7 ene 2011

Predicciones para EE.UU.: Soleado con riesgo de sobrecalentamiento

Por Mark Gongloff

El optimismo de los inversionistas es una tradición tan típica de Año Nuevo como la resaca. Este año, al igual que en el pasado, pronostican que la economía estadounidense crecerá a una tasa que no será ni muy alta ni muy baja.

Para muchos estadounidenses, agobiados por un nivel de desempleo de casi 10%, es difícil sentirse optimistas en medio de un clima de recuperación. Pero los inversionistas lo ven de otra manera: creen que la economía corre más peligro de crecer demasiado deprisa que demasiado lento.

"El sobrecalentamiento es la preocupación más grande", dice Jack Ablin, director general de inversión de Harris Private Bank, en Chicago. "Aunque no sea el desenlace más probable, mi temor es que un alza excesiva de las tasas, o de los precios, ahogue la incipiente recuperación", comenta.

Pese a esas inquietudes, la gran mayoría de los economistas, estrategas de mercado y gestores de fondos ve indicadores que apuntan a un escenario de crecimiento modesto e inflación baja en 2011. Las acciones están en sus niveles más altos de los dos últimos años, las materias primas siguen subiendo y los rendimientos de los bonos aún son muy bajos para los estándares históricos, todo lo cual alimenta el habitual optimismo de comienzos del año.

En 2010, los analistas también apostaron por un escenario positivo similar, pero luego se vieron sorprendidos por la crisis de deuda europea, la súbita caída el 6 de mayo de los mercados de EE.UU. (episodio conocido como el flash crash) y una economía estancada. Este año, los economistas creen que hay una probabilidad de 10% de que se produzca una nueva desaceleración y de 20% de que haya un sobrecalentamiento.

La mayoría de los pronósticos señala que el desempleo caerá con lentitud, lo que contribuiría a mantener las presiones inflacionarias bajo control. Pero un inesperado auge en las contrataciones en 2011 aceleraría mucho la economía, incrementando la amenaza de inflación, y el mercado de bonos podría responder subiendo las tasas.

Las tasas de interés no subieron lo suficiente como para amenazar a la economía, pero un repunte demasiado rápido de los costos del financiamiento podría desacelerar el crecimiento. La auténtica preocupación entre los inversionistas es que la Fed, que se ha concentrado durante casi dos años en volver a arrancar el crecimiento de la economía, no reaccione lo suficientemente rápido.

"El gran riesgo que corremos es que la economía se recupere y que la Fed se demore demasiado en subir las tasas", dice Ed Peters, codirector de estrategias globales macro en First Quadrant LP, una firma de administración de capital.

Si bien menos expertos lo temen ahora, el riesgo de un enfriamiento tampoco ha desaparecido. Podría darse el caso de que el fuerte endeudamiento de los consumidores estadounidenses y de los estados, y el debilitamiento persistente del mercado de la vivienda podrían llevar a un crecimiento decepcionante, que nuevamente podría alimentar las posibilidades de una recaída en la recesión.

He aquí un vistazo más amplio a tres escenarios, aunque no los únicos, para los mercados y la economía este año.

Demasiado caliente

Todas las especulaciones sobre un recalentamiento de la economía comienzan y terminan con la Fed.

En este escenario, el banco central fue demasiado lejos en su segunda ronda de relajamiento cuantitativo, comprometiéndose a comprar US$600.000 millones de valores del gobierno, que se suman a la adquisición ya planificada de alrededor de US$300.000 millones en bonos.

Según este pronóstico, el estímulo adicional de la Fed hizo subir los precios que ya estaban en ascenso por la fortaleza de la economía de EE.UU. y la robusta expansión de los mercados emergentes. La extensión resuelta por el Congreso de los recortes a los impuestos a los ingresos a fines de 2010 da más pie a las preocupaciones sobre una economía recalentada.

Hasta ahora estos incrementos no se han trasladado a los precios al consumidor, pero podrían subir si las empresas empiezan a confiar en que pueden pasar sus mayores costos a los compradores. Mientras tanto, un crecimiento más rápido podría obligar a las compañías, que recortaron sus plantillas durante la recesión, a retomar las contrataciones.

Un crecimiento demasiado rápido podría provocar una reacción en cadena en que los inversionistas en bonos sufrirían grandes pérdidas. Las acciones podrían salir ganando bajo esas condiciones: muchas compañías de EE.UU. se benefician cuando los precios de los commodities suben. Pero el auge no sería duradero porque las tasas subirían, encareciendo el financiamiento y frenando el crecimiento.

La medicina podría ser peor que la enfermedad. La Fed tendría que subir las tasas de interés, lo que perjudicaría los bonos y acabaría con los auges en las acciones y los commodities. El dólar podría fortalecerse, hiriendo las exportaciones.

Demasiado fría

Este escenario parte de la idea de que la deuda, especialmente el dinero que deben los gobiernos y consumidores, es demasiado grande para sostener el crecimiento.

Los altos niveles de deuda harían que los prestatarios se mostraran cautelosos, secando el crédito necesario para alimentar la economía. Si los precios de las viviendas, que comenzaron a caer de nuevo a fines de 2010, bajan otro 5 o 10%, y si las cifras de desempleo se mantienen por encima de 9%, esto podría incidir en las ganancias de los bancos y minar la confianza de los consumidores.

Luego de una ola de compras de Navidad, las deudas de las familias de EE.UU. seguían equivaliendo a 122% de los ingresos personales a fines de 2010. Según esta teoría, esto sigue siendo demasiado y, sin un incremento más rápido en los ingresos, los consumidores tendrían que dejar de gastar y concentrarse en pagar sus tarjetas de crédito. Una retirada en masa por parte de los consumidores ahogaría el crecimiento.

La temperatura perfecta

Los optimistas se empeñan en utilizar palabras como "equilibrado" para describir el año por delante.

Bajo este escenario, la economía de EE.UU. seguiría creciendo a un ritmo sostenido, pero no lo suficiente como para acabar rápidamente con el desempleo. Con el desempleo todavía alto, la inflación seguiría bajo control, pese al alza en las materias primas. No habría una espiral de aumento de precios ni salarios. La Fed sentiría que estaría cada vez más justificado mantener abiertos los grifos de la liquidez.

Sería un mundo hecho para la bolsa. El crecimiento mejoraría de una forma suficientemente constante sin requerir contrataciones masivas y caras. El dólar se debilitaría muy lentamente con respecto a las otras monedas importantes, generando un breve empujón para los exportadores estadounidenses.

Los inversionistas, cansados de perder dinero con sus inversiones en bonos, empezarían a regresar a las acciones. El Promedio Industrial Dow Jones podría avanzar otro 10% o más en 2011, colocándose cerca de su nivel récord de 14.163,53 puntos alcanzado en 2007.

Fuente: WSJ