5 ene 2011

Brasil presionaría a China sobre su política cambiaria

Por John Lyons y Matthew Cowley

SÃO PAULO—Un sobrevalorado real podría estar convirtiendo a Brasil en un aliado de Estados Unidos en un asunto económico clave: presionar a China para que deje que su moneda se aprecie para solucionar los desequilibrios comerciales.

El nuevo ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Fernando Pimentel, señaló el lunes que la presidenta Dilma Rousseff, que asumió el mando el primero de enero, tiene la intención de incluir el tema de la debilidad del yuan en su agenda cuando viaje a Beijing en abril. Los funcionarios de EE.UU. desde hace mucho han acusado a China de mantener su divisa artificialmente débil para tener una injusta ventaja en el comercio internacional.

Brasil ha criticado a gobiernos que cree que han manipulado sus monedas, entre ellos Beijing. Hace poco, los funcionarios brasileños han dirigido sus comentarios más duros hacia EE.UU., que está imprimiendo dólares para hacer bajar las tasas de interés a largo plazo, mientras que no han criticado a China, un mercado cada vez más importante para un país rico en materias primas como Brasil. Sin embargo, la situación podría cambiar.

"Este es un tema que concierne no sólo a Brasil pero a todos los mercados emergentes", afirmó Pimentel ante periodistas en Brasilia.

Brasil ha coqueteado con ambas partes en la disputa cambiaria entre EE.UU. y China, a veces uniéndose a Washington en su crítica a Beijing y otras alineándose con Beijing para censurar la política monetaria estadounidense, la cual tanto el gobierno chino como el brasileño sostienen que pone a sus economías en desventaja.

Brasil tiene influencia económica en el conflicto. Hambriento de materias primas brasileñas como el hierro, China sobrepasó a EE.UU. hace poco como el mayor socio comercial de Brasil. A su vez, las empresas chinas están buscado acceso a las industrias brasileñas de rápido crecimiento, como la petrolera.

China ha intentado desestimar las críticas de Washington sobre el yuan como una queja infundada de un país industrializado rico, algo que no podrá hacer con Brasil.

"China podría ser más sensible a lo que otros grandes países emergentes piensen sobre su moneda", explica William Cline, un académico del Instituto Peterson para la Economía Internacional. "Esto socava su autoridad moral, cuando es Brasil quien lo critica en lugar de EE.UU."

El cambio de política pone de manifiesto la preocupación en el gobierno de Rousseff sobre la fortaleza del real, que se ha apreciado casi 35% desde comienzos de 2009. Una moneda fuerte perjudica a los exportadores y hace que a los fabricantes nacionales les cueste más competir con las importaciones más baratas de China.

Eswar Prasad, un experto que estuvo en el Fondo Monetario Internacional y ahora se encuentra en la Universidad de Cornell, dice que la división en el pensamiento brasileño refleja las diferencias entre los exportadores brasileños.

A los fabricantes brasileños, al igual que a los estadounidenses, les preocupa que un yuan infravalorado los haga menos competitivos a nivel internacional.

Los exportadores de commodities, no obstante, ven a China como un gigantesco mercado y no quieren disgustar a Beijing. En el último año, señala Prasad, el lobby de este sector ha ganado.

Por su parte, la nueva ministra de Planificación de Brasil, Miriam Belchior, dijo el lunes que el país también empezaría a abordar lo que los economistas afirman es una razón importante detrás de la fuerte apreciación del real: el creciente gasto del gobierno.

Incrementos anuales del gasto de alrededor de 20% han ayudado a impulsar el crecimiento económico.

En una conferencia de prensa, Belchior dijo que Brasil recortaría parte de los gastos planeados en el presupuesto de 2011 aprobado por el Congreso.

—Bob Davis, en Washington, contribuyó a este artículo.

Fuente: WSJ