22 abr 2010

El impacto de la revaluación del dólar

por Mansoor Mohi-uddin

Este año, los mercados de divisas se han debatido entre los temores sobre los déficit presupuestarios de la eurozona y las esperanzas ante la posible consolidación de la recuperación de la economía global.

En medio de toda esta incertidumbre, parece que está teniendo lugar un cambio más profundo; el dólar comienza a comportarse como una moneda en auge y su apreciación coincide con un momento en el que los inversores buscan más riesgo en los mercados bursátiles, de materias primas y emergentes. En resumen, el mercado de divisas parece atravesar uno de sus periódicos “cambios de régimen”.

El panorama era bastante distinto en la década anterior. Después del estallido de la burbuja tecnológica en 2000, el dólar se benefició de la aversión al riesgo de los inversores y se debilitó cuando los mercados financieros recuperaron la confianza. Mientras las bolsas siguieron una tendencia alcista de 2003 a 2008, el billete verde cayó a un récord histórico, situándose a 1,60 euros. Sin embargo, cuando los mercados financieros volvieron a verse sacudidos por la aversión al riesgo tras el colapso de Lehman, el dólar ganó fuerza, a medida que los inversores vendían sus otros activos y buscaban refugio en los bonos del Tesoro de EEUU. Consecuentemente, el dólar volvió a identificarse como una moneda refugio, junto con el yen japonés y el franco suizo. Su reputación ha mejorado este año ante los rumores sobre una posible disolución de la eurozona. La nueva caída el yen mientras Japón abandona lentamente la recesión y la fragilidad de la economía británica también han contribuido a la recuperación del dólar. No obstante la resistencia del billete verde también coincide con la solidez de las operaciones en monedas vinculadas a las materias primas, como el dólar australiano, el canadiense o el real brasileño.

También ocurre cuando los precios del petróleo han vuelto a superar los 85 dólares el barril y el índice S&P 500 recupera los niveles registrados antes del colapso de Lehman, en 2008. Por tanto, la fortaleza del dólar frente al euro, la libra y el yen coincide con la búsqueda del riesgo de los mercados de activos globales. La solidez del dólar, el repunte de las bolsas, el aumento de los precios de las materias primas y el crecimiento de los mercados emergentes recuerdan a la situación que se vivió en la década de los noventa, la última vez que el dólar, más que una divisa refugio, se consideró una moneda en auge. Hay un par de razones por las que los mercados de divisas podrían volver a comportarse así durante esta década. En primer lugar, todo apunta a que la Reserva Federal será el primer gran banco central que opte por subir los tipos de interés este año. La economía estadounidense se recupera de la recesión a un ritmo más rápido que Europa y Japón.

En cambio, no parece que el Banco Central Europeo vaya a comenzar a normalizar su política monetaria mientras en la eurozona prevalezca un sentimiento de incertidumbre sobre el estado financiero de sus miembros. El Banco de Inglaterra, por su parte, no parece tener prisa en incrementar sus tipos de interés, dado que sus pronósticos inflacionistas siguen estando en el extremo inferior de su rango de objetivos. En cuanto al Banco de Japón, es probable que actúe en la dirección contraria, relajando aún más su política monetaria para luchar contra la deflación de la economía nipona. La Fed, por tanto, es la que más posibilidades tiene de seguir el ejemplo del Banco de India, el Banco de Malasia, el Banco de Israel, el Banco de Noruega y el Banco de Australia y aumentar los tipos de interés este año. En segundo lugar, los tres mayores inversores de capital denominado en dólares en los mercados internacionales (gestoras de fondos estadounidenses, gestoras de reservas de bancos centrales extranjeros y fondos de riqueza soberanos) parecen tener una visión favorable a las inversiones en EEUU, aunque opten por colocar sus recursos en los mercados de renta variable y de materias primas. Los inversores estadounidenses gestionan en total 37 billones de dólares de activos.

Según los últimos datos de la Reserva Federal y de los fondos de inversión, las gestoras de fondos de EEUU han comenzado a incrementar su exposición a los activos del país. Los bancos centrales de todo el mundo gestionan unas reservas que ascienden a 8 billones de dólares. En el último estudio de composición por monedas del FMI, los bancos centrales han incrementado su cuota de reservas en dólares mientras aumentaban también su participación en monedas ligadas a materias primas. Sin duda, el dólar no va a perder su estatus de moneda refugio de la noche a la mañana. Los inversores seguirán comprando bonos del Tesoro de EEUU en momentos de tensión. No obstante, los participantes que se incorporaron al mercado después de la llegada del euro en 1999 deben asimilar el cambio y la apuesta por el dólar en un momento en el que los inversores buscan el riesgo.

Y, lo más importante, las autoridades deberán ser conscientes de los cambios de posición del dólar en los mercados monetarios. Hace poco más de una década, la fortaleza del dólar durante la burbuja tecnológica condujo a una drástica devaluación del yen, lo que provocó la crisis asiática de los años 1997 y 1998. La revalorización del dólar también provocó de forma indirecta la crisis que vivió Rusia en 1998 y obligó a Brasil a devaluar su moneda en 1999. Afortunadamente, en 2010 el dólar sigue estando relativamente devaluado frente al euro. No obstante, si la divisa estadounidense mantiene su fortaleza en los próximos años, cuando las autoridades consiguen recuperar la tranquilidad ante la recuperación de la economía global, podrían producirse futuras crisis en los mercados monetarios.

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