12 mar 2010

A 10 años de la burbuja tecnológica, resurgen los temores

Por E.S. Browning

Los inversionistas que celebraron el martes el primer aniversario del nuevo mercado alcista en Estados Unidos tal vez recuerden una efeméride menos afortunada hoy miércoles: el décimo aniversario del auge de la burbuja de acciones tecnológicas.

El gran debate entre los analistas bursátiles estos días es si el mercado finalmente dejó atrás años de precios excesivos y puede retomar un crecimiento estable.

Los optimistas afirman que dos brutales mercados bajistas han hecho que las acciones estadounidenses se vean baratas y atractivas, especialmente si las iniciativas de Washington para reactivar la economía rinden frutos. Agregan que los inversionistas que pecaron de un exceso de optimismo en los años 90 ahora son demasiado pesimistas y que la recuperación de las empresas podría brindar gratas sorpresas a los inversionistas.

Sin embargo, algunos de los que advirtieron sobre los problemas que se avecinaban hace una década están nuevamente preocupados. Afirman que las intervenciones del gobierno en la economía y el mercado en 1998, 2001 y 2008 impidieron que los precios bursátiles se corrigieran por completo. Algunos divisan señales de burbujas que se están volviendo a inflar, particularmente en las acciones de algunos países en vías de desarrollo.

Esta incertidumbre ha alimentado un prolongado debate entre dos viejos amigos, los prominentes economistas Robert Shiller y Jeremy Siegel. Cuentan que han debatido el asunto durante sus vacaciones juntos en la costa de Nueva Jersey. Shiller, un profesor de la Universidad de Yale cuyo libro Irrational Exhuberance (Exuberancia Irracional) alertó sobre una burbuja tecnológica justo antes de su estallido en 2000, sigue preocupado por el futuro del mercado. Siegel, profesor de la Escuela Wharton de la Universidad de Pensilvania cuyo libro Stocks for the Long Run (Acciones para el largo plazo) fue la Biblia para muchos inversionistas en los 90, es optimista.

Ambos pueden citar una gran cantidad de datos para respaldar su punto de vista y la dirección que tome el mercado podría afectar su reputación como pronosticadores.

Los últimos diez años han sido una década perdida para los inversionistas bursátiles. El Promedio Industrial Dow Jones, que cerró el martes en 10.564 puntos y acumula un alza de 61% desde su punto más bajo durante la recesión hace un año. El aumento sólo le ha servido para recuperar la mitad de las pérdidas registradas desde su máximo de 14.164,53 unidades en octubre de 2007. Las acciones del índice se están negociando a un nivel que alcanzaron por primera vez en abril de 1999.

Un motivo de preocupación para los pesimistas como Shiller es que, pese a dos mercados bajistas, las acciones estadounidenses han cotizado casi todo el tiempo desde 1991 por encima de su promedio histórico. La historia sugiere que cuando los precios de los títulos son altos, el desempeño en los años posteriores es decepcionante.

Ninguno de los analistas vaticina otra década tan nefasta como la previa: el mercado se encuentra muy lejos de los excesivos precios del año 2000. Tampoco pronostican cuándo el mercado estará en problemas. Sostienen que, tarde o temprano, quizás cuando se disipe el estímulo fiscal de EE.UU., las acciones podrían generar retornos decepcionantes e incluso algunas pronunciadas fluctuaciones. "El daño de una década aún no nos ha devuelto a las normas históricas" en cuanto a los precios accionarios, indica Robert Arnott, quien advirtió sobre problemas en 2000 y cuya firma, Research Affiliates, administra directamente US$4.000 millones en activos. Burbujas bursátiles previas fueron seguidas por extensos períodos en los que "el mercado tiene precios de descuento", algo que esta vez no ha sucedido, recalca Arnott.

Las intervenciones del gobierno se remontan a la cesación de pagos de Rusia en 1998, cuando la Reserva Federal intervino para reducir las tasas de interés y apuntalar los mercados financieros. Las acciones estadounidenses volvieron a colapsar en 2000, lo que condujo a un mayor respaldo del Estado y al comienzo de las reducciones de las tasas de interés en 2001, especialmente después de los atentados terroristas del 11 de septiembre. El mercado bursátil cayó de forma más brusca en 2008 y los bancos centrales de todo el mundo inyectaron billones de dólares en el sistema financiero, al bajar las tasas de interés a casi cero.

Los mercados estaban repuntando en agosto del año pasado cuando Shiller y Siegel se juntaron con sus esposas en la casa de playa del último en una isla al sur de Atlantic City, en Nueva Jersey. Los dos han sido amigos desde cuando hicieron su postgrado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts en los años 70. Caminando por la playa durante horas, hablaron del mercado, sus perspectivas y las mejores maneras de analizarlo.

A Shiller le preocupa una recaída del mercado inmobiliario luego de un breve repunte, lo que podría contribuir a la caída de las acciones estadounidenses, que ya le parecen caras. "Me pregunto si habrá otra pausa en el mercado", señala, aunque subraya que el mercado es mucho menos caro hoy que cuando escribió su libro.

Siegel desestima los temores y las cifras de su amigo. "Este es un mercado extremadamente barato", asegura, y su futuro es brillante.

Shiller ha compilado datos que se remontan a 1881, registrando los precios de las acciones mes a mes en relación a las ganancias de las empresas. Para evitar distorsiones de corto plazo, utiliza un promedio de ganancias de los 10 años previos. En el largo plazo, según sus cálculos, las acciones se negocian a un promedio de unas 16 veces las ganancias corporativas anuales, es decir, su relación precio-ganancias es de aproximadamente 16. El economista descubrió que cuando la relación sube por encima de 20, como en la actualidad, el mercado es caro y que tarde o temprano habrá una seguidilla de retornos decepcionantes.

Siegel prefiere tomar en cuenta las proyecciones de ganancias futuras de los analistas, ajustadas para excluir rebajas contables y partidas especiales extraordinarias. Su libro también analiza el desempeño bursátil desde el siglo XIX. Halló que de todas las inversiones, las acciones generan, de lejos, los mejores resultados a largo plazo, con un retorno promedio real de 7% al año. En momentos como el actual, cuando las ganancias repuntan, tienen un desempeño aún mejor que el promedio, insiste.

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