29 oct 2009

EEUU: Seis pasos para revitalizar el sistema financiero

Por Sanford I. Weill y Judah S., Kraushaar

El debate sobre la reforma de los servicios financieros ha estado rondando por semanas sin una sensación real de urgencia. Se perdería una gran oportunidad si nuestros líderes políticos, regulatorios y empresariales no consiguen sentar una base regulatoria creíble para una de las principales industrias estadounidenses. Es hora de dejar a un lado las luchas internas políticas y regulatorias y establecer las nuevas reglas para este negocio de importancia crítica.

Varios principios deberían guiar la reforma. Nuestro país necesita buscar la transparencia en los balances de las compañías financieras y reconocer la correlación directa entre la claridad en los valores de activos y cómo las empresas financieras son valoradas por los inversionistas. La contabilidad basada en el ajuste al mercado debe ser revitalizada y los instrumentos y valores complejos deben estar sujetos a pruebas de valuación de mercado en la medida de lo posible.

Para lograr esto, un regulador único debe estar encargado de supervisar los riesgos sistémicos y debe tener el poder de monitorear los riesgos en todo tipo de instituciones financieras. No debería haber más balcanización en la regulación.

Al mismo tiempo, los reguladores y líderes de la industria deben unir fuerzas y desarrollar acuerdos ejecutables para que la innovación en los servicios financieros pueda volver a florecer. Hay que acordar nuevos requisitos de capital y reglas sobre cómo operará el mercado de titularización. Todas las partes necesitan operar con rapidez debido a que está en juego la revitalización de la economía estadounidense.

Algo que los funcionarios públicos no deberían hacer es enredarse en un debate sobre si las instituciones son "demasiado grandes para permitir su quiebra". Es una frase pegajosa, pero nada más. De hecho, es importante reconocer que nuestra reciente crisis financiera fue provocada por el colapso el año pasado de Lehman Brothers, una compañía que pocos habrían caracterizado como demasiado grande para colapsar. En vez de desviarse hacia esta y otras complejas preguntas, nuestros líderes deberían concentrarse directamente en cómo crear y fomentar la disciplina del mercado.

A continuación presentamos seis recomendaciones específicas para reformar el sector de servicios financieros:

1) Convertir la Reserva Federal en un súper-regulador responsable de supervisar el riesgo sistémico. Es de vital importancia que un regulador pueda ver el balance completo de las mayores instituciones financieras del país y este regulador tiene que tener alcance más allá de las barreras institucionales artificiales. Los grandes bancos, las firmas de valores, las aseguradoras y los fondos de cobertura deben quedar bajo supervisión de la Fed. De otro modo, se corre el riesgo de perpetuar un arbitraje regulatorio, en que los participantes de la industria realizan sus actividades más riesgosas en la unidad supervisada por el regulador más laxo.

Otros reguladores continuarían concentrándose en sus respectivos segmentos de la industria exclusivos a las instituciones más grandes y complejas. Los encargados de diseñar políticas deberían evitar crear nuevas burocracias, como algunos han recomendado. Los organismos regulatorios existentes deberían adquirir la responsabilidad de supervisar la protección a los consumidores de productos de crédito.

2) En la medida de lo posible, los instrumentos complejos deberían estar sujetos a frecuentes valuaciones de mercado y ser vendidos a través de una cámara de compensación. Necesitamos un sistema que fomente la valuación de activos basada en los mercados reales y no en el "ajuste a modelo", es decir la valuación basada en presunciones internas o modelos financieros. Estos últimos 18 meses nos han demostrado que los modelos funcionan hasta que se equivocan. Para las ventas de acciones nuevas que no generen demanda a su precio de venta, una institución financiera debe ser capaz de encontrar un verdadero valor de mercado o la transacción no debería realizarse. Los derivados con estructuraciones estandarizadas deberían estar sujetos a valuaciones diarias y los dueños de estos instrumentos deberían estar obligados a mantener una cantidad de efectivo razonable para respaldar su posición (algo parecido al requerimiento de márgenes tradicional que tienen otros valores).

Para los productos hechos medida y nuevos instrumentos que aún no son lo suficientemente maduros como para tener un mercado grande y profundo, aconsejamos que exista una excepción para alentar la innovación. Sin embargo, estas exenciones deben ser revisadas con regularidad por los reguladores, quienes deben establecer reglas de divulgación de información y de corretaje que estimulen la máxima transparencia posible o una forma de determinar el precio de mercado público. Finalmente, todo el mundo debería aplicar el principio básico de que si no entiende algo, probablemente no debería estar haciéndolo.

