corto", mantuvo activas las fábricas y a los trabajadores en sus puestos hasta que mejoraron las condiciones.

Hasta 2005, el país era ampliamente desestimado como una especie de museo industrial, con un desempleo superior a 5 millones, regulación excesiva y lastres de prestaciones sociales. Pero ahora los analistas hablan incluso de una nueva Wirtschaftswunder, un milagro económico similar a la pujanza de posguerra que restableció a Alemania como el motor económico de Europa.

La economía mundial "tendrá sus subidas y bajadas… pero también habrá oportunidades", prevé Bernd Supe-Dienes, socio gerente de 53 años de Dienes Group, una compañía de cuchillos en las afueras de Colonia.

El negocio de Supe-Dienes forma parte de una legión de compañías poco conocidas de tamaño medio, conocidas colectivamente como Mittelstand. Con frecuencia, se atribuye al éxito de estas empresas en explotar nichos en la economía global la conversión de la otrora rezagada Alemania en el bastión económico de Europa.

Un vistazo a la sobria planta de Dienes ofrece pistas sobre los secretos de la capacidad de resistencia de Alemania. Pero también sobre sus límites.

La compañía de 500 empleados ha estado fabricando lo mismo desde que la fundó el abuelo de Supe-Dienes en 1913: máquinas con cuchillas. Inicialmente, las máquinas se usaban para cortar papel, caucho y carne. Ahora cortan desde pañales hasta láminas de aluminio para baterías de litio usadas en teléfonos móviles.

El negocio familiar ha atravesado los vaivenes de la turbulenta historia de Alemania en los últimos 100 años. Sobrevivió a dos guerras mundiales, la Gran Depresión, las crisis petroleras de los años 70 y la breve burbuja posterior a la reunificación de Alemania mediante la búsqueda de nuevos mercados extranjeros y nuevos usos para sus máquinas.

En 2009, los pedidos en Dienes se desplomaron un tercio, obligando a la compañía a poner a muchos de sus empleados a trabajar menos horas y con una menor paga. Un programa gubernamental alemán ayudó a mitigar los efectos de los recortes.

Pero las jornadas reducidas no fueron suficiente para disminuir los costos de Dienes. La empresa tuvo que eliminar 32 de los 196 empleos de la fábrica. Los representantes obreros no denunciaron el plan ni convocaron huelgas.

El negocio repuntó en 2010 y los trabajadores de Dienes retomaron los horarios a tiempo completo, incorporando ocasionalmente turnos extras. También está contratando de nuevo, aunque con cautela.

Si bien la economía alemana apuntalada sobre las exportaciones ha impulsado la recuperación de Europa en los últimos dos años, esa fortaleza también la ha hecho blanco de las críticas. A muchos de sus vecinos, como Francia, les molesta que Alemania exporte más de lo que importa, lo que acentúa la brecha económica europea. Muchos se quejan de que los alemanes empeoran la crisis por negarse a gastar más incluso cuando tienen dinero suficiente.

Karl-Willi Lob, un veterano trabajador de la fábrica de Dienes, ilustra por qué pocos anticipan que Alemania se convierta en una economía impulsada por el consumo. En vez de salir de compras, le gusta tener un balance en efectivo grande en su cuenta bancaria. Recientemente, hizo una excepción, a regañadientes. Su televisor, de 14 años, necesitaba varios minutos para calentarse. Tras sufrir esto durante un año, su esposa se hartó y lo presionó para que comprara uno nuevo.

Lob compró un modelo de pantalla plana pero sólo tras conseguir una rebaja y la entrega a domicilio gratuita. "Se reduce a lo que aprendes de tus padres", dice Lob, de 60 años. "Los míos me enseñaron a gastar sólo en lo que realmente es necesario".

Fuente: WSJ