14 dic 2009

Samuelson, un premio Nobel que convirtió la economía en una ciencia

por Stephanie Flanders

Todo economista vivo se ha visto influenciado por la obra de Paul Anthony Samuelson, que murió el domingo a la edad de 94 años. El domingo por la noche se repetían los homenajes a un hombre que hizo más que cualquier otro teórico para convertir la economía de una selección dispersa de ideas en una ciencia social.

Vino al mundo el 15 de mayo de 1915 en Gary, Indiana, pero posteriormente aseguraría que “realmente” nació el 2 de enero de 1932, durante su primer curso de economía como estudiante de la Universidad de Chicago, donde recibió una rigurosa formación matemática en economía clásica de manos de Frank Knight, Jacob Viner, y otras grandes figuras de Chicago del periodo previo a la guerra. Tras su graduación, ingresó inmediatamente en Harvard en 1936. Su llegada coincidió con la transcendental publicación de la Teoría General de Keynes.

Poco después de obtener el doctorado, entró a formar parte de la facultad de economía del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Allí permanecería el resto de su vida, siendo nombrado en 1966 uno de los 12 catedráticos de la institución.

Según él mismo explicaba, llegó a la economía justo en el momento adecuado. “Para una persona con capacidad analítica, lo bastante perceptiva como para darse cuenta de que, en economía, la formación matemática era un un poderoso arma, en 1935 el mundo de la economía era su ostra. El terreno estaba lleno de bonitos teoremas pidiendo ser seleccionados y dispuestos en un orden unificado”.

Gran parte de su carrera la dedicó a hacer precisamente eso. La economía del bienestar, las teorías del consumo, la acumulación de capital, el crecimiento económico, las finanzas y el comercio internacional, todos se convirtieron en sujetos de su rigurosa “selección y disposición”. Resulta difícil nombrar un importante debate económico posterior a la guerra en el que Samuelson no tomase parte. En una ocasión presumió: “Mi dedo ha estado en todos los pasteles”.

Recibió todos los galardones que la profesión puede otorgar, incluida la primera medalla John Bates Clark en 1947 y el segundo premio Nobel de Economía en 1970. Ocupó el cargo de presidente de la Asociación Económica Americana en 1961, de la Sociedad Econométrica en 1951, y de la Asociación Económica Internacional entre 1965 y 1968.

Pese a ser un escritor prolífico en su vejez, se le puede recordar mejor por dos libros publicados muy pronto en su carrera: Los fundamentos del análisis económico y su libro de texto Economía. El primero asentó los cimientos de la economía formal tal y como se practica en la actualidad; el segundo difundió ideas económicas neoclásicas a millones de estudiantes

Fundamentos vio por primera vez la luz como tesis doctoral de Samuelson, que presentó en 1941. Kenneth Arrow, también galardonado con el Nobel y catedrático de Economía de la Universidad de Stanford, en California, comentaría posteriormente que era “el único ejemplo que conozco de tesis doctoral que es un tratado... o tal vez, de tratado que tiene tanta originalidad en cada una de sus partes como para merecer ser aceptado como tesis”.

En él, Samuelson mostró que el mismo método podía aplicarse a casi todos los problemas de la teoría económica. Ilustró que dos principios, la maximización (extraído de las ciencias naturales) y su propio “Principio de la Correspondencia” podían usarse para obtener resultados empíricamente significativos, sin importar si la materia era el comercio internacional o el comportamiento de los consumidores.

Había mucha originalidad en su escritura, sobre todo en su primer artículo académico, publicado a los 23 años, que introdujo la que se convertiría en una idea fundamental en la microeconomía, la teoría de la “preferencia revelada”, que todavía abre importantes libros de texto de teoría economíca.

Samuelson, tío materno de Larry Summers, principal asesor de economía de Barack Obama, escribió en una ocasión que “nuestra materia se esmera cuando trata el comercio internacional”, un tema sobre el que hizo influyentes contribuciones. El famoso “Teorema Stolper-Samuelson”, que dice que abrir un país al comercio tendería a beneficiar el relativamente abundante factor de la producción, allanó el camino para el trabajo posterior sobre las condiciones para la equiparación de salarios y la rentabilidad de capital entre los países en un mundo de libre comercio.

El deseo de Samuelson de abrir un espacio para la economía en los debates políticos contemporáneos fue el otro objetivo de su carrera. Fue uno de los primeros economistas en conseguir un amplio seguimiento como analista económico en la prensa. Sus previsiones regulares sobre la economía estadounidense para Financial Times a comienzos de cada año durante la década de 1970 disfrutaron de un amplio seguimiento pese a, con frecuencia, no ser muy precisas.

Su experiencia como asesor de políticos, como Kennedy y otros presidentes, fue desigual. “A menudo, al convertirme en asesor de una agencia federal, precipitaba su desaparición”, admitía. Y el trabajo diario en política resultaba poco atractivo. Con frecuencia presumía de que nunca había pasado una semana entera en Washington.

En el MIT, varias generaciones de estudiantes y miembros de la facultad se beneficiaron de sus enseñanzas y consejos. En la presentación en 1983 de un volumen dedicado a su obra, sus compañeros catedráticos del MIT, Robert Solow y E. Cary Brown, escribieron que “ha sido más que un modelo de conducta: ha sido la conducta”. Son muchos los ejemplo de su generosidad reconociendo los logros de otros, al igual que los suyos propios.

Las breves memorias de Samuelson, escritas después de recibir el premio Nobel, mostraban pocos deseos de modestia. El inicio exploraba las relativas contribuciones del esfuerzo, y el intelecto, en la formación de genios como Newton, Mill y otros. En relación a sus propias experiencias, señaló que un reciente periodo en el que había estado tomando medicación le había mostrado la importancia de la capacidad innata: “Durante ese tiempo, sentí cómo borraba lo mejor de mi mente. ¡De pronto, me di cuenta de cómo vive la otra mitad! No es que mis aptitudes sufrieran visiblemente a los ojos del resto del mundo: durante ese periodo escribí uno de mis mejores artículos. Pero para mí mismo, estaba claro que le estaba sacandole un gran partido”.

Sin duda, Samuelson sentó las bases de un enfoque cada vez más matemático. Muchos argumentarían que el movimiento hacia modelos teóricos impenetrables ha alejado la economía de una audiencia más amplia. Tal vez su famoso libro de texto equilibrase la situación.

Publicado en 1948, el libro se convirtió en el texto básico para millones de estudiantes. La obra, que otorgó a Samuelson considerables beneficios así como fama, simboliza su no siempre fructíferos esfuerzos por mantener la relevancia de la disciplina ante el mundo exterior. De joven, comentó que “somos como atletas muy preparados, que nunca participan en una carrera”. En los próximos años, habrá pocos economistas formados directamente por Paul Samuelson o su trabajo, pero todos recorrerán la senda que él trazó.
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