3) Reformar y revitalizar el mercado de titularización. Aunque el proceso de titularización ha sido golpeado en los últimos años, es importante recordar que este mercado agrega valor al permitir que emisores e inversionistas comparen eficientemente riesgo, retornos y preferencias de duración. Aunque se dieron abusos en partes de este mercado, es importante que no se estigmatice todo. En el futuro, se debería exigir a los emisores que retengan en sus balances una porción sustancial de la titularización y que periódicamente realicen pruebas para establecer los valores actuales de mercado vendiendo parte de sus participaciones. Así, tanto la institución emisora como los inversionistas que compraron el activo titularizado valuarían el mismo activo de la misma manera.

4) Los reguladores necesitan prestar atención a las agencias calificadoras. A futuro, las agencias calificadoras de riesgo deberían establecer estándares claros para calificar los valores complejos. La integridad del principal debe ser primordial cada vez que un valor reciba una calificación de grado de inversión. Además, las actividades de las agencias calificadoras deben estar sujetas a una revisión anual por parte del regulador sistémico (es decir, la Reserva Federal), que a su vez deberían reportar públicamente los puntos que puedan comprometer la seguridad y la solidez de las mayores instituciones financieras del país.

5) Los requerimientos de capital y las políticas de reserva necesitan ser reformadas. Mientras que el exceso de apalancamiento y la implosión de los valores de los activos provocaron la crisis reciente, las metodologías pro cíclicas de reservas para pérdidas en préstamos agravaron la situación. Esto ha sido particularmente cierto en los créditos al consumidor, para los que la Comisión de Bolsa y Valores de EE.UU. forzó a los bancos en los últimos años a reducir sus reservas a medida que los impagos se reducían y hacer lo contrario cuando los problemas se agravaron. Este tipo de régimen parece imprudente. Las formulas funcionan igual de mal que el "ajuste al modelo".

Para lidiar con este asunto, las compañías financieras deberían ser motivadas (o tal vez obligadas) a titularizar el crédito cuando sea posible y aplicar a estos instrumentos el valor actual de mercado. Cuanta más transparencia en la valuación de activos, mejor. Para instrumentos que no se presten a titularización, como los préstamos a negocios con términos hechos a medida de las empresas, se debería permitir a las instituciones financieras, en coordinación con los reguladores, separar reservas para apuntalar las ganancias (y la confianza) en periodos de estrés crediticio. Asumiendo que un mayor porcentaje de activos de instituciones financieras podrían estar sujetos a contabilidad basada en el valor de mercado, podría aumentar la volatilidad de las ganancias, pero una mayor transparencia tendría un efecto neto positivo en la valuación de las instituciones. Evidentemente, unos mayores requerimientos regulatorios de capital podrían ayudar significativamente a frenar la volatilidad de las ganancias. Nosotros proponemos una definición simple y conservadora de capital regulatorio, que consiste el capital común tangible como porcentaje de los activos.

6) Alinear la compensación ejecutiva con los retornos de largo plazo. Los encargados de diseñar regulaciones deben dejar de lado las discusiones polémicas y reconocer la importancia de fomentar el desarrollo de empleados leales y motivados en los servicios financieros. La apresurada imposición de límites de remuneración sólo desplazará a talentoso capital humano a empresas extranjeras y erosionará el liderazgo tradicional de las instituciones financieras estadounidenses. Recomendamos un sistema en que la remuneración basada en el capital y los sueldos sean entregados a lo largo de un período de tiempo relativamente largo.

La porción en efectivo de esta compensación debería poder aumentar o caer a lo largo del período a una tasa consistente a los retornos de la empresa. Así, los empleados no podrían beneficiarse de los resultados a corto plazo y la toma de riesgos en las instituciones estaría más controlada.

Los mercados financieros estadounidenses están en un momento único en su historia. Sin una reforma exhaustiva y bien planeada, el liderazgo estadounidense en las finanzas globales podría estar en peligro y la incertidumbre sobre las reglas de juego podría minar la recuperación y el crecimiento. Para restablecer la confianza, los encargados de diseñar las políticas económicas en EE.UU. deben crear un entre súper-regulador fuerte y promover las valuaciones basadas en el mercado para los balances de las compañías financieras. Tal programa enviaría un poderoso mensaje de transparencia e integridad a los mercados.

Weill es el ex presidente de Citigroup. Kraushaar es un socio gerente de Roaring Brook Capital.

Fuente: WSJ