23 oct 2009

El rol del estadounidense en el repunte económico global

Por Mark Whitehouse

A medida que se acerca la temporada de compras navideñas, muchos minoristas, inversionistas y políticos esperan que las tendencias compulsivas de los consumidores estadounidenses regresen con fuerza. Deberían tener cuidado con lo que desean.

Los estadounidenses tienen buenos motivos para estar confundidos sobre lo que deberían hacer para ayudar a la economía de su país. Por un lado, el gobierno crea políticas diseñadas para estimular el ahorro y la responsabilidad financiera. Por otro lado, el mismo gobierno les ofrece incentivos para gastar, como reembolsos impositivos y el programa "efectivo por chatarra".

En gran parte, la mezcla de señales refleja un conflicto entre el estímulo que Estados Unidos necesita ahora y lo que le conviene a largo plazo. Mark Iwry, alto consejero del secretario del Departamento del Tesoro, Timothy Geithner, lo explica así: "si usted sufre un ataque al corazón, el consejo de su doctor probablemente incluya hacer ejercicio en el futuro, pero primero tiene que recuperarse".

En los últimos meses, los estadounidenses se han estado recuperando bastante bien. En agosto, el consumo registró su mayor aumento mensual en casi ocho años, y muchos minoristas reportaron ventas mejor de lo esperado para septiembre. Eso ayuda a impulsar el optimismo entre las empresas, y también beneficia a China, Alemania y otros grandes exportadores, para los cuales los consumidores estadounidenses son una fuente de demanda crucial.

Pero hay un obstáculo: a no ser que una reactivación del empleo o los salarios impulse el ingreso de las personas, cualquier repunte sostenido en el consumo requerirá que la gente ahorre menos en momentos en que aún lidian con una enorme carga de deuda. Eso, a su vez, podría revivir el esquema estadounidense de pedir prestado a otros países en forma desenfrenada, que fue lo que ayudó a arrastrar al mundo a esta situación.

Los economistas temen desde hace tiempo por los peligros inherentes a la gran brecha entre lo que EE.UU. gasta y lo que gana. Conocida como el déficit de cuenta corriente, la brecha requiere que para llegar a fin de mes, EE.UU. pida prestado grandes cantidades de dinero de otros países, típicamente de grandes exportadores como China. El flujo de dinero alienta la formación de burbujas en los mercados financieros, mientras las deudas en aumento ponen presión sobre el dólar.

Las autoridades estadounidenses reconocen la necesidad de cerrar la brecha. Sin embargo, hasta ahora no se han implementado nuevas políticas. Como resultado, si los consumidores de EE.UU. regresan a sus días de endeudarse y gastar, fácilmente podrían revertir la tendencia responsable de una disminución de los déficit en los últimos meses. Eso podría ser especialmente peligroso ahora, en momentos en que el amplio déficit de presupuesto del gobierno estadounidense ya se suma al nerviosismo sobre el dólar.

"Somos más vulnerables, lo que por supuesto significa que el mundo también es más vulnerable", afirma Catherine Mann, profesora de la Escuela Internacional de Negocios de la Universidad de Brandeis, quien se especializa en comercio internacional y finanzas. Una devaluación del dólar, por ejemplo, no sólo afectaría a las grandes sumas de inversiones denominadas en dólares en China y otros exportadores, sino que también causaría que sus productos fueran menos competitivos en su mercado para exportaciones más importante.

[Outlook]

Tras alcanzar un máximo de 5,9% del ingreso disponible en mayo, la tasa de ahorros de los hogares estadounidenses cayó a 3% en agosto, muy por encima del 0,8% de abril de 2008. En junio, la deuda de los hogares se situaba en cerca del 125% del ingreso disponible. El déficit de cuenta corriente de EE.UU. se redujo a 2,8% del Producto Interno Bruto en el segundo trimestre, de un pico de 6,5% a fines de 2005.

Algunos economistas creen que los consumidores estadounidenses podrán ahorrar y gastar al mismo tiempo, animados por una nueva ola de contrataciones a medida que las empresas se preparan para una recuperación. Pero si la generación de empleo resulta lenta como en otros repuntes de EE.UU., el crecimiento en los ingresos será demasiado pequeño como para apoyar el gasto del consumidor. Muchos economistas tienen un pronóstico laboral gris, una razón para pensar que la reciente alza en el gasto no durará mucho.De muchas formas, un período de crecimiento discreto, mientras las personas se acomodan y vuelven a ordenar sus finanzas, sería el mejor desenlace posible, en especial si las empresas usan los ahorros para hacer el tipo de inversiones que impulsaría su productividad y fortalecería la economía en el futuro. Postergar el sufrimiento solamente empeorará la situación.

Fuente: WSJ